28 dic 2021

Homeopatía para empresas: los 'gurús' que ganan millones vendiendo incompetencia

El jefe está emocionado. “A partir de ahora vamos a cambiar radicalmente nuestra manera de trabajar: vamos a usar esta metodología revolucionaria, usar tal herramienta de software para gestionar absolutamente todo o apostar por esta otra tecnología que cambiará el mundo…” Sus empleados ponen cara de circunstancias, saben que el directivo apenas domina el tema, pero se ha leído un libro, ha escuchado un podcast, ha hablado con un experto, con un gurú o lo ha hecho todo a la vez y se echan a temblar. El CEO se ha iluminado, otra vez.

El mundo corporativo está lleno de problemas difíciles y para cada uno de ellos el mercado ofrece una solución homeopática. Una empresa tiene dinero y el trabajo de los directivos es invertirlo en busca de oportunidades y, ¿acaso el mundo no está lleno de productos que prometen lo imposible? Adelgaza comiendo lo que quieras, dejar de fumar sin esfuerzo, te revelaré el futuro a través de las estrellas…

Hay un mercado para el pensamiento mágico, ese mercado es muy grande y el mundo de la empresa no es una excepción. La homeopatía en los negocios usa jerga de negocios en lugar de conceptos esotéricos, pero calca el exitoso modelo de las pseudociencias: una mezcla calculada de verdades y mentiras disfrazadas de datos con apelaciones a fuentes de autoridad tipo Harvard, Steve Jobs, la NASA y Sun Tzu.

Igual que existe la homeopatía basada en plantas, existe la homeopatía basada en en 'vendemotos corporativos'.

Igual que existe la homeopatía basada en plantas, existe la homeopatía basada en en 'vendemotos corporativos'.

El ejemplo más puro de pseudociencia homeopática empresarial es el llamado “estudio de casos” tan común en los MBA para directivos. En ellos historias apócrifas y con un valor anecdótico se presentan a los ejecutivos como la metodología de aprendizaje suprema. El “Apple hizo no sé qué y lo petó” no deja de ser el “¡A mí me funciona!” del mundo de los negocios. Para los que dudamos de la utilidad que tiene conocer las claves del éxito de Apple para un ejecutivo de una empresa jabonera de Lugo, los expertos tienen una respuesta preparada: “Es una historia inspiracional ¿acaso no conoces el poder de las historias? Mira Jesucristo”. Están entrenados y tienen la cara de adamantium. El modelo es fascinante y merece ser estudiado en detalle. Un producto o servicio en cuestión promete algo altamente deseable, pero imposible. Pongamos por ejemplo, una herramienta de software que asegura poder automatizar absolutamente todo el trabajo manual de X departamento. En realidad el programa apenas hace un par de cosas y mal, porque la cruda realidad es que son procesos complejos que inevitablemente requieren de intervención humana. La promesa nunca es una mentirijilla o una media verdad porque no se daría el pensamiento mágico en la víctima, el embuste debe ser de dimensiones épicas. El precio también es importante, tiene que ser absurdamente caro para ser creíble. La promesa nunca es una mentirijilla o una media verdad porque no se daría el pensamiento mágico en la víctima, el embuste debe ser de dimensiones épicas El atractivo aumenta si la venta del producto o servicio apela a ciertas ideologías de moda con legiones de fans sectarios. Los creyentes en ciertas ideas se lo creen absolutamente todo. Un 'exchange' centralizado para monedas descentralizadas. ¡Brillante! Un proveedor de desintermediación que hace de intermediario ¡Maravilloso! Un experto en diversidad que acabará con la falta de diversidad con ofertas de empleo escritas “correctamente” ¡Otra ronda! Pensamiento mágico defendido a capa y espada en Twitter. Dios les libre de hacer un esfuerzo que ataque el problema y afronte la más cruel verdad: la realidad es compleja, actuar requiere compromisos, tragarse algunos sapos e irremediablemente expone a las críticas de los inmaculados cruzados opinadores. La parte más divertida suele darse en las soluciones homeopáticas que requieren implementación. El magnífico cuento inicial incluye un “sin esfuerzo, lo gestionamos por ti, nos ocupamos de todo”. Una vez que el jefe ha sido irremediablemente captado y tiene los ojos en blanco, sus empleados descubren el pastel. No solo va a ser absurdamente caro y de utilidad dudosa, sino que la implementación inicial, que cobran aparte, la vas a tener que hacer tú. En la trifulca posterior entre el charlatán y los empleados vale la pena observar la fascinante tranquilidad que exhibe el embaucador sabedor de que es el propio jefe quien obligará a su gente a comulgar con ruedas de molino. El “Apple hizo no sé qué y lo petó” no deja de ser el “¡A mí me funciona!” del mundo de los negocios

El producto o servicio homeopático está perfectamente pensado para adherirse como el chapapote a la empresa y crear más adicción que el crack. Nadie quiere reconocer que está pagando por un mal servicio tres veces más de lo que le hubiera costado hacerlo internamente. Nadie quiere aceptar que su cazatalentos externo tiene un conflicto de interés del tamaño de la pirámide de Keops por más que te jure por su hija la pequeña que es un lobo vegano, es más fácil creer que se puede escalar un equipo mágicamente desde el sofá. En el mejor de los casos el producto, el servicio, la metodología, puede que sea muy bueno, pero no nos ayudará. Al igual que una mejor guitarra no hace a un guitarrista mejor, ni un palo de golf de titanio mejora al golfista, ninguna metodología de trabajo con los más altos estándares internacionales y más sellos certificadores ISO que una furgoneta va a convertir a un trabajador malo en uno bueno, ni una empresa casposa en una innovadora, ni una metodología solucionar el trabajo difícil mágicamente. Como dice Andrés Torrubia, no existe un “How to be smart for dummies”. No es posible sustituir la inteligencia por procedimientos documentados. La triste realidad es que la mayoría de metodologías homeopáticas no pasan de ser complejos sistemas burocráticos glorificados que devoran cualquier proceso documentándolo y que acaban provocando que el equipo no sepa ni usar el baño sin seguir un manual.  Hay un trabajo duro que hacer. Hay un trabajo difícil que hacer. Nadie lo va a hacer por ti. No lo puedes delegar por más que lo puedas pagar. No hay solución fácil, ni puede haberla. Olvídate de la solución perfecta. La realidad es compleja, tendrás que aceptar compromisos. La ejecución es el lugar donde mueren los sueños y donde se negocia a cara de perro. Es el momento de comenzar a picar esa piedra y dejarse de abstracciones, de onanismo intelectual. Agarra el pico y, como dicen los programadores cuando les vienen con tonterías: “Programming, motherfucker. Do you speak it?”.

Hay gente que cree genuinamente en la homeopatía empresarial, pero el secreto mejor guardado de los vendedores de homeopatía empresarial es que en la mayor parte de los casos el comprador, la víctima, conoce perfectamente la mentira pero quiere creer en ella. Aún peor, le gusta creer en ella. Algo así como el “I want to believe” en el despacho de Mulder de Expediente X o los votantes de partidos populistas: son refractarios a la realidad. El jefe quiere creer que basta implementar las evoluciones de 360 grados para hacer feliz a su plantilla o que hay una manera fácil de escalar rápidamente su equipo. Si alguien demanda el servicio, alguien siempre ofrece el servicio, aunque no se pueda.

El círculo se cierra completamente cuando nos damos cuenta de que no hay engañador, ni engañado, que nada es lo que parece y que en realidad lo que sucede es que el producto placebo cubre maravillosamente una necesidad inconfesable. Una pomada con una parte por millón de árnica no elimina el dolor de una contusión de un niño, pero hace sentirse mejor a los padres cuando la aplican. Un MBA no vende educación que abra las puertas del mercado laboral, es directamente una agencia de colocación donde los profes “recomiendan” estudiantes a empresas. Un software de RRHH no se diseña para mejorar la gestión del personal, sino para ayudar al jefe del departamento a ganar influencia en la organización. Una agencia de publicidad sabe que su trabajo no es conseguir campañas más efectivas, sino que el jefe de marketing pueda justificar su derrochador presupuesto. Los creadores de productos placebo para jefes no tienen como objetivo mejorar la empresa, sino satisfacer a los directivos que necesitan demostrar que se merecen el puesto. La industria de la homeopatía empresarial sabe perfectamente quién es su auténtico cliente, cuál es la necesidad real de ese cliente y cuál es la verdadera razón por la que consigue venderle sus placebos. Es fascinante el tamaño del sector y que construyan tan gigantesco atrezzo para ocultar una vergonzosa verdad. Un particular tiene la libertad de dejarse engañar, pero los gestores de una empresa tienen la obligación legal de gestionar adecuadamente sus recursos. Es hora de buscar conflictos de interés y utilizar el pensamiento crítico. En definitiva, es hora de poner a las empresas frente al espejo.

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