“El capitalismo tiene los siglos contados”, sentenciaba Manuel Rodríguez Rivero en su siempre interesante columna Sillón de orejas en el suplemento cultural Babelia. Si nos atenemos a la creciente desafección de la mayoría de los ciudadanos del mundo, puede que no sean siglos sino décadas.
Estados Unidos siempre ha sido el paladín del capitalismo para el resto del mundo, pero allí se está dando un fenómeno muy parecido al que azota buena parte de Europa: por primera vez en el último medio siglo la generación que se está incorporando (con suerte) al mercado laboral va a vivir peor que sus padres.
También por primera vez el número de jóvenes que aseguran aborrecer al capitalismo supera al que apoya este sistema económico, según una encuesta realizada por la Universidad de Harvard: el 51% de los jóvenes entre 18 y 29 años aseguraron no respaldar el capitalismo, frente al 42% que lo apoya. Hace cinco años, la misma pregunta formulada por Pew Research arrojaba un resultado de tablas: 46% a favor, 47% en contra, informa Wahstington Post.
No obstante, la desafección hacia la economía de mercado no significa necesariamente el apoyo a otras opciones políticas “radicales”, como se dice ahora:sólo el 33% de los encuestados (dos tercios de los críticos) se definía como “socialista”, una cifra elocuente en un país cuyas opciones políticas estriban entre la derecha y la ultraderecha y un tipo como Donald Trump puede llegar a ser presidente.
El porqué de esta paradoja está en las bandas de edad superiores: sólo los mayores de 50 años apoyan mayoritariamente el capitalismo, nada sorprendentemente la generación del baby boom, los grandes beneficiarios de la gran bonanza económica que vivió Estados Unidos entre 1946 y 1973. Desde entonces, el declive del Imperio ha sido paulatino y se ha truncado el llamado “sueño americano”, la posibilidad de cualquier ciudadano de ascender en la escala social gracias a su tesón y esfuerzo.
Por mucho esfuerzo que le ponga ahora un trabajador americano lo más probable es que nunca logre mejorar sus condiciones de vida. Tal y como explica el que fuera secretario de trabajo en el primer gobierno Clinton, Robert Reich, en su muy recomendable documental ‘Inequality for All’, el sueldo medio del trabajador estadounidense permanece estancado desde mediados de los setenta (la crisis del petróleo), un período en el que las diferencias entre los más ricos y los menos pudientes se ha multiplicado varios órdenes de magnitud.
Precisamente, la desigualdad es uno de los asuntos en los que los jóvenes estadounidenses creen que el Estado debería reducir, siempre según la encuesta de Harvard: el 30% de los encuestados considera que es tarea del gobierno reducir la desigualdad, en tanto un abrumador 47% está de acuerdo con la firmación “Las necesidades básicas, como la comida y el cobijo, son un derecho que el gobierno debería proveer a aquellos que no se lo puedan permitir”.
En España, la oposición al capitalismo es mucho más notoria: el 74% de los encuestados por el BBVA en 2013 afirmaron rechazar el capitalismo, frente a un escaso 11% que lo respalda, lo que convierte a España en el país más anticapitalista de Europa. Sobre el papel, al menos: ahí están las avalanchas en Primark para demostrarlo.
Visto en Wahstington Post, vía Boing Boing. Con información de ‘Inequality for All’ (YouTube) y Expansión.
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