7 mar 2020

8M: Mujeres contra la pobreza

El 8M del año pasado, la Red de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social de la Región de Murcia (EAPN-RM) publicamos un artículo que titulamos 'Feminizar la lucha contra la pobreza''. Fue el comienzo de una campaña sobre género y pobreza que sigue activa un año después.
El objetivo de esta campaña, que en redes se identifica con el hashtag #MujeresContraLaPobreza, es cambiar la idea de pasividad y victimización que transmite el concepto "feminización de la pobreza" por la idea de mujeres activas y protagonistas que provoca el uso de "feminizar la lucha contra la pobreza".
Es cierto que la pobreza y la exclusión social afectan a las mujeres de manera distinta tanto en lo cuantitativo como en lo cualitativo. Según una investigación que hicimos pública en 2019, el índice de pobreza y exclusión social entre las mujeres Región de Murcia es 2 puntos más alto que entre los hombres[1]. Además, el machismo de nuestra sociedad se muestra especialmente cruel con las mujeres en situación de vulnerabilidad: el 26% de las mujeres en situación de sinhogarismo ha sido, previamente, víctima de violencia (datos del Observatorio Hatento)[2].
Pero las mujeres no se limitan a sufrir la pobreza y la exclusión social. También luchan contra ellas. A diario. Sin descanso.
Como parte de la campaña 'Mujeres contra la pobreza', hemos realizado una serie de entrevistas a mujeres técnicas y participantes de las entidades de la red. Mujeres que, desde un lado o el otro, están luchando contra la pobreza.
Estas entrevistas nos ofrecen cuestiones muy relevantes en lo que se refiere a la relación entre la pobreza y el género.
Judith Martínez afirma que "cuando hablamos de exclusión y discriminación por razón de género, un factor que puede agravar esta situación es la clase social". La clase social no es un concepto trasnochado en una sociedad en la que las oportunidades y los recursos se reparten de forma claramente desequilibrada. EAPN-ES realizó un estudio sobre desigualdad y salud[3] en el que tuvo en cuenta la variable de clase social. El 81,8% de las personas de clase alta declaraban tener un estado de salud bueno o muy bueno. Esa cifra se reduce más de 15 puntos (hasta el 65,4%) entre las personas situadas en la clase baja.
Ese mismo estudio ofrece unos datos que tienen mucho que ver con la cuestión feminista. Para estudiar el estado de salud percibida en función de la situación laboral, establecía tres categorías: trabajando, en desempleo y 'labores del hogar'. Pues bien, la categoría con peores resultados en salud percibida era la de 'labores del hogar'.
Se puede afirmar que el cuidado y la generosidad son valores femeninos. O se puede asegurar que el cuidado y la generosidad son valores humanos que la sociedad machista ha querido relegar a las mujeres porque así se justifica que seamos nosotras las que nos ocupemos de la crianza, de las personas dependientes, de las labores del hogar.
Antonia García, en su entrevista, nos explica cómo ha crecido "con la idea de que a las mujeres se les inculcaba estar en casa y atender a la familia". No es una idea neutral ni inocua. Tiene consecuencias importantes en la vida de las personas. Antonia tuvo que estar en casa y atender a la familia. Ahora, cuando quiere (y necesita) incorporarse al mercado laboral se encuentra con que no tiene la formación que le exigen.
No podemos entender la dedicación de Antonia a su familia como una cuestión privada, como un asunto de mujeres. Los cuidados son una cuestión social. De hecho, el trabajo doméstico no remunerado equivale a un 41% del PIB. Ese trabajo está hecho por mujeres en un 70% de los casos[4].
Las cifras tampoco hablan a favor de las mujeres en lo que al mercado laboral se refiere. Y no solo es una cuestión de brecha salarial. El subempleo, la obligación de trabajar menos horas de las que se necesitan para conseguir un sueldo suficiente o desempeñar tareas para las que se está sobrecualificada, también se reparte con sesgo de género: el 56% del subempleo en la región es femenino[5].
Pero, llegadas a este punto, queremos mirar al futuro con optimismo. Y hay razones para ello.
Carmen Zamora matiza el concepto de feminización de la pobreza. Debería hablarse, según Carmen, "de feminización de la carga de la pobreza" porque "son principalmente las mujeres quienes sustentan la carga y la sostenibilidad de las familias; y son ellas las que enfrentan la lucha para ir saliendo en el día a día". Las mujeres pueden, por tanto, ser "motor de cambio de su comunidad; propulsoras de lucha que demuestren que otro mundo más justo y más digno para todos es posible".
Muchas de nosotras hemos iniciado procesos de concienciación y de empoderamiento que ya no tienen vuelta atrás. La última pregunta de la entrevista a Sara Cortés es si se considera feminista. Esta es su respuesta:"Sí, y además sin ninguna duda. No entiendo una promoción de la igualdad de género sin caminar de la mano tanto con hombres como con mujeres…".
EAPN-RM, por extensión, no entiende la lucha contra la pobreza y la exclusión sin la inclusión de la cuestión de género y sin el compromiso de toda la sociedad. Aunque en una fecha como el 8M seamos las mujeres las que alcemos la voz y marquemos el camino.

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