En la últimas semanas se han intensificado los vuelos desde Francia. “Está todo abierto”, gritan, mientras los madrileños no salen de la Comunidad.
Por un lado, están los franceses que, como Arnaud, han venido para quedarse en Madrid una temporada. Y por otro, la inmensa mayoría, los que desde hace varios meses están llegando a la capital española en masa en busca de la fiesta y la libertad que el Gobierno galo les niega con las restricciones del coronavirus, pero con billete de vuelta. Lo que ha hecho que Madrid se haya convertido en el destino europeo más común de todos los vuelos procedentes de Francia, seguido de Roma y Barcelona.
Así se desgrana de las últimas estadísticas de tráfico aéreo. En enero y febrero de 2021 llegaron a la capital un total de 60.131 franceses [59.197 con vuelo de regreso], según Aena. Y para ello, optaron por uno de los nueve vuelos que tres compañías aéreas ofrecen a diario, y en distintos horarios, para volar desde los aeropuertos franceses París-Orly o Charles de Gaulle al de Adolfo Suárez Madrid-Barajas. Los precios por billetes rondan entre 50 y 100 euros. En algunos casos, incluso existen ofertas de vuelo y alojamiento por 150 euros.
A pesar del fenómeno 'oasis' de Madrid, la cifra de llegadas es mínima si se compara con los mismos meses del año pasado, cuando la pandemia aún no había llegado a Europa. En el mismo período de 2020 llegaron a la capital 305.420 franceses.
Así, el primer mes de 2021 llegaron 29.792 nacionales del país vecino, mientras que el segundo fueron 30.339. Unas cifras que, probablemente, seguirán en aumento en las próximas semanas si las medidas de la presidenta en funciones de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se mantienen. Es lo que mostró, sin ir más lejos, una aplicación de big data el pasado sábado 6 de marzo, hace poco más de una semana. A partir de los teléfonos móviles de los turistas, esta app registró un total de 2.560 visitantes franceses en la capital. Es la cifra máxima registrada hasta el momento desde que estamos en pandemia.
Fiestas
En Francia, el toque de queda es a las 18:00 horas y los bares y restaurantes están cerrados. Mientras, en Madrid se puede estar en cualquier establecimiento hasta las 23:00 horas. Es una de las capitales con las restricciones más laxas de toda Europa. Y eso ha provocado que, con el beneplácito de la presidenta Ayuso, se haya convertido en capital vacacional en medio de la pandemia. Una situación que ha aportado beneficios al sector hostelero, hotelero y vacacional, pero que al mismo tiempo ha causado cierto malestar en los vecinos madrileños por las fiestas que los extranjeros celebran en sus alojamientos, tras el toque de queda, y el peligro para la salud que pueden implicar.
“No había tantos franceses en Madrid desde 1808”, dice Arturo, camarero de un clásico bar en Chueca, cuyo nombre prefiere que no se mencione. Lo cierto es que, entre Chueca y Malasaña, los dos principales barrios del centro de Madrid, a media tarde en el primer día laborable de la semana, se escucha español en las conversaciones, pero también francés más de lo habitual.
Un grupo de tres chicas del país galo en la calle Hortaleza no quiere hablar: “Se está hablando mal de nosotros y no nos interesa”, dice una de ellas. La llegada constante de compatriotas suyos a la capital ha llenado los telediarios nocturnos de escenas de borrachera y diversión un fin de semana tras otro.
Fue la propia policía madrileña quién lo denunció hace unas semanas. "Son principalmente franceses los que están aprovechando la mayor libertad que hay en el ocio de nuestra ciudad. Están viniendo y hemos tenido que intervenir en varios pisos turísticos en los que estaban ciudadanos extranjeros", expresó el comisario de la Policía Municipal, Javier Fernández Ruiz.
Pisos turísticos
Juan, un recepcionista de 33 años del hotel JC Rooms en la calle de las Infantas, en Chueca, dice: “Los números llevan bajos todo el año. Es verdad que de vez en cuando han venido algunos franceses, pero tampoco nada fuera de lo normal ni de lo que se ve en televisión”, explica.
Porque la realidad, según apuntan fuentes del sector hotelero, es que los turistas galos optan en su mayoría por un piso de alquiler vacacional en el centro de Madrid, donde la ocupación se encuentra en torno al al 50%. "Es cierto que están viniendo. Son jóvenes y vienen a aprovecharse de que hay menos restricciones, pero no se quedan en los hoteles. La mayoría se queda en AirBnb, en nuestro sector la cifra es bastante baja, no llega a ser representativa", insisten.
Por su parte, la empresa de alquiler vacacional AirBnb ha evitado ofrecer datos concretos sobre el número de turistas del país vecino que se han alojado en los últimos meses en algunas de sus viviendas, pero ha insistido en condenar la celebración en las mismas de fiestas ilegales. "La empresa tiene tolerancia cero con este comportamiento, por ello hemos implantado medidas severas contra las fiestas no autorizadas como la suspensión de 800 anuncias en España", apuntan fuentes de la compañía.
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