La unión Europea es mostrada como ese espacio de libertad, de respeto de los derechos humanos, de la honestidad en la política, de la persecución de la corrupción y la promoción de la paz y la convivencia. Pero, ¿es esto cierto?
Son muchas las aproximaciones que a la realidad europea se pueden hacer para desmentir tales afirmaciones. Aunque es cierto que Europa tiene virtudes o, al menos, espacios que pueden favorecer una mejor gestión de lo público, la convivencia pacífica entre sus estados miembros y el respeto de las libertades, un análisis del rol de la Unión Europea en cuanto a su papel en la militarización, armamentismo y participación directa e indirecta en los conflictos armados, nos pueden hacer ser cuanto menos escépticos respecto a triunfalistas discursos sobre la Unión Europea.
En la UE existen cerca de un millón y medio de militares (1.464.000), casi el doble que en Rusia (845.000 militares). El coste de mantenimiento de todos los ejércitos europeos y del armamento que utilizan es de 285.000 millones € (el triple que el ruso), lo que supone el 1,60% del PIB europeo. Si a esta cantidad le sumamos el del resto de países de la OTAN, comprobamos que dos tercios del gasto militar mundial está en manos de los europeos y sus aliados. Cabe destacar que es EEUU quien atesora cerca del 40% del gasto militar mundial. Si a ello le añadimos que la política de defensa europea se encuentra bajo la tutela de la OTAN, la principal organización militar que ejecuta operaciones militares más allá de sus fronteras, es por tanto evidente concluir que Europa es uno de los principales promotores del armamentismo y militarismo mundial, desfavoreciendo así la resolución pacífica de los conflictos, contrariamente a algunos de sus preceptos fundacionales. ¿Por qué Europa está tan interesada en promover un modelo militar de las relaciones internacionales? Una respuesta es, sin lugar a dudas, la que se refiere a los perversos intereses de los negociantes de armas europeos (y de sus aliados de la OTAN, destacando otra vez los estadounidenses). Europa fabrica y vende muchas armas, es un verdadero líder mundial. Son muchos los beneficios que se juegan en los mercados de armas mundiales y Europa no quiere perder comba en este lucrativo negocio.
Sin embargo, en la UE existe una legislación más que aceptable sobre las exportaciones de armas de su industria militar en lo que se refiere a la prohibición de que estas lleguen a manos de quien las pueda utilizar para empeorar las situaciones de violencia y vulneración de derechos humanos que en sus territorios puedan darse en un momento dado. Pero claro, el respeto de esta legislación reduciría enormemente los beneficios de los fabricantes y vendedores de armas. Sin ir más lejos, ateniéndonos al último informe existente sobre las exportaciones de armas europeas, del año 2012, observamos que la suma de las autorizaciones de exportaciones europeas del año casi alcanzan los 40.000 millones de euros. Si bien un tercio de las ventas de armas europeas se refieren a intercambios entre los estados miembros y a países occidentales, lo que no genera una especial controversia, más cuestionables son el resto de sus ventas de armas. Entre estas controvertidas ventas destaca el récord histórico alcanzado en 2012 en autorizaciones de ventas a Oriente Medio (9.700 millones de euros, un 21,9% más que en 2011) o los 1.600 millones € destinados al continente africano. Estas últimas son especialmente cuestionables, si tenemos en cuenta que los gobiernos africanos compran armas más baratas, como las cortas y ligeras, por lo que no es difícil sospechar que una buena parte de estas exportaciones acaben en manos de soldados o milicianos combatientes en los numerosos conflictos armados que siguen asolando el continente africano. Por otra parte, llama especialmente la atención el elevado volumen de exportaciones de armamento a Arabia Saudí (3600 millones €), Omán (2200 millones €), Emiratos Árabes Unidos (1500 millones €), Qatar (558 millones €), Kuwait (630 millones €), regímenes considerados por cualquier análisis rigurosos como poco respetuosos con las libertades de sus ciudadanos y los derechos humanos y actores clave en la escalada de tensiones en esta región del mundo. También son especialmente controvertidas las ventas de armas a Egipto (363 millones €) o Israel (613 millones €).
Con este sencillo análisis, sería irresponsable no concluir que Europa no respeta su legislación sobre comercio de armas. Algo, por otro lado, entendible, si a la hora de autorizar las ventas de armas se mira más el bolsillo que la Carta de Derechos Humanos. No se puede aceptar ni tolerar, pero sí comprender la dificultad de respetar la ley europea sobre las exportaciones de armas por parte de sus estados miembros. Más allá de los falaces pero muy efectivos argumentos en época de crisis de que cuanto mayor actividad económica mejor para todos, aunque esta se dedique a tan deleznable negocio, se encuentra el enorme poder de las grandes industrias de armas europeas. Solo los gigantes europeos facturaron este año más de 90.000 millones de euros. Vistos los datos analizados, son los fabricantes y mercaderes de armas quienes deciden en buena medida que la política europea de seguridad y defensa apueste por la militarización y el armamentismo. Esta es la Europa que no nos explican, la que hace que las leyes, en este caso sobre exportación de armamento, se conviertan en papel mojado. Europa podría ser lo que parece, si quienes decidiéramos fuéramos los ciudadanos, pero parece que en Bruselas también mandan los de siempre.
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