12 oct 2014

La OCDE es un think al servicio del mercado competitivo

La competitividad ha sido convertida en una marca “sacrosanta” por voluntad del sistema que la sustenta, con propagación tramposa y sin oposición alguna.
La competitividad ha sido convertida en una marca “sacrosanta” por voluntad del sistema que la sustenta, con propagación tramposa y sin oposición alguna. Incluso durante este tiempo posfranquistas, los que sí hicieron algo fueron los dos principales Sindicatos que, bochornosamente, le dieron un uso benigno, “enmendando” la plana a las empresas (cada vez que estas pasaban apuros y anunciaban despidos), censurándoles por su escasa habilidad competitiva. También criticaban a los gobiernos de turno, por no saber salvaguardar el empleo patrio. Se sustituyó la crítica y la reivindicación de clase, por la “sensatez” y la responsabilidad interclasista. En resumidas cuentas: mandaron a la mierda los principios de solidaridad obrera nacional e internacional.
Hay pocos días y pocos medios privados y públicos, que no jaleen animando la competitividad económica, para lo cual siguen aplaudiendo las reformas del liberalismo económico. Los principales promotores cada día se levantan anunciándonos que van a echar más madera a esa locomotora y nos preparan nuevas refacciones para el día siguiente. Por lo general, la plantilla que trabaja en la industria de mentir y repetir, (de sacar verdades de chisteras) no tiene otra escapatoria; cuando no hay conciencia social hay que hacer ilusionismo para mantener el propio empleo.
Durante estos últimos seis o siete años, en nombre de la competitividad, han llevado a cabo este desmantelamiento de puestos de trabajo. No obstante los trabajadores y gente del pueblo, en general, (todo y que lo de la competitividad aún no lo hayan entendido en su profundidad), ya han comprendido de sobra como es el arte de gobernar a base de irracionalidades y contrasentidos. No es para menos, viendo disparatados ejemplos como aquel que alarga la jubilación a los 67 años, mientras la juventud envejece sin empleo, como ese otro que desmantela los derechos laborales, obligando a los currelas a trabajar con salario y condiciones de conveniencia empresarial. También vienen dando muestras de estar hartos de tomaduras de pelo, respecto a la formación profesional que tanto insistían, desde los gobiernos, como algo imprescindible para acceder a un empleo, sin que haya sido cierto. Y ya no digamos de la cansina llamada al emprendimiento, donde no pocos ingenuos se han arruinado puliéndose los ahorrillos que tenían, o las indemnizaciones del despido; ¡Cuantas maldiciones habrán salido de su boca!

de Forges

Ahí está también la indignación de la gente en base a que se esté permitiendo que los bancos desahucien a familias, que se quedaron sin trabajo, mientras que a estos (manguis-banqueros) se les ha salvado con dinero público español y europeo. Y en estos momentos, otra vez, sin la más mínima vergüenza, los gobernantes europeos vuelven a inundarles de dinero público.
¿Qué el personal aún no sale masivamente a la calle? Cierto, pero ya aparecen preocupaciones considerables. Todo llegará; de momento comienza a expresar su cabreo y a preguntárselo también.
Y mientras tanto, ¡erre que erre!: las reformas de España, aún no empujan la competitividad, según consta en un informe de The Global Competitiveness Report 2014-2015, publicado por el Foro Económico Mundial. Estos dicen que, respecto a la competitividad, España se encuentra en el número 35.
Recientemente, por otra parte, el informe anual de la OCDE, advierte de que bajar más los salarios, ya no mejora la competitividad. Argumenta que, “disminuir los salarios agrava la pobreza y tiene efectos depresivos sobre la demanda”. (A estos sabios de la economía debió salirles humo por la sesera para llegar a tal conclusión). Sin embargo, en el mismo informe, estos economistas de la OCDE, recomiendan hacer más ajustes, más reformas; reducir cotizaciones a las empresas, reducir los impuestos directos y aumentar los indirectos. Todo en aras a que hay que competir. ¡Es que son unos cracks!
Más claro: agua limpia. Es lo que hay alrededor del sistema de mercado, de la competitividad: En un frente están los gobiernos títeres, plenos de patanes y vividores, prestos a obedecer y de paso a llevarse cuanto puedan. En otra avanzadilla se encuentran los organismos de estudios económicos nacionales e internacionales, como el de la OCDE, al que pertenecen 34 países, con presupuestos de cientos de millones que garantizan (a estos lumbreras), remuneraciones suculentas por las que se les sugiere obediencia y dependencia sin más. Y por eso nos seguirán regalando los oídos y la vista con soflamas competitivas, que es como decirnos que sigamos abrochándonos el cinturón.
En resumidas cuentas, la competitividad es al sistema capitalista, como es la bicicleta al que va subido en ella: si para se cae. Ahora bien, si la bicicleta continúa: algún lugar irá el que pedalea, sin que por ello tenga más o menos trascendencia para alguien. Pero si no paramos los “pies” de la mercadería competitiva capitalista, no podremos evitar caer por el despeñadero.
Dicho de otra forma, en el sistema capitalista competir es algo tan simple y tan brutal como producir y servir con menos costos, con pésima calidad y jodiendo a la humanidad y al planeta. La competitividad capitalista, no sólo es la antítesis de la unidad y solidaridad entre la clase obrera, sino también es contrario al bienestar de la humanidad. Igualmente, los espolios, de unos a otros países y las guerras, son consecuencia principal de esa competitividad.
Será distinto el día en que la humanidad compita para superar niveles de cultura y de inteligencia, de solidaridad entre personas y pueblos, de investigación para la salud propia y medio ambiental…

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