Han pasado casi cuatro años desde que ocurrieron tres graves tragedias de la industria textil en Paquistán y Bangladesh: Ali Enterprises, Tazreen y Rana Plaza. Estas catástrofes provocadas por el hombre, sin duda causaron gran revuelo en todo el mundo y crearon conciencia, como nunca antes, en gran parte de la opinión pública alemana y europea, sobre las condiciones de trabajo de la industria textil en Asia. Hoy nadie puede negar el sufrimiento humano y los enormes costos que conlleva el consumismo del mundo occidental.
Ahora cabe preguntarse ¿qué ha cambiado desde entonces? La presión ejercida sobre las empresas textiles compradoras ha sido tan grande, que éstas crearon un fondo de indemnizaciones, financiado por las mismas empresas europeas. Así, más de 100 empresas están obligadas, por contrato, a contar con edificios independientes y medidas de prevención de incendios en toda la cadena de suministro. Además, el Ministro Federal para la Cooperación y el Desarrollo Económico en Alemania, Gerd Müller, creó la "alianza textil", para desarrollar normas para una industria textil sostenible. La alianza se reúne hace más de un año en una "mesa redonda" y agrupa a miembros de la política, la economía y la sociedad civil.
Hasta hoy no ha habido resultados concretos y tampoco esperamos grandes soluciones que rompan esquemas, pues con el modelo económico actual, con las políticas de precios y con las prácticas de compra de proveedores, es casi imposible asegurar horas de trabajo o un salario mínimo dignos. Por lo demás, las empresas desconocen su responsabilidad por las condiciones de trabajo en las cadenas de suministros del cono sur.
Pero eso es justamente lo que exigen los trabajadores, trabajadoras y sindicatos de Asia. Ellos se agruparon en la red internacional "Campaña Ropa Limpia" y se reunieron en marzo en Nepal. Durante tres días discutieron sobre lo ocurrido en Rana Plaza y en las otras tragedias de la industria textil. Lo más impresionante fue el testimonio de Saeeda Khatoon, quien es también vicepresidenta de la Asociación de Afectados por el Incendio de Baldia Factory (Baldia Factory Fire Affectees Association), que agrupa a los sobrevivientes y afectados por el incendio en la fábrica Ali Enterprices, en Karachi. En un relato conmovedor, dijo que todos los esfuerzos de las organizaciones internacionales o empresas, no valen de nada si los trabajadores y trabajadoras no son incluidos; y eso es precisamente lo que Khatoon y los otros miembros de la organización paquistaní quieren lograr. Yo misma asistí unas tres veces a las conferencias que ellos organizan. Recuerdo haber estado con cerca de 190 afectados del incendio de la fábrica. Había hombres y mujeres discutiendo temas que aún no logran consenso en Paquistán, como la demanda contra la empresa alemana KiK, el principal cliente de la fábrica y también sobre el juicio contra la empresa italiana de certificación RINA.
¿Sólo palabras?
El hijo de Khatoon murió en el incendio de las empresas Ali Enterprices el 11 de septiembre del 2012 en Karachi. Khatoon además es viuda y no ha superado emocionalmente el haber perdido a su hijo, que era la persona más importante en su vida y el único que llevaba sustento a la familia, pero a pesar de todo lucha por obtener justicia. Hoy ayuda a los miembros de otras organizaciones, por ejemplo, a dialogar con las autoridades paquistaníes. También acompaña a los sobrevivientes y afectados en el proceso de iniciar juicios contra el gobierno paquistaní, para así obtener pensiones de invalidez justas. Todos en la organización luchan porque KiK reconozca su responsabilidad ante las víctimas del incendio. De hecho, Khatoon presentó junto a otros tres miembros de la organización de afectados, una demanda de indemnización por daños y perjuicios contra KiK, ante el Tribunal Federal de Dortmund, en marzo del 2015.
A inicios del 2016, y luego de las investigaciones del Ministerio de Desarrollo, Kik respondió a la demanda mostrando disposición para dialogar por una indemnización de perjuicios a causa de la tragedia de Rana Plaza. Pero al parecer todo quedó en las palabras, porque KiK detuvo las investigaciones y no volvió a hablar seriamente sobre la indemnización. Si de verdad queremos dar credibilidad a esto, el Ministerio debe ejercer más presión. Mientras KiK se presente en el marco de la "alianza textil" como el socio bueno del ministerio, se está quedando en las palabras pero desconoce sus responsabilidades concretas. Mientras el juicio en el tribunal federal de Dortmund siga pendiente veremos qué tan buenas son sus intenciones.
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