fuente: eldiario.es
José Luis, socio y lector de eldiario.es, nos escribe el siguiente correo: "leyendo el artículo que recomienda tomar fruta en vez de zumo, me ha sorprendido que en apartado final de recomendaciones sanitarias no se recomiende pelar la fruta, pues tenía entendido que, aunque la piel de la fruta es fuente de nutrientes y vitaminas, también acumula los habituales productos tóxicos con los que se trata la fruta. Así pues, para aquellas frutas, como la manzana o la pera, en las que tiene sentido plantear la pregunta: ¿es sano comer la fruta entera con la piel o conviene pelarla?"
José Luis tiene razón en lo relativo a que determinados productos alimentarios vegetales acumulan pesticidas y herbicidas en su superficie a causa de los tratamientos fitosanitarios que se dan en el campo y que conviene eliminar, ya que su ingesta puede resultar tóxica. No porque lo vaya a ser inmediatamente, pues las cantidades acumuladas no suelen superar unos límites puestos por la Unión Europea, sino porque se desconoce si dichos compuestos se acumulan en órganos y tejidos en mayor o menor medida y los efectos que puede tener tal acumulación.
Esto se puede aplicar especialmente a frutas como la manzana y la pera, pero también a otros alimentos vegetales, tanto si son frutos como tallos, raíces, bulbos, etc. Ahora bien, para eliminar los pesticidas y herbicidas caben dos opciones. La primera es quitar la piel, o capa externa, del alimento, con lo que nos curamos en salud y borramos de un plumazo el riesgo de ingesta de compuestos tóxicos.
Los compuestos de la piel
El problema de esta alternativa es que también nos hace perder la mayoría de vitaminas, compuestos antixoidantes y enzimas digestivas, que se acumulan en la piel del vegetal y que tienen los efectos más beneficiosos sobre nuestro organismo. De hecho, dentro de la fruta o verdura solo encontraremos una mezcla de agua, fibra y azúcares. Estamos hablando de calidad frente a cantidad.
Por lo tanto, tal vez sea mejor observar la segunda alternativa, que consiste enlavar adecuadamente frutas y verduras -no solo de pesticidas sino también de posibles bacterias y virus- y después comérnoslas con la piel, para ingerir así estos compuestos cualitativamente más interesantes para nuestro organismo. Por descontado en esta categoría no caben todos los alimentos y deberemos descartar los que tienen la piel difícil de digerir.
En tal supuesto caben mandarinas, naranjas, aguacates, etc., pero también, obviamente, calabazas, melones o sandías. En lo concerniente a las frutas la distinción es bastante clara, pero no respecto a ciertas hortalizas, sobre las queexiste alguna confusión respecto a si es recomendable o no comérselas con la piel. A continuación te exponemos diez frutas y hortalizas que, para tu sorpresa, se pueden comer con piel -tras lavarlas o tratarlas con calor-, de manera que aprovechemos sus mejores compuestos.
Las diez frutas y verduras comestibles con piel
- Berenjenas: muchas personas se sorprenden al leer que la piel de la berenjena es comestible, pero en efecto, cuando se la asa en el horno o se la fríe en rodajas, no se hace necesario quitarla porque se gelifica y reblandece. De todos modos, es posible que con el tratamiento con calor pierda parte de sus propiedades, pero nos deja una buena ración de fibra insoluble que no suele abundar en nuestra dieta actual y que ayudará a la mejor gestión del tránsito intestinal.
- Calabacines: el caso de la piel de los calabacines es similar al de las berenjenas, ya que pensamos en ellos en crudo y sin embargo nos los solemos comer asados o salteados, con su piel. También aporta compuestos además de fibra insoluble.
- Rábanos: sorprende ver a gente pelando los rábanos de su hermosa piel roja en lugar de lavarlos y comérselos con ella, ya que es fácilmente comestible. Es rica en antioxidantes vegetales del tipo flavonoides y vitaminas A y C.
- Zanahorias: de cada 100 gramos de zanahoria, 8 microgramos son beta-carotenos, uno de los compuestos más importantes para el organismo humano. Posee además un importante porcentaje de retinol (vitamina A), fundamental para la vista y otras funciones, y muchas otras vitaminas y compuestos beneficiosos. Pues bien: la mayor parte de los mismos se concentran en la piel y su concentración desciende a medida que nos acercamos al corazón. Basta con lavarla con agua tibia y un estropajo suave para quitarle los pesticidas.
- Patatas: la piel de las patatas es una fuente de fibra insoluble y tras el tratamiento con calor aporta poca cosa más, pero es perfectamente comestible y en algunos casos da algo de sabor característico a este insípido tubérculo.
- Cebollas: las capas más externas de las cebollas, las marrones, suelen ir injustamente al cubo de la basura cuando en cambio son las más interesantes. La piel de la cebolla concentra la mayor parte de flavonoides y vitaminas del alimento, además de fibra insoluble. La podemos comer molida y espolvoreada por encima de los aros, por ejemplo.
- Pepino: tenemos la manía de pelar el pepino cuando su piel se puede comer sin problemas, pues su sabor no es desagradable y además nos aporta abundante fibra gelificante, que dará consistencia a nuestras heces. Por no hablar de que concentra las vitaminas, los flavonoides y numerosos folatos.
- Plátano: la piel de plátano -conviene que esté adecuadamente maduro o resultará excesivamente astringente- es rica en vitamina B6, así como magnesio, potasio, fibra y proteínas. También contiene abundantes polifenoles y flavonoides que últimamente están siendo muy estudiados por sus efectos antioxidantes y anticancerígenos. Podemos ayudar el proceso de ablandamiento con un escaldado u horneado.
- Mango: su caso es similar al de la piel de plátano, ya que si se deja madurar adecuadamente, es riquísima en carotenos, vitaminas varias y polifenoles, además de fibra insoluble, magnesio y potasio.
- Melocotón: muchas personas tienen aprensión a la piel del melocotón, las paraguyas y las nectarinas y suelen pelarlas, cuando lo cierto es que no solo es perfectamente comestible sino que aporta abundantísimas vitaminas y un variado elenco de flavonoides. Es cierto que hay personas alérgicas a la pelusa de la piel del melocotón, pero el resto no tenemos excusa.
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