Se sienta en la biblioteca de la Facultad de Odontología de la Universidad Complutense y es abordada por ABC. Al principio, se niega a dar declaraciones, cuando finalmente se decide, le empieza a temblar la voz. No quiere hablar pero algo la obliga: denunciar las injusticias. No quiere que la escuchen, tampoco quiere dar su nombre y le propone a ABC, «María». «Esa facultad es super endogámica, son todas familias, aquí hay padres, hermanos y hasta amantes...Siempre ha sido así ¿Has ido a la universidad? Entonces sabes cómo funciona la endogamia en la universidad española, tanto en la pública como en la privada y en todas partes...». «La odontología es un negocio, no hay un MIR como los médicos, para formarte hay que hacer másteres que son carísimos, la gente se mata por entrar, vale todo...». Su mensaje está cargado de furia y también de ironía.
Ella habla de la endogamia de una forma diametralmente opuesta a la utilizada por Mercedes Gómez, exvicerrectora de Política Académica y Profesorado: «Deje de decir chorradas (...) hay una endogamia mala y otra buena». «Si usted quiere ser tan puritano, denúncielo (...) y si no se le gusta cómo se hacen las cosas en esta universidad, váyase a otra», agregaba. Así le respondía a Julián Campo y a Jorge Cano, ambos enfrentados a la dirección de la Facultad de Odontología desde el año 2008. Fue este último quien denunció a los cinco miembros de una Comisión de Evaluación por recibir puntuaciones inferiores a 5 impidiendo así que acceda a una plaza en la citada facultad, tal como reveló Javier Chicote el pasado martes. Estos cinco profesores serán juzgados en abril en la Audiencia Provincial de Madrid acusados de un delito continuado de prevaricación administrativa (así como la Complutense como responsable civil subsidiaria). Entre los acusados se encuentra José María Martínez, colaborador de la trama de falsificación de tesis doctorales y artículos científicos desvelada por este periódico, informa Javier Chicote. El rectorado de la Universidad Complutense apunta que la situación viene del equipo rectoral anterior.
Los profesores consultados por este periódico no piensan lo mismo que María. «Yo también le diría que si no le gusta se vaya, que es lo que tendría que haber hecho hace mucho tiempo. Ese señor (Cano) es un impresentable que se lleva mal con toda la facultad, dentro de su departamento», espetó Andrés Sánchez Turrión, profesor de la Facultad de Odontología. Al mismo tiempo, este profesor dijo que no podía hablar personalmente de Cano. De quien sí hablo es del docente José María Martínez, miembro del tribunal denunciado por Cano y quien sentía una «animadversión personal» contra él, según el juez. «Están hablando de una persona con la trayectoria más impecable que hay en la facultad. Aquí pasa algo que se me escapa, es alguien que le quiere hacer daño», señaló este profesor.
En cuanto a los constantes suspensos de Cano, Turrón señaló «cuando se forma un tribunal propuesto por un departamento se ajusta a unos baremos que tiene la universidad que pueden estar bien hechos o no, eso lo desconozco, solo conozco la trayectoria de Martínez», insistía a ABC su compañero. Eso sí, «si la justicia dice que son culpables que paguen, en esta facultad y en otras hay más gente denunciada...Veremos qué pasa». Turrión no entró a valorar por qué Cano fue rechazado tres veces por la mencionada comisión, «a mí eso se me escapa, no sé los méritos que tiene Cano», ni se pronunció sobre la defensa que Rectorado de la Complutense hizo sobre Cano. Tampoco sobre la plaza que sí obtuvo la profesora Cristina Barona Dorado, con quien Martínez mantiene una relación personal y también miembro de la trama desvelada por ABC.
En la misma línea que Turrón respondió otro profesor, Fernando del Río Highsmith. «Me gustaría saber en qué comunidad humana la pureza es absoluta, es decir, la ley es imposible de cumplir, siempre hay defectos aunque sean administrativos». El problema, añade, «es cuando a uno le entra la pataleta de que no me reconocen lo que yo creo que me deben de reconocer y me echan para atrás en favor de otra persona y aquí, como en el ejército hay estamentos por los que hay que pasar. Si pretendes ganar en los tribunales lo que no puedes ganar de forma tradicional, pues entonces a lo mejor creas ciertas reticencias en tus compañeros, lo que no vale es creerse el mejor y como no te valoran ir a los tribunales», criticó Highsmith.
Por su parte, Josefa Fontesilla, gerente de la Facultad de Odontología declinó dar declaraciones a este periódico.
Entre los estudiantes reinaba la estupefacción, la decepción y el desconocimiento: «Nunca habíamos vivido nada igual, es muy confuso», decía un alumno de segundo de carrera. «Me preocupa la imagen que quede la facultad», añadía su compañera . «Si esto es así, es un grave error», apuntaba un tercero. Otro grupo de alumnas, Alejandra, Isabel y Alicia coincidían que la imagen queda manchada y que esto es «un escándalo». Por otro lado, Max confesaba que no le extrañana lo sucedido porque «aquí se matan por las plazas». Más apesadumbrado se mostraba Enrique: «Lo que nos enseñan aquí desde el primer día en Historia de la Odontología es que cuando seamos profesionales lo primero es la ética y la moral ante un paciente».
Ella habla de la endogamia de una forma diametralmente opuesta a la utilizada por Mercedes Gómez, exvicerrectora de Política Académica y Profesorado: «Deje de decir chorradas (...) hay una endogamia mala y otra buena». «Si usted quiere ser tan puritano, denúncielo (...) y si no se le gusta cómo se hacen las cosas en esta universidad, váyase a otra», agregaba. Así le respondía a Julián Campo y a Jorge Cano, ambos enfrentados a la dirección de la Facultad de Odontología desde el año 2008. Fue este último quien denunció a los cinco miembros de una Comisión de Evaluación por recibir puntuaciones inferiores a 5 impidiendo así que acceda a una plaza en la citada facultad, tal como reveló Javier Chicote el pasado martes. Estos cinco profesores serán juzgados en abril en la Audiencia Provincial de Madrid acusados de un delito continuado de prevaricación administrativa (así como la Complutense como responsable civil subsidiaria). Entre los acusados se encuentra José María Martínez, colaborador de la trama de falsificación de tesis doctorales y artículos científicos desvelada por este periódico, informa Javier Chicote. El rectorado de la Universidad Complutense apunta que la situación viene del equipo rectoral anterior.
Los profesores consultados por este periódico no piensan lo mismo que María. «Yo también le diría que si no le gusta se vaya, que es lo que tendría que haber hecho hace mucho tiempo. Ese señor (Cano) es un impresentable que se lleva mal con toda la facultad, dentro de su departamento», espetó Andrés Sánchez Turrión, profesor de la Facultad de Odontología. Al mismo tiempo, este profesor dijo que no podía hablar personalmente de Cano. De quien sí hablo es del docente José María Martínez, miembro del tribunal denunciado por Cano y quien sentía una «animadversión personal» contra él, según el juez. «Están hablando de una persona con la trayectoria más impecable que hay en la facultad. Aquí pasa algo que se me escapa, es alguien que le quiere hacer daño», señaló este profesor.
En cuanto a los constantes suspensos de Cano, Turrón señaló «cuando se forma un tribunal propuesto por un departamento se ajusta a unos baremos que tiene la universidad que pueden estar bien hechos o no, eso lo desconozco, solo conozco la trayectoria de Martínez», insistía a ABC su compañero. Eso sí, «si la justicia dice que son culpables que paguen, en esta facultad y en otras hay más gente denunciada...Veremos qué pasa». Turrión no entró a valorar por qué Cano fue rechazado tres veces por la mencionada comisión, «a mí eso se me escapa, no sé los méritos que tiene Cano», ni se pronunció sobre la defensa que Rectorado de la Complutense hizo sobre Cano. Tampoco sobre la plaza que sí obtuvo la profesora Cristina Barona Dorado, con quien Martínez mantiene una relación personal y también miembro de la trama desvelada por ABC.
En la misma línea que Turrón respondió otro profesor, Fernando del Río Highsmith. «Me gustaría saber en qué comunidad humana la pureza es absoluta, es decir, la ley es imposible de cumplir, siempre hay defectos aunque sean administrativos». El problema, añade, «es cuando a uno le entra la pataleta de que no me reconocen lo que yo creo que me deben de reconocer y me echan para atrás en favor de otra persona y aquí, como en el ejército hay estamentos por los que hay que pasar. Si pretendes ganar en los tribunales lo que no puedes ganar de forma tradicional, pues entonces a lo mejor creas ciertas reticencias en tus compañeros, lo que no vale es creerse el mejor y como no te valoran ir a los tribunales», criticó Highsmith.
Por su parte, Josefa Fontesilla, gerente de la Facultad de Odontología declinó dar declaraciones a este periódico.
Entre los estudiantes reinaba la estupefacción, la decepción y el desconocimiento: «Nunca habíamos vivido nada igual, es muy confuso», decía un alumno de segundo de carrera. «Me preocupa la imagen que quede la facultad», añadía su compañera . «Si esto es así, es un grave error», apuntaba un tercero. Otro grupo de alumnas, Alejandra, Isabel y Alicia coincidían que la imagen queda manchada y que esto es «un escándalo». Por otro lado, Max confesaba que no le extrañana lo sucedido porque «aquí se matan por las plazas». Más apesadumbrado se mostraba Enrique: «Lo que nos enseñan aquí desde el primer día en Historia de la Odontología es que cuando seamos profesionales lo primero es la ética y la moral ante un paciente».
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