La precariedad en los campos de los agricultores españoles acecha día tras día a estos trabajadores. Contratos que no existen y negocios apalabrados son algunas técnicas que los compradores de estos huertos utilizan para, una vez llegada la hora de la verdad, comprar o no esos productos.
Luis, valenciano y que cumplirá 80 años este febrero, lleva toda la vida dedicada al campo, desde bien pequeño. El anciano ha visto con sus propios ojos cómo la agricultura perdía prestigio ante el auge de las grandes superficies con el paso del tiempo.
Este año ha dejado de vender aproximadamente 4.000 kg de cebollas porque el comerciante que iba a comprarlas le aseguró que no había demanda para el producto. El jueves, cuando el producto ya estaba listo para recoger, el comprador le comentó que ya no las quería. Tras meses de trabajo cultivándolas, el agricultor veía como se iban a echar a perder todas.
Instagram se llenó de cebollas
Aquí es donde intervino su nieta, Marina Gimeno, que, con una publicación en Instagram, revolucionó las redes sociales con el objetivo de vender algunas cebollas a un euro el quilo (el comprador se las iba a pagar a tan solo 0,07 y a 200 toda la cosecha de aproximadamente 4.000 quilos) y recuperar la inversión de su abuelo.
El mensaje de Marina fue claro: "Le he dicho que me deje intentar sacarlo, como regalo de cumple y porque necesita una victoria". Además, la nieta pidió a los usuarios de la red social que "había que demostrar que sí hay otras formas de consumo más respetuosas".
La joven no se esperaba el recibimiento que tuvo la publicación: "El jueves mi abuelo me dijo que el campo no tenía salida y el viernes tempranito lo publiqué. Es espectacular". Con más de 15.000 "me gusta" y más de 3.000 mensajes, usuarios de toda España han pedido cebollas e, incluso, colaborar con su reparto. Marina, a día de hoy, no se lo cree: "Puse la publicación en Instagram pensando que sería para mis amigos y familiares más cercanos. No me imaginaba esto".
Su mensaje se ha viralizado hasta el punto que la joven ha tenido que negarse a los pedidos de fuera de Valencia. En sus ojos, Marina desprende la alegría de su abuelo que: "No tengo palabras, la gente está demostrando que tenemos ganas de cosas buenas, que somos supersolidarios".
Su madre e hija de Luis, Amparo, también se muestra muy agradecida ante la gran ayuda de la gente: "Porque no lo veis, pero el corazón se me va a salir del pecho, es muy emocionante". La mujer también explica que "es muy duro" que la agricultura hoy en día se vea de esta manera y que "no se valore": "Hemos demostrado que el comercio local y la proximidad sí que es posible si nos ayudamos entre todos".
Una iniciativa para valorar el trabajo en el campo
"Mi abuelo Luis está alucinando, no es consciente de lo mucho que se puede mover en redes sociales", asegura Marina. La joven desea ahora que la iniciativa sirva para "visibilizar la vulnerabilidad y precariedad que tienen los agricultores".
Desde el sábado, Marina y su familia, además de otras personas que se han acercado a ayudar de forma solidaria, cortan y pelan cebollas para preparar los pedidos. Ahora, la joven, que no trabaja en el campo, cuenta que ha comprobado lo duro que es este oficio y que el esfuerzo que conlleva "no está lo suficientemente pagado".
Tras 4 días de intenso trabajo en los campos de Alboraya (Valencia), la familia ha decidido terminar la venta de cebollas porque la inversión de su abuelo ya está "de sobra" recuperada. Por otra parte, todo el cultivo que ha sobrado será donado de forma solidaria. Así lo publicaba en redes Marina: "Ya no voy a coger pedidos. Ahora me gustaría que asociaciones y sitios que necesiten comida me escriban por privado para poder dar lo que queda!".
La iniciativa de la joven ha demostrado la gran vulnerabilidad a la que están sometidos los agricultores y, por otro lado, la solidaridad y la actitud de cambio de las personas. Ahora, cinco días después de la publicación en Instagram, Marina ha conseguido la victoria que necesitaba su abuelo.
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