La burbuja inmobiliaria convirtió el derecho a la vivienda (recogido en la Constitución) en un multimillonario negocio para bancos y constructoras. Hoy, las consecuencias de esta mercantilización están a la vista: 115 desahucios diarios. (1)
Por otra parte, con los servicios básicos como el agua y la energía eléctrica pasó lo mismo. Gracias a las sucesivas privatizaciones -que supusieron un negocio multimillonario para empresas participadas por la banca estos servicios básicos se convirtieron en una mercancía más con unos resultados bien conocidos: miles de familias que no pueden acceder al agua potable o a la calefacción, quedan abandonadas a su suerte ante la insalubridad y el frío mientras las empresas que mercadean con estos servicios obtienen beneficios millonarios. Un dato: con el 1,3% de los beneficios de Gas Natural, Endesa e Iberdrola se podría acabar con la ‘pobreza energética “. (2)
Vemos pues, que los derechos sociales cuando caen en manos de la banca, cuando es la banca quien hace de intermediario entre estos derechos y los ciudadanos, se hacen totalmente impracticables.
Pero la voracidad de la banca no sólo hace imposible el ejercicio de los derechos sociales. Incluso los derechos que asisten a los que todavía tienen algo ahorrado, se convierten en papel mojado ante la banca. El derecho a la propiedad privada -tan querido y reivindicado por aquellos que más propiedad privada atesoran- tampoco resiste la lógica depredadora bancaria. Si no que le pregunten a los de afectados por la estafa de las preferentes.
Estos ejemplos dejan claro que ante la banca y sus intereses no hay derecho que valga: ni derecho a la vivienda, ni a los servicios básicos, ni a la propiedad privada de los ciudadanos. Pero a la banca no le basta con habernos desahuciado, habernos cortado el agua y habernos expropiado los ahorros y busca constantemente nuevas maneras de convertir nuestros derechos en un negocio. Ahora le toca el turno al derecho a la salud.
Con la complicidad de los gobiernos de CiU y el PP (entre otros) la banca toma posiciones y pone en marcha un enorme negocio en torno al derecho a la salud de la población. Así, mientras los gobiernos destruyen la capacidad pública de garantizar ese derecho, la banca saca partido y, de nuevo, se presenta como intermediaria entre los ciudadanos y sus derechos (previo pago, claro).
No podemos permitir volver a caer en la trampa.
Pusimos en manos de la banca el derecho a la vivienda. Resultado: desahuciados.
Pusimos en manos de la banca la electricidad. Resultado: congelados.
Pusimos en manos de la banca nuestros ahorros. Resultado: estafados.
Ahora la banca -y los partidos a su servicio- quieren poner en manos de la banca el derecho a la salud. Si no lo evitamos el resultado es previsible: muertos.
(1) Dato del Colegio de Registradores de España.
(2) elcritic.cat · t.co/WjJKDjKVx6
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