Los datos de salida de la crisis lo dejan claro: el impacto de la caída del empleo en la última década y de los recortes a partir de 2012 lo han absorbido las clases trabajadoras. La publicación, ayer 30 de septiembre, de la Contabilidad nacional anual de España del Instituto Nacional de Estadística indica que 2018 es un año de recuperación de salarios y beneficios de explotación —lo que ganan las empresarios— pero también que unos ganan más que otros. Por primera vez desde 2009, el año pasado se recuperó la cifra de 17 millones de puestos de trabajo —15 equivalentes a tiempo completo— y se batió un récord en concepto de sueldos y salarios: 423.888 millones de euros para el conjunto de la población asalariada. Por su parte, los empresarios también vivieron 2018 como un año de bonanza: el excedente de explotación bruto y renta mixta bruta —el saldo de la cuenta de explotación descontados pagos de salarios e impuestos— ascendió hasta los 531.844 millones de euros.
La remuneración de las personas asalariadas que, suma a la contabilidad de sueldos y salarios, el conocido como “salario indirecto” que conforman las cotizaciones sociales, sigue siendo más alto que el resultado de explotación, pero la brecha que existe entre uno y otro capítulo se ha reducido sustancialmente desde el comienzo de la crisis. Si la remuneración ha tardado una década al volver al mismo punto en el que estaba —entre 2008 y 2018 ha subido un 0,08%—, en el mismo periodo el beneficio de las empresas —descontado el pago de salarios y cotizaciones— se ha disparado un 11,34%.
En el conjunto de la “tarta” de la producción, en esta década ha caído la participación de salarios y cotizaciones y se ha incrementado la de impuestos y, sobre todo, el excedente bruto. El capital acapara el 48% del porcentajes sobre el total de la producción, los distintos impuestos suponen el 11,2%, y la masa salarial se sitúa en el 39% del total.
El ingrediente secreto del aumento del beneficio empresarial —que acumula tres años al alza— es el descenso de las cotizaciones sociales a cargo de los empleadores, cuyo peso dentro del reparto se ha reducido en términos absolutos en la década de crisis. En 2008, los empresarios aportaban 121.315 millones al sistema de la seguridad social, diez años después, según el INE, el monto total fue de 120.691 millones. El Banco Mundial establece la presión fiscal “soportada” por los empresarios españoles, que incluye cotizaciones e IVA, en el 46,9% de los ingresos netos, cuando en Francia es el 62% y en Italia del 48%.
La caída de los ingresos procedentes de las las cotizaciones sociales a pagar por las empresas han sido calificados como los “recortes invisibles” del sistema público, tanto por su escaso conocimiento por la población como por el presupuesto que detrae del sistema público de pensiones.
LOS SALARIOS COMENZARON A RECUPERARSE
En 2008, el conjunto de las personas asalariadas generó 422.811 millones de euros. Es una cifra que solo se ha recuperado una década después. En 2018, el conjunto de asalariados “cobró” 423.888 euros, después de que el año anterior se superara por primera vez desde el estallido de la crisis el umbral de los 400.000 millones.
Atrás queda 2013, año clave por ser el primero en el que la relación de capital y trabajo se produjo bajo la reforma laboral introducida por el PP de Mariano Rajoy. Se trata del año con menos población asalariada desde el comienzo del milenio 15,8 millones de personas, frente a los 17,9 de la actualidad, y también del momento en el que más bajo se situó la cantidad total de sueldos y salarios: 364.243 millones. 2013 también fue un récord negativo para el resultado de las empresas: “solo” tuvo un resultado de explotación de 454.984 millones de euros.
Por ramas de actividad, se aprecia cómo en la última década ha descendido el peso específico de la construcción pero también de la industria en el conjunto de empleos. Las actividades inmobiliarias, con un peso bajísimo en materia de sueldos y salarios —3.567 millones en 2018, el menor de todas las ramas en la Clasificación Nacional de Actividades Económicas — tiene el segundo resultado de explotación más alto, solo por detrás del sector del comercio y la hostelería, la gran locomotora de la economía española. La actividad inmobiliaria generó un beneficio empresarial de 111.924 millones de euros en 2018: más que la agricultura, la construcción y la extracción de energía juntas.
La remuneración de las personas asalariadas que, suma a la contabilidad de sueldos y salarios, el conocido como “salario indirecto” que conforman las cotizaciones sociales, sigue siendo más alto que el resultado de explotación, pero la brecha que existe entre uno y otro capítulo se ha reducido sustancialmente desde el comienzo de la crisis. Si la remuneración ha tardado una década al volver al mismo punto en el que estaba —entre 2008 y 2018 ha subido un 0,08%—, en el mismo periodo el beneficio de las empresas —descontado el pago de salarios y cotizaciones— se ha disparado un 11,34%.
En el conjunto de la “tarta” de la producción, en esta década ha caído la participación de salarios y cotizaciones y se ha incrementado la de impuestos y, sobre todo, el excedente bruto. El capital acapara el 48% del porcentajes sobre el total de la producción, los distintos impuestos suponen el 11,2%, y la masa salarial se sitúa en el 39% del total.
El ingrediente secreto del aumento del beneficio empresarial —que acumula tres años al alza— es el descenso de las cotizaciones sociales a cargo de los empleadores, cuyo peso dentro del reparto se ha reducido en términos absolutos en la década de crisis. En 2008, los empresarios aportaban 121.315 millones al sistema de la seguridad social, diez años después, según el INE, el monto total fue de 120.691 millones. El Banco Mundial establece la presión fiscal “soportada” por los empresarios españoles, que incluye cotizaciones e IVA, en el 46,9% de los ingresos netos, cuando en Francia es el 62% y en Italia del 48%.
La caída de los ingresos procedentes de las las cotizaciones sociales a pagar por las empresas han sido calificados como los “recortes invisibles” del sistema público, tanto por su escaso conocimiento por la población como por el presupuesto que detrae del sistema público de pensiones.
LOS SALARIOS COMENZARON A RECUPERARSE
En 2008, el conjunto de las personas asalariadas generó 422.811 millones de euros. Es una cifra que solo se ha recuperado una década después. En 2018, el conjunto de asalariados “cobró” 423.888 euros, después de que el año anterior se superara por primera vez desde el estallido de la crisis el umbral de los 400.000 millones.
Atrás queda 2013, año clave por ser el primero en el que la relación de capital y trabajo se produjo bajo la reforma laboral introducida por el PP de Mariano Rajoy. Se trata del año con menos población asalariada desde el comienzo del milenio 15,8 millones de personas, frente a los 17,9 de la actualidad, y también del momento en el que más bajo se situó la cantidad total de sueldos y salarios: 364.243 millones. 2013 también fue un récord negativo para el resultado de las empresas: “solo” tuvo un resultado de explotación de 454.984 millones de euros.
Por ramas de actividad, se aprecia cómo en la última década ha descendido el peso específico de la construcción pero también de la industria en el conjunto de empleos. Las actividades inmobiliarias, con un peso bajísimo en materia de sueldos y salarios —3.567 millones en 2018, el menor de todas las ramas en la Clasificación Nacional de Actividades Económicas — tiene el segundo resultado de explotación más alto, solo por detrás del sector del comercio y la hostelería, la gran locomotora de la economía española. La actividad inmobiliaria generó un beneficio empresarial de 111.924 millones de euros en 2018: más que la agricultura, la construcción y la extracción de energía juntas.
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