El pueblo de Gamonal fue anexionado al municipio de Burgos en el año 1955. A partir de ese año, su crecimiento, en el contexto del desarrollismo franquista y unido al desarrollo de dos polígonos industriales contiguos, hizo literal la frase de La Polla Records: “hiciste nuestras casas al lado de tus fábricas”. La nueva clase obrera burgalesa, que empezaba a dotarse de los elementos simbólicos y materiales de la lucha de clases, comenzaba a habitar un espacio sin ningún tipo de planificación urbanística y a dos kilómetros del centro de la ciudad.
Desde ese momento, distintos conflictos han desarrollado la identidad del barrio de Gamonal. En 1978 y según el Diario de Burgos del 9 de septiembre de aquel año, “los vecinos de Gamonal reunidos en asamblea” convocaron una manifestación para protestar por “el mal servicio de autobuses y un barrio con ruidos y atascos”. La protesta, que terminó con disturbios y varias personas heridas y detenidas, aún resonaba estos días en la memoria de muchas personas que participaron en la movilización contra el Bulevar. Aún más resonaba la victoria de agosto de 2005, en la que los vecinos y vecinas del barrio conseguimos parar la construcción de un parking subterráneo en la avenida Eladio Perlado. Con unas prácticas similares a las del conflicto del Bulevar y tras una noche de boicot directo a las obras, ya comenzadas, el entonces alcalde Juan Carlos Aparicio tuvo que pararlas.Y llegamos al presente de la crisis, que ha traído una precarización general de los vecinos del barrio. Los Expedientes de Regulación de Empleo, como herramienta para colocar trabajadores en la incertidumbre permanente sobre su (no) futuro, el cierre masivo de comercios y el empobrecimiento de los servicios sociales (con su consecuente crisis de cuidados) hacían latente el conflicto. Una obra como la transformación de la calle Vitoria en Bulevar y aparcamiento, es decir, la transformación de la vida cotidiana de los vecinos y vecinas del barrio, necesariamente tenía que encender este conflicto.
La mecha prendió con la organización de las primeras asambleas informativas, a las que sucedieron infinidad de protestas pacíficas (manifestaciones, bicicletadas, teatro de calle,…). La movilización estaba en marcha y en un barrio con el ADN de Gamonal las semillas siempre caen en tierra fértil.
Los vecinos supieron señalar los intereses que había detrás de este Bulevar, que no eran otros que los de los culpables de la situación de crisis que ya vivía el barrio. Desde la explosión de la burbuja inmobiliaria los grandes constructores no pueden mantener los anteriores niveles de ganancias construyendo vivienda privada, por lo que se valen de las concesiones de obra pública, como el Bulevar, para seguir viviendo por encima de nuestras posibilidades.
El foco se puso en Antonio Miguel Méndez Pozo, conocido como “el Jefe” de Burgos y condenado a siete años de prisión en 1994 por el Caso de la Construcción. Este cacique local es el dueño del Diario de Burgos, principal periódico de la ciudad, y desde sus páginas presiona al Ayuntamiento para poner los recursos públicos dentro de sus bolsillos. El Ayuntamiento, ciego y sordo a las movilizaciones, comenzó las obras añadiendo más leña al fuego de un barrio que ya ardía.
Desde este momento se utilizaron dos intesidades de violencia. Mientras que se bloqueaba la entrada a las máquinas desde las 6 de la mañana o se tiraba la basura a la obra del Bulevar, se dieron episodios de violencia absolutamente focalizada en los materiales de la obra y en las sucursales de entidades bancarias colindantes. La convivencia y coordinación de estos dos tipos de acciones fueron cruciales para conseguir la victoria.
Gamonal caminó por la senda de la madurez política, especialmente con la policía y los medios de comunicación. Todas las manifestaciones tuvieron parada en el Grupo Promecal, donde Méndez Pozo tiene su constructora y sus intoxicadores medios de comunicación. El mensaje era claro: "Sabemos quiénes son los responsables de nuestra miseria. No nos creemos lo que cuentan en sus periódicos. No tenemos miedo y venimos a señalaros".
La policía decidió escribir la página infame del relato. Provocaciones continuas, detenciones arbitrarias (47 en tres días) y violencia indiscriminada fueron las rúbricas que dejaron en el barrio. El antídoto era la inteligencia. En un primer momento no se rehuyó el enfrentamiento directo para poder boicotear el espacio de la obra, pero después, con el barrio invadido y militarizado por más de 300 antidisturbios, había que demostrar que los violentos eran ellos. Aguantar la provocación al final de una manifestación y conseguir que 5.000 personas acuerden volver a las seis de la mañana para evitar nuevos detenidos demostró que la legitimidad estaba del lado de los vecinos.
Los intentos de criminalización y división por parte de los informes policiales filtrados a los medios generaron una unidad inquebrantable. Las detenciones han desatado una inmensa ola de solidaridad que amenaza con enterrarles. Los silencios del Ayuntamiento sirvieron para nutrir un movimiento que desbordó los cauces institucionales de poder. Cuando el alcalde rompió por primera vez su ominoso silencio diciendo que no pararía las obras, sus declaraciones no tenían legitimidad ninguna. Eso ya no dependía de él, ni del Ayuntamiento, ni de la policía. Eso dependía de la organización del barrio y de la capacidad de la gente para mandar sobre la calle Vitoria.
Aunque la confirmación oficial de la paralización de la obra llegó el viernes 17, la obra la paramos una semana antes los vecinos a través de nuestra lucha. En Gamonal hemos ganado los de abajo. A través de la organización popular y la politización del barrio hemos demostrado que es posible ganar y que el "sí se puede" es algo más que una fórmula retórica. La lucha del barrio ha cambiado el color de una calle que antes era gris. Ahora la vamos a recordar como la calle Victoria, la calle que demuestra que si queremos, aquí en Burgos y en cualquier otro lugar, depende de nosotros y nosotras que el pueblo mande y el gobierno obedezca.
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