Uno de los problemas de las tecnologías nuevas es que antes de su introducción masiva en la sociedad no se tiene en cuenta adecuadamente la forma de tratar sus desechos, ni los fabricantes cuidan la utilización de materiales óptimos para el reciclaje ni los gobiernos educan a los consumidores en la aplicación de la economía circular a los ingenios artífices de estas tecnologías, ni hay una clara voluntad de reducir drásticamente la obsolescencia programada.
El problema del tratamiento de la basura electrónica (incluye restos eléctricos y electrónicos) se agrava desde el momento en que los países importadores de esta basura comienzan a mostrarse más reticentes a cumplir con la función del tratamiento, sin los recursos ni el conocimiento necesarios, con el agravante de que el mayor consumo per cápita no sólo de aparatos electrónicos (ya que los que no lo son incluyen e-componentes) ha aumentado exponencialmente el volumen a reciclar. Las últimas cifras del volumen de desechos electrónicos generado en el mundo, correspondientes a 2016 cifran en 44 millones de toneladas (6 kilos por habitante), y alrededor del 80% no pasa por plantas de reciclaje, es más un 4% va directamente al cubo de la basura común, teniendo estos despericios un alto riesgo y potencial de toxicidad si no se tratan adecuadamente.
La OCDE ha sacado una lista de los países donde se genera más basura electrónica por habitante, en la que en cabeza de la generación de desechos electrónicos se encuentra la ‘verde y ecológica’ Noruega, país del mundo en el que se venden más automóviles eléctricos, superando los 28 kilogramos por habitante. Tras ella, Reino Unido, Dinamarca, Australia, Alemania, Francia y España, esta última con 21 kilos por habitante, frente a una media de 16,6 kilos en Europa, que es tras Asia, el continente con más basura, pero también en el que se recicla adecuadamente más, con cerca del 35% (en España no llega al 25%), duplicando el reciclado de los asiáticos. En contra de lo que pueda pensarse, Estados Unidos está detrás, con menos de 20 kilogramos, al igual que Japón, 16,9 kilos, y China, 5,2.
Aparte del problema medioambiental que generan estos residuos en países como Nigeria, gran importador de esta basura, especialmente de la procedente de Europa, es la pérdida económica que supone la falta de reciclado, ya que en la basura electrónica se calcula, según el Global Ewaste Monitor, que hay 55.000 millones de euros de valor aprovechable (siempre con datos de 2016). Esta cifra aumentaría notablemente si hubiera un modelo de economía circular en el desarrollo de los productos con componentes electrónicos.
El problema del tratamiento de la basura electrónica (incluye restos eléctricos y electrónicos) se agrava desde el momento en que los países importadores de esta basura comienzan a mostrarse más reticentes a cumplir con la función del tratamiento, sin los recursos ni el conocimiento necesarios, con el agravante de que el mayor consumo per cápita no sólo de aparatos electrónicos (ya que los que no lo son incluyen e-componentes) ha aumentado exponencialmente el volumen a reciclar. Las últimas cifras del volumen de desechos electrónicos generado en el mundo, correspondientes a 2016 cifran en 44 millones de toneladas (6 kilos por habitante), y alrededor del 80% no pasa por plantas de reciclaje, es más un 4% va directamente al cubo de la basura común, teniendo estos despericios un alto riesgo y potencial de toxicidad si no se tratan adecuadamente.
La OCDE ha sacado una lista de los países donde se genera más basura electrónica por habitante, en la que en cabeza de la generación de desechos electrónicos se encuentra la ‘verde y ecológica’ Noruega, país del mundo en el que se venden más automóviles eléctricos, superando los 28 kilogramos por habitante. Tras ella, Reino Unido, Dinamarca, Australia, Alemania, Francia y España, esta última con 21 kilos por habitante, frente a una media de 16,6 kilos en Europa, que es tras Asia, el continente con más basura, pero también en el que se recicla adecuadamente más, con cerca del 35% (en España no llega al 25%), duplicando el reciclado de los asiáticos. En contra de lo que pueda pensarse, Estados Unidos está detrás, con menos de 20 kilogramos, al igual que Japón, 16,9 kilos, y China, 5,2.
Aparte del problema medioambiental que generan estos residuos en países como Nigeria, gran importador de esta basura, especialmente de la procedente de Europa, es la pérdida económica que supone la falta de reciclado, ya que en la basura electrónica se calcula, según el Global Ewaste Monitor, que hay 55.000 millones de euros de valor aprovechable (siempre con datos de 2016). Esta cifra aumentaría notablemente si hubiera un modelo de economía circular en el desarrollo de los productos con componentes electrónicos.
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