Uno de los dogmas que el pensamiento neoliberal (que domina los fórums económicos y políticos del país) promueve es que la globalización del comercio beneficia a todos los países que forman parte de los tratados que se han establecido para facilitarlo (WTO, NAFTA, TPP, y el próximo TTIP). Constantemente se acentúa que entre los más beneficiados están los países mal llamados pobres, que consiguen un flujo de inversiones que les ayuda a salir de la pobreza. En realidad, y para reforzar la importancia del libre comercio, se acentúa que la práctica comercial conocida como proteccionismo (presentado como el polo opuesto al libre comercio) ha sido una de las causas de su estancamiento en la pobreza. Y se hace referencia frecuentemente a países como China, y ahora Vietnam, que eran altamente proteccionistas, y que, tras incorporarse a los tratados de libre comercio, han conseguido enormes tasas de crecimiento que no se habían conseguido con el proteccionismo que los caracterizaba en sus regímenes anteriores. Hasta aquí el dogma neoliberal, y lo defino como dogma porque se reproduce a base de fe y no a base de evidencia científica.
Pero antes de mostrar esta evidencia, quiero aclarar por qué hice la observación de “los mal llamados países pobres”. Los datos muestran que, por muy extraño que parezca, hoy no hay países pobres. Lo que sí que hay son países donde la mayoría de la población es pobre. Pero ello no quiere decir que estos países sean pobres. Haití y Bangladesh, dos de los países con un PIB per cápita más bajo, tienen los suficientes recursos para que la mayoría de la población no fuera pobre. Uno de los mayores problemas de estos dos países, por ejemplo, es la malnutrición. Y sin embargo, cada uno de ellos tiene la suficiente cantidad de tierra productiva para alimentar varias veces el tamaño actual de su población. El problema real en estos países no es, pues, la falta de recursos, sino el control de estos recursos, especialmente el control del mayor recurso en el caso agrícola, es decir de la tierra, que está en muy pocas manos, aliadas con intereses de los países ricos. Y esto no es –como los neoliberales insisten- un mero eslogan izquierdista, sino una realidad ampliamente documentada.
La escasa popularidad de tales tratados neoliberales
segundo punto que hay que subrayar es que los tratados llamados “de libre comercio” son sumamente impopulares en los países desarrollados. Sí que son populares entre las élites financieras, económicas y políticas de tales países, pero sumamente impopulares entre sus clases populares. La popularidad de los candidatos anti-establishment en EEUU, como Trump en la derecha y Sanders en la izquierda, se basa precisamente en la oposición de ambos candidatos (Trump republicano y Sanders demócrata) a tales tratados. La globalización, facilitada por dichos tratados, y el traslado de industrias a países mal llamados pobres, están destruyendo millones de puestos de trabajo en EEUU. La movilidad de empresas de EEUU a países subdesarrollados en busca de trabajadores con salarios más baratos provoca una gran destrucción de puestos de trabajo en EEUU y el colapso y desaparición de zonas industriales y de servicios previamente ricas, lo que ha creado este enfado popular contra el establishment político –tanto el republicano como el demócrata- que apoyó tales tratados. De ahí que la base electoral de Trump y de Sanders sea la clase trabajadora, cuyas condiciones de vida se han deteriorado dramáticamente estos años en la medida que se han ido extendiendo los tratados de libre comercio.
¿Resuelve el libre comercio el subdesarrollo en los países pobres?
Frente a esta situación, los autores neoliberales (como el economista de cabecera de la televisión pública catalana, el Sr. Sala i Martín y otros que participan en las tertulias y los programas de difusión de información económica) señalan que el libre comercio está ayudando a los países pobres, creando puestos de trabajo y facilitando el crecimiento de la riqueza. Y utilizando este argumento, atribuyen a los tratados de libre comercio el desarrollo económico de los países pobres, citando, como dije antes, China y, ahora, Vietnam. Este es parte del dogma neoliberal que se reproduce y promueve en los medios de comunicación diariamente. Pero, de nuevo, los datos no confirman este supuesto. Mirémoslos. Y vayamos por partes.
1. No hay ningún país desarrollado en el mundo que no haya alcanzado el nivel de desarrollo actual sin que haya seguido políticas proteccionistas. EEUU ha sido y continúa siendo enormemente proteccionista (y un tanto igual ocurre entre los países de la Unión Europea). La industria aeronáutica, la industria automovilística, la industria agropecuaria, entre muchas otras, han contado siempre con enormes ayudas y subsidios del Estado federal, incluyendo inversiones masivas en la industria del automóvil y en la aeronáutica por parte del Departamento de Defensa. Como reconoció el Ministro de Defensa del Presidente Reagan, el Sr. Caspar Weinberger, EEUU tiene la política industrial más avanzada en el mundo occidental hoy. Y los subsidios federales a la agricultura son otro ejemplo.
2. Un tanto semejante ocurre con China. China continúa siendo altamente proteccionista. La mayoría de la banca, por ejemplo, está nacionalizada, siendo el Estado chino un Estado altamente intervencionista y proteccionista. Y un tanto parecido está ocurriendo en Vietnam. El gran crecimiento de China y Vietnam tuvo lugar en la época en la que la apertura al comercio internacional se hizo respetando y manteniendo grandes dosis de proteccionismo. Ahora bien, como bien ha indicado el gran analista del comercio internacional, el Profesor Dani Rodrik, en su artículo “A Progressive Logic of Trade” (Social Europe Journal, 15.04.16), el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP en sus siglas en inglés), el nuevo Tratado del Pacífico, al forzar a Vietnam a disminuir tal intervencionismo, debilitará, en lugar de facilitar, su crecimiento económico. La desaparición de este proteccionismo creará un enlentecimiento de su crecimiento económico. Si no se lo creen, esperen y lo verán.
El impacto negativo del libre comercio
3. Para aquellos países subdesarrollados que no tuvieron tales medidas proteccionistas, los tratados de libre comercio han tenido un impacto enormemente negativo, pues han provocado la destrucción de gran cantidad de puestos de trabajo, un número mayor de los que han sido creados por las inversiones facilitadas por los tratados de libre comercio. México es un ejemplo de ello. La pobreza y el desempleo han aumentado en este país como consecuencia del NAFTA (el Tratado de Libre Comercio entre Canadá, EEUU y México), no al revés. Ahí están los datos para que los vean.
4. Las supuestas ventajas del libre comercio en los países pobres afectan positivamente a las rentas superiores relacionadas con el sector exportador (por regla general controlado por inversores extranjeros) y negativamente a las clases populares, pues el dinero público se invierte para facilitar la inversión extranjera a costa de inversiones orientadas a crear empleo en los sectores domésticos. De ahí que, aun cuando aparentemente haya un crecimiento económico notable, ello no quiere decir que el estándar de vida de las clases populares haya aumentado.
5. Un tanto igual ocurre en los países ricos. Los tratados de libre comercio son causa del crecimiento de las desigualdades de aquellos países, beneficiando a las rentas superiores (de aquellos profesionales cuyo trabajo no se traslada a otros países) pero desfavoreciendo a la mayoría de los trabajadores. EEUU y Alemania son un ejemplo de ello. El sector exterior está muy desarrollado a costa del sector doméstico, poco desarrollado, en parte como consecuencia del descenso de la demanda doméstica, resultado del descenso de los salarios.
La evidencia acumulada que apoya abundantemente cada uno de estos puntos muestra la falsedad del dogma neoliberal. El hecho de que, a pesar de ello, continúe promocionándose, es porque tales tratados benefician a las elites financieras e industriales de los países ricos así como a sus aliados en los países pobres (las clases de rentas altas de los países pobres que dependen de las inversiones extranjeras y del sector exterior para el sostenimiento de sus necesidades). Es esta alianza de clases la responsable de que el estándar de vida de las clases populares, tanto de los países ricos como de los pobres, esté estancado. Se necesitaría una alianza entre ellas para cambiar el sentido de tales tratados. Así de claro.
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