El movimiento del "derecho a reparar" que se ha hecho especialmente famoso en Estados Unidos ha cruzado el Atlántico. Allí las políticas restrictivas de varias empresas en este sentido han provocado quejas y protestas, y en la Unión Europea quieren evitar parte de esos problemas con una nueva legislación que entrará en vigor en 2021.
Según la nueva normativa europea los fabricantes tendrán la obligación de fabricar electrodomésticos con el objetivo de que estos duren mucho más tiempo, y deberán proporcionar piezas de repuesto durante un tiempo máximo de 10 años. Eso sí, la medida tiene sus deficiencias, y por ejemplo no menciona dispositivos electrónicos como móviles u ordenadores.
Solo para profesionales, no tanto para usuarios
Una de las quejas más extendidas en ese movimiento por el derecho a reparar está en la limitación de que los usuarios no puedan tratar de reparar sus propios dispositivos.
Las medidas se centran en electrodomésticos y televisores. De móviles y ordenadores, de momento, nada
En la Unión Europea parecen querer restringir también esas operaciones, y estas medidas están orientadas a proporcionar esas piezas de respuestos a servicios técnicos especializados, (pero no a usuarios) que quieran tratar de reparar sus propios electrodomésticos. En la UE no hablan de dispositivos electrónicos, sino de productos "tales como frigoríficos, lavadoras, lavavajillas y televisores".
Bienvenidos a la era de la tecnología desechable (y cara)
El objetivo de la Unión Europea con esta medida es doble. Por un lado, garantizar que productos de todo tipo puedan tener una vida útil más larga. Por otro, incluir elementos en la normativa que hagan que esos productos y electrodomésticos sean más eficientes a nivel energético.
Así, se espera que las clasificaciones de eficiencia energética se vuelvan más exigentes: más del 55% de las lavadoras que se venden en la Unión Europea están clasificadas con la etiqueta A++++, pero la nueva normativa de etiquetado que se anunció en marzo hará que alcanzar tales calificaciones sea más difícil para los electrodomésticos, poniendo así más énfasis en ese consumo y eficiencia.
Este tipo de medida podría ayudar a ahorrar hasta 167 TWh de energía y 20.000 millones de euros al año en Europa en la factura de la luz a partir de 2030, lo que supone el 5% del consumo eléctrico de todos los Países Miembros. De hecho, en la UE indican que eso también equivale al consumo anual de energía de Dinamarca, y que con estas medidas los hogares europeos ahorrarán 150 euros al año.
Para Libby Peake, del organismo UK Green, "estos nuevos estándares son una medida espectacular en la dirección adecuada y podrían dar como resultado un ahorro de emisiones de 46 millones de toneladas de CO2".
Hackear tractores con firmwares ucranianos es solo el principio de una nueva era del hacking
Aún así otros expertos avisan de las sombras de la normativa. Así lo hacía Stephane Arditi, del European Environment Bureau, que explicaba que "cuando las actividades de reparación quedan en manos de unas pocas empresas, perdemos la oportunidad de hacerlas más asequibles y más accesibles a todo el mundo. Los pequeños servicios independientes de reparación son grandes contribuyentes de la economía y la sociedad. Necesitamos ayudarles a hacer su trabajo".
Según la nueva normativa europea los fabricantes tendrán la obligación de fabricar electrodomésticos con el objetivo de que estos duren mucho más tiempo, y deberán proporcionar piezas de repuesto durante un tiempo máximo de 10 años. Eso sí, la medida tiene sus deficiencias, y por ejemplo no menciona dispositivos electrónicos como móviles u ordenadores.
Solo para profesionales, no tanto para usuarios
Una de las quejas más extendidas en ese movimiento por el derecho a reparar está en la limitación de que los usuarios no puedan tratar de reparar sus propios dispositivos.
Las medidas se centran en electrodomésticos y televisores. De móviles y ordenadores, de momento, nada
En la Unión Europea parecen querer restringir también esas operaciones, y estas medidas están orientadas a proporcionar esas piezas de respuestos a servicios técnicos especializados, (pero no a usuarios) que quieran tratar de reparar sus propios electrodomésticos. En la UE no hablan de dispositivos electrónicos, sino de productos "tales como frigoríficos, lavadoras, lavavajillas y televisores".
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El objetivo de la Unión Europea con esta medida es doble. Por un lado, garantizar que productos de todo tipo puedan tener una vida útil más larga. Por otro, incluir elementos en la normativa que hagan que esos productos y electrodomésticos sean más eficientes a nivel energético.
Así, se espera que las clasificaciones de eficiencia energética se vuelvan más exigentes: más del 55% de las lavadoras que se venden en la Unión Europea están clasificadas con la etiqueta A++++, pero la nueva normativa de etiquetado que se anunció en marzo hará que alcanzar tales calificaciones sea más difícil para los electrodomésticos, poniendo así más énfasis en ese consumo y eficiencia.
Este tipo de medida podría ayudar a ahorrar hasta 167 TWh de energía y 20.000 millones de euros al año en Europa en la factura de la luz a partir de 2030, lo que supone el 5% del consumo eléctrico de todos los Países Miembros. De hecho, en la UE indican que eso también equivale al consumo anual de energía de Dinamarca, y que con estas medidas los hogares europeos ahorrarán 150 euros al año.
Para Libby Peake, del organismo UK Green, "estos nuevos estándares son una medida espectacular en la dirección adecuada y podrían dar como resultado un ahorro de emisiones de 46 millones de toneladas de CO2".
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Aún así otros expertos avisan de las sombras de la normativa. Así lo hacía Stephane Arditi, del European Environment Bureau, que explicaba que "cuando las actividades de reparación quedan en manos de unas pocas empresas, perdemos la oportunidad de hacerlas más asequibles y más accesibles a todo el mundo. Los pequeños servicios independientes de reparación son grandes contribuyentes de la economía y la sociedad. Necesitamos ayudarles a hacer su trabajo".
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