1 feb 2014

Gamonal manda, el Ayuntamiento obedece

El pueblo de Gamonal fue anexionado al municipio de Burgos en el año 1955. A partir de ese año, su crecimiento, en el contexto del desarrollismo franquista y unido al desarrollo de dos polígonos industriales contiguos, hizo literal la frase de La Polla Records: “hiciste nuestras casas al lado de tus fábricas”. La  nueva  clase  obrera  burgalesa,  que  empezaba  a  dotarse  de  los  elementos simbólicos y materiales de la lucha de clases, comenzaba a habitar un espacio sin ningún tipo de planificación urbanística y a dos kilómetros del centro de la ciudad.
Desde ese momento, distintos conflictos han desarrollado la identidad del barrio de Gamonal. En 1978  y según  el Diario  de Burgos  del  9  de septiembre  de  aquel  año,  “los  vecinos  de Gamonal reunidos  en  asamblea”  convocaron  una  manifestación  para  protestar  por  “el  mal  servicio  de autobuses  y  un  barrio  con  ruidos  y  atascos”.  La  protesta,  que  terminó  con disturbios  y  varias personas  heridas  y  detenidas,  aún  resonaba  estos  días  en  la  memoria  de  muchas  personas  que participaron en la movilización contra el Bulevar. Aún más resonaba la victoria de agosto de 2005, en  la  que  los  vecinos  y  vecinas  del  barrio  conseguimos  parar  la  construcción  de  un  parking subterráneo  en  la  avenida  Eladio  Perlado.  Con  unas  prácticas similares  a  las  del  conflicto  del Bulevar y tras una noche de boicot directo a las obras, ya comenzadas, el entonces alcalde Juan Carlos Aparicio tuvo que pararlas.
Y  llegamos  al  presente  de  la  crisis,  que  ha  traído  una  precarización  general  de  los  vecinos  del barrio. Los Expedientes de Regulación de Empleo, como herramienta para colocar trabajadores en la  incertidumbre  permanente  sobre  su  (no)  futuro,  el  cierre  masivo  de  comercios  y  el empobrecimiento de los servicios sociales (con su consecuente crisis de cuidados) hacían latente el conflicto. Una obra como la transformación de la calle Vitoria en Bulevar y aparcamiento, es decir, la transformación de la vida cotidiana de los vecinos y vecinas del barrio, necesariamente tenía que encender este conflicto.


 La  mecha  prendió  con  la  organización  de  las  primeras  asambleas  informativas,  a  las  que sucedieron infinidad de  protestas pacíficas (manifestaciones, bicicletadas, teatro  de  calle,…). La movilización estaba en marcha y en un barrio con el ADN de Gamonal las semillas siempre caen en tierra fértil.
Los vecinos supieron señalar los intereses que había detrás de este Bulevar, que no eran otros que los de los culpables de la situación de crisis que ya vivía el barrio. Desde la explosión de la burbuja inmobiliaria  los  grandes  constructores  no  pueden  mantener  los  anteriores  niveles  de  ganancias construyendo vivienda privada, por lo que se valen de las concesiones de obra pública, como el Bulevar, para seguir viviendo por encima de nuestras posibilidades.
El foco se puso en Antonio Miguel Méndez Pozo, conocido como “el Jefe” de Burgos y condenado a siete años de prisión en 1994 por el Caso de la Construcción. Este cacique local es el dueño del Diario de Burgos, principal periódico de la ciudad, y desde sus páginas presiona al Ayuntamiento para  poner  los recursos  públicos  dentro  de sus  bolsillos. El  Ayuntamiento,  ciego  y sordo  a  las movilizaciones, comenzó las obras añadiendo más leña al fuego de un barrio que ya ardía.
Desde  este  momento  se  utilizaron  dos  intesidades  de  violencia.  Mientras  que  se  bloqueaba  la entrada  a las máquinas desde las 6 de la mañana o se tiraba la basura  a la obra del Bulevar, se dieron  episodios  de  violencia  absolutamente focalizada  en  los  materiales  de  la  obra  y  en  las sucursales de entidades bancarias colindantes. La convivencia y coordinación de estos dos tipos de acciones fueron cruciales para conseguir la victoria.
Gamonal caminó por la senda de la madurez política, especialmente con la policía y los medios de comunicación. Todas las manifestaciones tuvieron parada en el Grupo Promecal, donde Méndez Pozo  tiene su  constructora  y sus  intoxicadores  medios  de  comunicación.  El  mensaje  era  claro: "Sabemos quiénes son los responsables de nuestra miseria. No nos creemos lo que cuentan en sus periódicos. No tenemos miedo y venimos a señalaros".
La  policía  decidió  escribir  la  página  infame  del  relato.  Provocaciones  continuas,  detenciones arbitrarias (47 en tres días) y violencia indiscriminada fueron las rúbricas que dejaron en el barrio. El antídoto era la inteligencia. En un primer momento no se rehuyó el enfrentamiento directo para poder boicotear el espacio de la obra, pero después, con el barrio invadido y militarizado por más de 300 antidisturbios, había que demostrar que los violentos eran ellos. Aguantar la provocación al final de una manifestación y conseguir que 5.000 personas acuerden volver a las seis de la mañana para evitar nuevos detenidos demostró que la legitimidad estaba del lado de los vecinos.
Los  intentos  de  criminalización  y  división  por  parte  de  los  informes  policiales  filtrados  a  los medios generaron una unidad inquebrantable. Las detenciones han desatado una inmensa ola de solidaridad que amenaza con enterrarles. Los silencios del Ayuntamiento sirvieron para nutrir un movimiento  que  desbordó  los  cauces  institucionales  de  poder.  Cuando  el  alcalde  rompió  por primera  vez su  ominoso silencio  diciendo  que  no  pararía las  obras, sus  declaraciones  no tenían legitimidad ninguna. Eso ya no dependía de él, ni del Ayuntamiento, ni de la policía. Eso dependía de  la  organización  del  barrio  y  de  la  capacidad  de  la  gente  para mandar sobre  la  calle Vitoria.
Aunque la confirmación oficial de la paralización de la obra llegó el viernes 17, la obra la paramos una semana antes los vecinos a través de nuestra lucha. En Gamonal hemos ganado los de abajo. A través de la organización popular y la politización del barrio hemos demostrado que es posible ganar y que el "sí se puede" es algo más que una fórmula retórica. La lucha del barrio ha cambiado el color de una calle que antes era gris. Ahora la vamos a recordar  como  la  calle  Victoria,  la  calle  que  demuestra  que si  queremos,  aquí  en Burgos  y  en cualquier otro lugar, depende de nosotros y nosotras que el pueblo mande y el gobierno obedezca.

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