Querida Unión Europea:
En el discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz el 10 de diciembre de 2012, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, afirmaba que nunca olvidará a "Rostropovich interpretando a Bach ante el derrumbado muro de Berlín" y temo que tampoco se nos va a olvidar el muro de concertinas que se ha levantado en la frontera húngara para impedir el acceso a la Unión Europea de personas que tienen derecho legal y legítimo al asilo. Cayó el muro de Berlín, sí, pero hoy vemos como niños, abuelos, familias enteras tienen que arrastrarse por el suelo y poner mantas en los pinchos de la valla húngara para que no se les desgaje la piel en su intento por huir de la guerra y alcanzar la Unión Europea.
Querida Unión Europea, en aquel discurso dijo Durao Barroso que "las personas y el respeto de la dignidad humana están entre los pilares fundamentales de la Unión" pero, ¿por qué entonces permite la Unión Europea que Grecia encierre tras unas altas vejas a los refugiados mientras esperan a que los turistas suban a los ferrys? ¿Acaso vale menos la dignidad del que no tiene nada que perder? ¿No existe otra forma de hacer las cosas?
Querida Unión Europea, en la entrega del Nobel de la Paz Barroso citaba a Walter Hallstein –"el sistema de Estados-nación soberanos no superó la prueba más importante del siglo XX y fue incapaz de preservar la paz"– para defender que los padres fundadores de la Unión comprendieron que para garantizar la paz las naciones tenían que mirar más allá de sus propios intereses. Por eso no se entiende que sean ustedes incapaces de ponerse de acuerdo para repartirse equitativamente la cuota solidaria que les corresponde. ¿Cómo se explica que el 20 de julio no llegaran ustedes a un acuerdo sobre el reasentamiento de 40.000 peticionarios de asilo? ¿En serio fueron ustedes incapaces de alcanzar un acuerdo sobre 40.000 personas en una Unión en la que viven más 500 millones de habitantes? Permítame que me sienta especialmente avergonzado del Gobierno español (a diferencia del alémán), al que la Comisión Europea había planteado acoger a 4.228 solicitantes de asilo y tan solo aceptó 1.300.
Querida Unión Europea, se tomó la decisión de destinar la dotación económica del Nobel a "los niños que no tienen la oportunidad de poder crecer en un país en paz". En la citada alocución, Barroso calificó de "simplemente inaceptable" que haya "niños a los que se les ha robado su infancia porque tienen que convertirse en adultos antes de tiempo" y, sin embargo, la primera imagen que muchos niños tienen al llegar a la Unión Europea es la de sus padres arrestados por la policía.
¿Por qué están tardando tanto en destinar fondos extraordinarios a mejorar las condiciones de viaje de todas esas personas que cruzan Europa? ¿Por qué tenemos que seguir viendo a niños llorando de cansancio, arrastrando bolsas con ropa durante kilómetros? ¿Por que no reaccionan ya y evitan que el traslado de estas personas quede en manos de las mafias? Evidentemente, las responsabilidades en lo que está ocurriendo son muchas y quizás no se pueda evitar todo el dolor, pero su inacción resulta vergonzante.
Querida Unión Europea, dijo Durao Barroso que "la situación por la que atraviesa Siria es una mancha en la conciencia del mundo y que la comunidad internacional tiene la obligación moral de solucionarla". Sinceramente, desconozco cómo solucionar la guerra de Siria pero, ¿de verdad han estado 4 años sin prever que esto podría suceder? ¿es posible que no tuvieran la inteligencia suficiente para suponer que Europa sería el destino de miles de personas masacradas por el sanguinario Bachar al Asad y, posteriormente, por el atroz Estado Islámico?
Querida Unión Europea, en aquel discurso Durao Barroso también dijo que "la Unión Europea puede ser, y de hecho es, una poderosa fuente de inspiración para muchas personas en todo el mundo". Y en eso tengo que darle la razón. Los refugiados buscan una vida mejor en un lugar que ofrece una vida mejor o, al menos, una vida, y no la muerte. Cumplan con su obligación legal y ética, por favor.
Querida Unión Europea, confío en que todavía conserves -permíteme que te tutee ahora- cierto grado de empatía y puedas mitigar las consecuencias de esta catástrofe humanitaria. Mientras tanto, te ruego que cojas la pequeñísima parte que me toca como ciudadano de la Unión Europea del Premio Nobel de la Paz que recibiste en 2012 y la vayas devolviendo.
Muchas gracias.
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