7 oct 2013

David Fernández: "La desobediencia civil es un instrumento útil, humano y fértil"

El lema de la CUP para la Diada del 11 de septiembre es: "Decidimos independencia... para cambiarlo todo". ¿La independencia lo cambiará todo?
Todo proceso histórico es un proceso abierto. Para la Candidatura de Unidad Popular y para la izquierda independentista, la independencia es una posibilidad de cambio político y social profundo. No es una barita mágica ni un mantra que a fuerza de decirlo lo cambiará todo, sino un proceso donde las clases populares recuperan el protagonismo. Nos independizaremos de muchas cosas, seguramente del Estado español como una estructura de poder que es incapaz de dar solución al problema de las nacionalidades históricas, pero también, y sobre todo, nos independizaremos de los mercados financieros que hipotecan el futuro de este pueblo y ahonda en las desigualdades sociales. También, claro está, queremos independizarnos de nuestra propia oligarquía.

¿La lucha social no queda relegada por la lucha nacional?
En el caso de la CUP no. La CUP es un proyecto que nace bajo la dictadura franquista, en 1968. Pensamos que no es posible la liberación nacional sin la liberación social al mismo tiempo. Un país nuevo sin justicia social no es más que otra jaula.
¿Las familias que mandan en Catalunya, algunos hablan de cuatrocientas, lo seguirán haciendo en un país independiente?
Lo que está claro es que en los últimos 34 años el gran garante de la unidad de España es la oligarquía catalana, que está movilizándose para oponerse al actual proceso de autodeterminación. Es la oligarquía la que se reúne, a parte del señor Mas, en privado con Rajoy. Son el conde de Godó o Isidre Fainé, presidente de La Caixa, los mayores activistas hoy contra la plena soberanía política y económica de Catalunya. Pero respondiendo a la pregunta, pretenderán seguir mandando, pero para nosotros la independencia no es un punto de llegada, es un punto de partida. Y a partir de ahí hay que continuar, en mejores condiciones democráticas, la lucha por un modelo social y económico siempre en disputa. Hay quién hace la trampa de decir que la "independencia es lo primero", y que hay que relegar la lucha social. Te lo dice la misma gente que está cerrando escuelas, hospitales, privatizando el agua o vendiendo patrimonio público. No existe lo nacional neutro.
¿Artur Mas tiene definido un modelo de país o va a remolque de los acontecimientos?
Yo creo que sí, que tiene una idea de país. Pero habría que estudiar mucho a la oligarquía catalana y sus facciones. El pujolismo fue durante 34 años un cajón de sastre, donde había personas que provenían de la doctrina social de la iglesia, por situarlo en lo más socialdemócrata, hasta sectores de la derecha neoliberal. El president Mas públicamente defiende un modelo de país, seguramente por el acuerdo político con ERC, pero su discurso de 2010 y 2011 fue una apuesta por los recortes y la privatización, desde una vertiente ideológica que no es otra que la profundización en la mayor ofensiva neoliberal que estamos viviendo en todo el mundo. Yo creo que eso ha cambiado, porque del 51% que votaría por la independencia según las encuestas, una mayoría, el 71%, se declara de izquierdas, no de centro izquierda. Pero también es verdad que Mas lo que hace es protagonizar un proceso, diciendo "yo soy el país", que era la práctica habitual del pujolismo, y la doctrina sigue siendo la misma. Los empresarios son los primeros y detrás vamos los demás.
Los demás, los trabajadores, que ahora llaman clase media...
Lo de la clase media es una pamema que nos han vendido. En los países catalanes hay 3 millones de pobres, un 25% de paro y 150.000 personas desahuciadas de sus casas. Las capacidades de resistencia y oposición a la política de los mercados son frágiles, son débiles. Venimos de una profunda derrota de las izquierdas, quizá la conciencia de clase es lo que nos ha salvado. Alguna reflexión tendrán que hacer los sindicatos, nosotros creemos en el sindicalismo, pero los sindicatos han firmado lo que han firmado, como la reforma de las pensiones. La hicieron el PP y el PSOE, pero ¿quién se ha sentado a la mesa con ellos para firmar?


¿Y los políticos?
Hay una clase política privilegiada, elitista y que ha hecho de la política un negocio para hacer dinero. Lo que degrada es la forma de hacer política, pero no la política en sí. La respuesta contra los mercados tiene que ser política. Otra cosa son los políticos que son la correa de trasmisión de los poderes económicos. Por ejemplo, el Parlament no manda, mandan los poderes económicos. Tanto los países catalanes como el Estado español son una economía intervenida de hecho.
¿Mas y Rajoy han pactado la pregunta del referéndum?
No lo sé. La entrevista que dio Mas en Catalunya Radio aplazando, en las dos acepciones, poniendo plazos y aplazando la consulta, apunta a ruido de despachos, intentos para dificultar el proceso... después del autismo del Estado español en este año, creo que habrá operaciones más sutiles. Hay tres escenarios posibles, la independencia, el del Estado dentro de un marco confederal o el del federalismo asimétrico, que ya lo reconoce hasta el PSOE. Vendrá la cultura de la transición otra vez, a forzar el pacto entre elites. Pero no creo que estemos en la situación de una segunda operación Roca, que busque el encaje en España con una salida tramposa. Nosotros el único escenario que contemplamos es consulta o consulta, es la forma más democrática de decidir colectivamente y de constatar las diferentes opiniones que hay en la sociedad. Por rigor democrático, incluso.


El gobierno prohíbe la Vía Catalana en Castellón. ¿Qué opina?
Me parece una provocación en toda regla. Una vulneración del ordenamiento jurídico y del derecho a manifestación. El ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, dice que podía haber peligro para los conductores. El peligro es un país que tiene un ministro de Interior que prohíbe manifestaciones democráticas. Además se hacen trampas con el lenguaje, no son catalanes que se van a Vinaroz a hacer la Vía Catalana, son personas del País Valencià que van a Vinaroz a dar su apoyo. Esto responde al españolismo ramplón, el metafalangismo de azuzar a unas comunidades contra otras. En 1982, Fernández Díaz era el Gobernador Civil de Barcelona cuando se encarceló a la lingüista Blanca Serra por llevar una pancarta con la palabra "independencia" en la manifestación pacífica contra la LOAPA. Esa rémora autoritaria del ordeno y mando aún sigue en personajes como este. A veces, para avanzar en democracia, la desobediencia civil es un instrumento útil, humano y fértil.


Usted dice siempre que no es nacionalista, sino independentista...
Yo no me identifico con el sentido más esencialista de nación. Somos un país hecho de inmigraciones y de pluralidad cultural, mis padres son de Zamora, por ejemplo. Toda nación refiere a unos mitos, yo no pregunto de dónde vienes, sino a dónde vas, si vamos a un proyecto compartido, republicano... La independencia para mí es un instrumento político para poder decidir sobre nuestra vida cotidiana y sobre el modelo de país que queremos. En esta Diada voy a compartir un acto con Diego Cañamero del SAT. Con él no soy nacionalista, soy un compañero de clase. Esto desmonta el tópico Catalunya/España, y que estamos de espaldas unos con otros. Nuestro enemigo no es ningún pueblo o cultura del Estado español, es la propia estructura política del Estado. Somos vecinos y vamos a tener que compartir la lucha contra la política neoliberal de la Unión Europea.


La Caixa, Banca Catalana... han sido el apoyo económico del nacionalismo institucional, ¿Muchos se han hecho ricos a cuenta de la patria?
Como en España o cualquier democracia de capitalismo maduro europeo. Las elites extractivas se han apropiado de las riquezas públicas, colectivas y se la han apropiado. El programa de la derecha catalana es idéntico al de la derecha española, que se envuelven en la bandera para defender la cartera. Es un clásico de los nacionalismos conservadores.

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