18 oct 2014

Monedero, el villano

Soy Monedero. ¿Soy el malo, el Hannibal Lecter de Podemos? Para que reluzca Leandro hace falta Crispín, pero jamás seremos el revival Felipe-Guerra. Pablo y yo hemos estudiado con delectación esa pareja para no parecernos jamás a ella. Nací en Argüelles, mis padres tenían una tienda de ultramarinos. Pablo y yo logramos las mejores notas de la promoción.
Con Llamazares no me entendí; se negó a ser el Occeto español. Con Chaves acabé tarifando y un día llamó al plató para decirme: «Tenías razón en la discusión de hace dos años, me equivoqué. Compañero, mándame libros».


He sido profesor de algunos dirigentes de Podemos (Íñigo, Carolina...). Pablo es honesto, con ganas enfermizas de saber, podría mañana dejar todo a irse a terminar sus lecturas pendientes. No hablo con él de política, sino de diferencias entre los Discursos sobre la primera década de Tito Livio y El Príncipe.
¿Alcaldía de Madrid? Está por ver si me presento. Si lo hiciera, sería para hacer de la ciudad un espacio de luces. En un conflicto entre condición intelectual y desempeño político, optaría por la universidad. Nacimos en La Tuerka. Somos profesores, hacemos libros, proponemos hipótesis, articulamos concepciones. Parece que somos arrogantes; no lo somos, aunque hayamos reventado el santo sepulcro de la Transición guardado con siete llaves. No necesitamos dinero. No hemos cobrado los 1,5 millones porque no los gastamos en la campaña. En Avilés sacamos el 20% de los votos y el gasto fue de 300 euros. ¿Traer el modelo bolivariano? No, llevar el Estado del Bienestar a América Latina.
Ni Fouché, ni villano. Si me ven así es que, o soy o muy malo, o muy bocazas. Me gusta más dialogar con Talleyrand que intrigar con Fouché. La casta nos ataca. La casta es la chabacanería borbónica, los que creen que estar con el pueblo es ir a las tabernas a comer gallinejas como en los Episodios Nacionales, que vuelvo a leer porque dijo Franco: «Hay que borrar de la memoria el siglo XIX». Hay que cambiar esta España gobernada por mediocres. Como en Juego de Tronos, los que dan la batalla son los golpeados, clases medias proletarizadas. El 15-M fue la chispa. Como en los años 30, todo está dislocado y el sujeto de la revolución muy disperso.
Estamos viendo en primer plano la descomposición del Régimen del 78, el hundimiento del bipartidismo, el pudrimiento de la casta política. Si nos equivocamos, será de manera diferente y si perdemos el apoyo popular, volveremos al lugar de las ideas. La universidad también es una cueva de mediocridad, pero hay gente que hace cosas asombrosas.

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