18 oct 2015

Capitalismo de Casino: Demócratas y republicanos se juegan la democracia

“Buenas noches a todos. Estamos en vivo en el hotel Wynn Resort de Las Vegas para el debate presidencial demócrata de CNN y Facebook. ¡Bienvenidos!”. Con estas palabras se dio inicio al primer debate de pre-candidatos demócratas a la presidencia de cara a las elecciones generales de 2016. Sí, la sede del evento fue un casino hotel de Las Vegas.
Cinco candidatos demócratas tuvieron un lugar reservado en el escenario: la exsecretaria de Estado Hillary Clinton, el senador de Vermont Bernie Sanders, el exgobernador de Maryland Martin O’Malley, el exsenador de Virginia Jim Webb y el exgobernador de Rhode Island Lincoln Chafee.CNN, la cadena que emitió el debate, tenía preparado un sexto podio con la esperanza de que el vicepresidente Joe Biden entrara al cuadrilátero a tiempo para aumentar sus índices de audiencia. Pero Biden declinó la invitación.


El candidato demócrata Larry Lessig estaba dispuesto a utilizar el sexto podio, pero se le prohibió participar. Lessig es docente de la Universidad de Harvard y un reconocido intelectual que se postula a la presidencia por el Partido Demócrata con una plataforma que incluye un único punto: eliminar el dinero de la política. Según su campaña, Lessig recaudó un millón de dólares en 28 días gracias al aporte de unas 10.000 personas, obtuvo el apoyo de votantes de todo el espectro político, alcanzó el 1% en la primera encuesta nacional desarrollada por su campaña y habló en la Convención del Partido Demócrata en New Hampshire junto a otros candidatos. Aún así, el Comité Nacional Demócrata ha ignorado sistemáticamente su candidatura. El exgobernador Chafee, por el contrario, recaudó poco menos de 28.000 dólares en el primer semestre de 2015.
Bernie Sanders se ha convertido en el candidato sorpresa de este año al atraer a una cantidad sin precedentes de público a sus actos de campaña, recaudar millones de dólares en pequeñas donaciones y subir de manera sostenida en las encuestas en comparación con Hillary Clinton. Se describe a sí mismo como socialista, hecho en el que centró su atención desde el principio el moderador del debate de CNN, Anderson Cooper: “Senador Sanders, una encuesta de Gallup muestra que la mitad de la población no pondría a un socialista en la Casa Blanca. Usted se describe como un demócrata de orientación socialista. ¿Cómo podría ganar una elección general en Estados Unidos un socialista, del tipo que fuera?”.
“Vamos a ganar, primero porque vamos a explicar qué significa esta visión demócrata-socialista. Y esta visión demócrata de orientación socialista se trata de decir que es inmoral e incorrecto que el 1% más rico de la población de este país posea casi el mismo patrimonio que el restante 90% junto, que está mal que hoy en día, con un sistema económico fraudulento, el 57% de todo nuevo ingreso vaya a parar al 1% más rico”.

Cooper insistió: “Entonces, ¿usted no se considera capitalista?”.
A lo que Sanders respondió: “¿Si me considero parte del casino capitalista que hace que tan pocos tengan tanto y tantos tengan tan poco, el que permite que la codicia y la irresponsabilidad de Wall Street arruinen la economía de este país? No. Creo en una sociedad en la que a toda la gente le va bien, no solo a un puñado de multimillonarios”.
Por supuesto que los demócratas no tienen el monopolio de la política de casino. Unos días antes del debate demócrata, el candidato republicano Marco Rubio hizo un peregrinaje a otro casino, el The Venetian Casino-Hotel de Las Vegas, para reunirse con su dueño, el magnate del juego Sheldon Adelson. Los candidatos republicanos hacen fila para “besarle el anillo” a este multimillonario que según Forbes es la decimoctava persona más rica del mundo. Con la generosidad de su dinero puede lanzar o hacer caer una candidatura y los candidatos acuden a su casino en una competencia que fue apodada como “las primarias de Adelson”. Se dice que Rubio lleva la delantera en la carrera por ganarse el apoyo de este magnate de la industria del juego. En el ciclo electoral de 2012, Sheldon Adelson gastó cien millones de dólares en apoyo a la causa republicana.
Y no nos olvidemos del favorito de los republicanos, el multimillonario Donald Trump. Él también es un magnate de los casinos por sus propios méritos y tiene una escabrosa trayectoria en el rubro. Ha sido dueño y ha dirigido numerosos casinos, desde establecimientos en Atlantic City y Las Vegas, hasta un barco-casino en el Río Mississippi, la mayoría de los cuales terminaron en la quiebra a lo largo de los años.
Muchas personas sospechan que las máquinas tragamonedas y otras opciones para realizar apuestas en Las Vegas son manipuladas. La misma crítica se ha hecho a los debates presidenciales. Los dos principales partidos conformaron una compañía privada en el año 1987, la Comisión de Debates Presidenciales, para quitarle el control de los debates a la organización independiente Liga de Mujeres Votantes. Dadas las reglas que establece esta compañía, los demás partidos prácticamente no tienen oportunidad de participar de los debates realizados en el marco de las elecciones generales. La Comisión de Debates Presidenciales está dirigida por un demócrata y un republicano: Mike McCurry, exsecretario de Prensa de la Casa Blanca durante la presidencia de Bill Clinton, y el expresidente del Comité Nacional Republicano Frank J. Fahrenkopf.
Hasta el año 2013, Fahrenkopf dirigió además la Asociación Estadounidense de Juegos de Azar (AGA, por sus siglas en inglés). Sí, dirigió el grupo de presión de la industria del juego. La AGA lanzó recientemente una iniciativa, llamada “¡Voto a favor de los juegos de azar!”, en apoyo a los candidatos partidarios de los juegos de azar en estados clave en los que la contienda está muy disputada, entre ellos, como habrán imaginado, Nevada. Según parece, a la AGA no le gusta correr riesgos, por lo que divide sus donaciones casi por partes iguales entre demócratas y republicanos.
El mundo arde en llamas. El clima está cambiando y se cierne sobre el planeta la amenaza de daños catastróficos e irreversibles. Mientras estallan guerras que obligan a millones de personas a huir desesperadamente, en Estados Unidos, la desigualdad alcanza su punto más alto en la historia. Hay mucho en juego en las elecciones presidenciales estadounidenses y su resultado no tendría que estar determinado solamente por aquellos que hacen las grandes apuestas. Nuestra democracia y el planeta merecen mucho más que eso.

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