En 2017, la organización de Gran Hermano presenció la violación de una de sus concursantes, en vivo y frente a sus cámaras, sin hacer nada para evitarlo. No contenta con eso, Mediaset encerró a la víctima en una sala e, ignorando todos sus ruegos, la forzó a observar el vídeo de su violación, preocupándose de grabar sus reacciones, mientras un miembro del equipo le aseguraba que ese tema, "por el bien de ambos", tanto del violador como de su víctima, "no debe salir de aquí".
Tras alcanzar todos los límites de la infamia, en 2019, Telecinco no paró, y permitió, disimuló y minimizó el acoso a otro de sus concursantes. En escenas que recuerdan a las situaciones de bullying de un colegio, este concursante recibió los insultos de todos sus compañeros, algunos de los cuales paso a transcribir: "Hijo de puta, mete mierda, demonio, métete el palo y las bolas por el culo, gilipollas, cerdo de mierda, no tienes donde caerte muerto, qué asco te tengo, loco, maltratador, este es de los que se lleva a los niños de los parques, pirado, come mierda...". Sus acosadores, ávidos de sangre, se dedicaron a echarle porquerías en la comida, o a hacerle un masaje con huevos y un rodillo, entre otras vejaciones grabadas y retransmitidas en directo, y el programa -de nuevo- no se preocupó en gastar saliva intentando frenarlos. Se manipuló tachando al maltratado de maltratador, y al provocado de provocador, y aquí paz y después gloria. Se le acusó falsamente -al menos- dos veces de agredir a sus compañeros y Mediaset no se preocupó ni de aclararlo. Cuando su padre denunció estos comportamientos en directo, el presentador se encargó de cambiar de tema no una, ni dos, sino tres veces.
Tras ser expulsado por la audiencia, tras semanas de humillaciones, el presentador minimizó todo lo ocurrido e insinuó que, si todos le odiaban, a lo mejor la culpa era suya, algo que deberíamos probar a decirle a cualquier niño que sea puteado en un colegio.
Tras décadas de telebasura, es hora de reflexionar sobre la sociedad en la que queremos vivir. ¿De verdad deseamos que nuestros hijos vean esto al encender la televisión? ¿Y pensamos comprar productos cuyas marcas apoyen este tipo de comportamientos?
Es hora de pasar a la acción. Borremos todos los canales de Mediaset de nuestra televisión. Hagamos saber a todos nuestros conocidos de la razón por la que lo hemos hecho. Tomemos nota de las empresas y productos que se dedican a patrocinar este programa y organicémonos para preguntar públicamente a sus responsables si de verdad desean ver la imagen de sus marcas proporcionando apoyo económico al bullying, las violaciones y todo tipo de comportamientos detestables. Asegurémonos de apoyar a las marcas que se pronuncien públicamente en contra de esta barbarie comprando sus productos.
Nuestra sociedad puede cambiar, pero solamente si somos capaces de hacer algo para conseguirlo. En 2019, un teclado, un ratón y nuestra cartera pueden ser suficientes para intentarlo.
Tras alcanzar todos los límites de la infamia, en 2019, Telecinco no paró, y permitió, disimuló y minimizó el acoso a otro de sus concursantes. En escenas que recuerdan a las situaciones de bullying de un colegio, este concursante recibió los insultos de todos sus compañeros, algunos de los cuales paso a transcribir: "Hijo de puta, mete mierda, demonio, métete el palo y las bolas por el culo, gilipollas, cerdo de mierda, no tienes donde caerte muerto, qué asco te tengo, loco, maltratador, este es de los que se lleva a los niños de los parques, pirado, come mierda...". Sus acosadores, ávidos de sangre, se dedicaron a echarle porquerías en la comida, o a hacerle un masaje con huevos y un rodillo, entre otras vejaciones grabadas y retransmitidas en directo, y el programa -de nuevo- no se preocupó en gastar saliva intentando frenarlos. Se manipuló tachando al maltratado de maltratador, y al provocado de provocador, y aquí paz y después gloria. Se le acusó falsamente -al menos- dos veces de agredir a sus compañeros y Mediaset no se preocupó ni de aclararlo. Cuando su padre denunció estos comportamientos en directo, el presentador se encargó de cambiar de tema no una, ni dos, sino tres veces.
Tras ser expulsado por la audiencia, tras semanas de humillaciones, el presentador minimizó todo lo ocurrido e insinuó que, si todos le odiaban, a lo mejor la culpa era suya, algo que deberíamos probar a decirle a cualquier niño que sea puteado en un colegio.
Tras décadas de telebasura, es hora de reflexionar sobre la sociedad en la que queremos vivir. ¿De verdad deseamos que nuestros hijos vean esto al encender la televisión? ¿Y pensamos comprar productos cuyas marcas apoyen este tipo de comportamientos?
Es hora de pasar a la acción. Borremos todos los canales de Mediaset de nuestra televisión. Hagamos saber a todos nuestros conocidos de la razón por la que lo hemos hecho. Tomemos nota de las empresas y productos que se dedican a patrocinar este programa y organicémonos para preguntar públicamente a sus responsables si de verdad desean ver la imagen de sus marcas proporcionando apoyo económico al bullying, las violaciones y todo tipo de comportamientos detestables. Asegurémonos de apoyar a las marcas que se pronuncien públicamente en contra de esta barbarie comprando sus productos.
Nuestra sociedad puede cambiar, pero solamente si somos capaces de hacer algo para conseguirlo. En 2019, un teclado, un ratón y nuestra cartera pueden ser suficientes para intentarlo.
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