30 nov 2014

Las 5 claves de la socialdemocracia sueca: el espejo de Podemos y Pablo Iglesias

A Suecia le llaman en “Paraíso del Bienestar”. Muchos politólogos han estudiado el modelo, que ha conseguido unir dos objetivos que muchas veces parecen contrapuestos: el progreso económico y la protección social de la sociedad.
¿Qué principios ideológicos han inspirado esta democracia tan envidiada en el mundo, incluso en épocas de crisis? En su libro “Teoría Política de la socialdemocracia sueca”, el profesor Tim Tilton, de la Universidad de Indiana, explica los fundamentos que sostienen a una organización política admirada en todo el mundo.


1. Democracia integral
Para los socialistas suecos histórico, como Olof Palme, la democracia no fue nunca una mera organización política, sino que también debía involucrarse en la organización social y económica del país.
Para articular esta democracia, había una palabra fundamental: ‘consenso’. Esto explica que las alianzas con otros partidos, incluso de distinto signo ideológico, se ven muy convenientes. y de ahí se deriva también la cooperación entre las distintas clases sociales del país.

2. Colaboración entre el Estado y la sociedad
Para muchos políticos, los intereses de la sociedad chocan con los de los individuos. Esto ha generado multitud de conflictos en el mundo. En Suecia, por el contrario, se entendió que el Estado no era enemigo de la sociedad, sino su hogar (“folkhemmet”).
Esta idea mezcla conceptos como solidaridad, igualdad, acuerdos... Se entiende que el gobierno sólo puede discurrir en una dialéctica democrática. De aquí se derivan la ruptura con el sistema patriarcal y de clases, en favor de la igualdad universal, con servicios sociales básicos garantizados (salud, educación, vivienda…)

3. La igualdad económica y la eficacia económica son compatibles
Los socialdemócratas suecos están convencidos de que la promoción de las políticas sociales no sólo garantizan la igualdad, sino que además aseguran la eficiencia económica. Por este motivo, los gastos de salud y educación nunca pueden considerarse como cargas sobre el erario público, sino inversiones en capital humano. Inversiones que, tarde o temprano, proporcionan un retorno en forma de riqueza social y económica.

4. Control social de la economía de mercado
Los socialdemócratas suecos admiten las nacionalizaciones de las industrias, pero no creen que sea el mejor instrumento para los fines del socialismo.
Por ejemplo, en el campo se ha fomentado la pequeña propiedad entre los agricultores, junto con el apoyo a las cooperativas para generar mayores volúmenes de producción, aprovechando así las ventajas de las economías de escala.
Para la socialdemocracia sueca, el mercado es el mejor mecanismo para distribuir de forma adecuada los recursos. Ahora bien, este mercado debe operar bajo control social, de manera que asegure las necesidades humanas esenciales. De aquí se deriva una política salarial solidaria, subsidios para fomentar la movilidad social, créditos subvencionados, facilidades para la vivienda…

5. El sector público debe ampliarse para ofrecer más libertad de elegir
Tage Erlander, primer ministro de Suecia desde 1946 hasta 1969, explicaba que la política social moderna había logrado beneficiar a la mayor parte de la gente común en su seguridad y libertad. Por ejemplo, expandir los seguros de salud había servido para que estos servicios bajaran su precio, y las subvenciones a la vivienda habían servido para disminuir los suburbios.
Cuando responde a necesidades sociales, está justificada la expansión del sector público.

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