El informe, Una economía al servicio del 1%”', refleja la honda preocupación por una tendencia que no hace sino empeorar.. Si en 2010 tan sólo 388 personas tenían la misma riqueza que la mitad más pobre de la población, en 2015 únicamente 62 personas tiene lo mismo que esos 3.600 millones de personas. Este año ya, el 1% más rico de planeta tiene ya tanta riqueza ahora mismo como el 99% restante.
Esta brecha cada vez más amplia va configurando sociedades cada vez más desiguales, en las que el crecimiento económico no alcanza a todos por igual. Desde el año 2000, la mitad del crecimiento mundial que se ha generado fue a parar a manos del 1% más rico, mientras la mitad más pobre de la población apenas recibió el 1% de este crecimiento.
Nuestro país no es ajeno a esta tendencia. Somos ya el segundo país de la OCDE donde más ha crecido la desigualdad en ese período, 10 veces más que el promedio europeo. De hecho, desde el inicio de la crisis, tanto la desigualdad como la pobreza han ido en aumento. El número de personas en situación de riesgo o exclusión ha pasado de 10,7 millones de en 2007 a 13,4 millones en 2014, es casi un 30% de la población, mientras las 20 personas que atesoran las mayores fortunas en nuestro país tienen tanto como este 30% más pobre. La fortuna de estos 20 más ricos creció un 15% en el último año, mientras que el del 99% más pobre también varió en un 15% pero de caída.
El descalabro salarial es una de las grandes causas detrás del enquistamiento de esta desigualdad, en particular en España. Desde hace unos años, los salarios van perdiendo peso dentro de la renta nacional de la gran mayoría de países además de ir ampliándose las desigualdades salariales. En España desde que estalló la crisis los salarios se han desplomado un 22,2%; y eso mientras que los presidentes del IBEX35 cobran ya 158 veces más que el sueldo de un trabajador medio en su empresa.
¿Y por qué pervive esta desigualdad extrema?
Vivimos en un mundo donde la riqueza llama a la riqueza, donde las élites económicas utilizan su capacidad de influencia para moldear leyes en función de sus intereses. La concentración de riqueza extrema va de la par con la concentración de poder, y así el acceso privilegiado a las decisiones políticas (lobby), la manipulación de leyes y normas, el aprovechamiento de fallos de mercado… Una economía al servicio del 1%.
El entramado mundial de paraísos fiscales ilustra perfectamente cómo el sistema económico se ha contaminado para favorecer los intereses de los más poderosos, de este 1%. Pocos han sido los avances desde que la gran crisis financiera reventara. Y desde luego, nada ha logrado cambiar en el uso de estos centros offshore. En 2014 la inversión hacia paraísos fiscales era ya cuatro veces la de 2001, creciendo casi el doble de rápido de lo que ha crecido la economía mundial. Y esto atañe tanto a grandes fortunas como a empresas: la fortuna oculta en paraísos fiscales representa ya el 8% del patrimonio financiero individual mundial (7,6 billones de dólares una cifra similar a la suma de los PIB de Reino Unido y Alemania), y 9 de cada 10 de las 200 mayores empresas mantienen presencia en paraísos fiscales, tal y como Oxfam ha analizado en este informe. Entre ellas, las empresas que están apoyando esta cumbre de Davos.
También es un destino que gusta a la inversión española. En 2014 mientras que la inversión que salía de España con destino a la UE cayó un 15% respecto a 2013, la que fue a paraísos fiscales creció un 2.000%. Mención especial en este sentido merecen las islas Caimán, que atrajeron en ese año 64 veces más inversión que a Alemania. Por muy locomotora de la economía europea que sea…
Dejando el humor de lado, estas cifras son realmente escandalosas. Y más si tenemos que este se ha recuperado el crecimiento del PIB así como de los beneficios de las empresas pero la recaudación por el impuesto de sociedades sigue cayendo, un 6,2% en 2014 respecto al año anterior. El peso de la recaudación sigue recayendo sobre las familias, que aportan el 85% del total recaudado, frente a una contribución casi nula de la fiscalidad sobre el patrimonio, la riqueza o el capital.
Todo esto supone un grave atentado contra los principales mecanismos para paliar la desigualdad existente en nuestro modelo social: una fiscalidad progresiva donde más contribuya quien más puede hacerlo, y un gasto público que garantice unos derechos básicos universales, en especial sanidad, educación y protección social.
62 personas tiene la misma riqueza que 3.600 millones de personas
Por ello, desde Oxfam Intermón instamos tanto al próximo Gobierno de España como al nuevo Parlamento (que jugará un papel clave en esta legislatura) a que impulse una Ley contra la Evasión Fiscal dentro de los cien primeros días de gobierno. Será un paso decisivo para frenar el crecimiento de la desigualdad en nuestro país.
La desigualdad es un veneno que corroe las sociedades por dentro. Erosiona la confianza entre los diferentes estratos sociales, condena a la desesperanza a millones de personas y además supone un freno al crecimiento económico. Y ya está alcanzando niveles intolerables. Hace falta tomar medidas ambiciosas y hace falta hacerlo ya.
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