“Qatar es un país muy fácil para vivir: cómodo, acogedor y seguro”, aseguraba Xavi Hernández hace un año y medio en una entrevista concedida a la FIFA. A menos que seas homosexual, mujer o trabajador inmigrante pobre, se podía leer en la letra pequeña. Por entonces, el régimen qatarí ya trabajaba a marchas forzadas con la intención de limpiar su imagen internacional de cara al Mundial de 2022. Para ello contaría con la inestimable colaboración de Xavi Hernández, adalid del fútbol de toque, brazo ejecutor de Pep Guardiola en el Barça del ‘Sextete’ y pilar de los éxitos de España en Sudáfrica.
Designado como primer embajador global de Qatar 2022 en marzo de 2018 por el Comité Supremo de Ejecución y Legado, el excentrocampista azulgrana y actual entrenador del Al Sadd pretendía utilizar la cita mundialista para “generar un cambio social en el país. Unir a las personas, acabar con los estereotipos y derribar las barreras sociales”. Pero el tiempo pone a cada uno en su lugar y la nación árabe, con al menos 6.500 muertes a sus espaldas según una investigación de 'The Guardian', no ha experimentado la evolución que prometía. Sin embargo, Xavi, que ya ha manifestado en diversas ocasiones lo que "le revientan las injusticias" con los políticos independentistas presos, aquí no ha alzado la voz en ningún momento.
“Sorprende ver a alguien tan sumamente consternado por la situación de los políticos presos en Cataluña convertirse en una máquina de relaciones públicas para Qatar y no expresar nunca preocupación por la situación de los trabajadores”, afirma el investigador experto en derechos humanos de la zona del Golfo y fundador de FairSquare, Nicholas McGeehan. "Xavi ha proyectado una imagen distorsionada del país. Antes también lo hicieron Zinédine Zidane o Pep Guardiola (en 2010), pero nadie ha apostado tan fuerte por Qatar como él", añade el experto.
El periodista y director de cine Benjamin Best viajó en 2019 hacia el territorio encargado de organizar la cita mundialista y filmó la explotación laboral de los trabajadores inmigrantes. Best, como McGeehan, describe el uso estratégico de Xavi por parte del régimen qatarí: "Forma parte de la estrategia del Gobierno para ganar influencia política, como Al Jazeera con su patrocinio con el PSG o con el Bayern de Múnich. Buscan celebrar grandes acontecimientos deportivos, llamar la atención y limpiar la imagen de su país. Por eso utilizan a atletas famosos".
Sin embargo, lo que se encontró Best dista mucho del lugar idílico que llevaban vendiendo las autoridades con el beneplácito del catalán: "Descubrí que los trabajadores no podían abandonar el campo de trabajo porque sus pasaportes habían sido requisados y la policía los habría arrestado en caso de atreverse. Eran tratados como esclavos y así me decían que se sentían. No vi ningún tipo de reforma ni de progreso".
La incógnita de los trabajadores fallecidos
"Sabíamos desde hacía tiempo que las muertes son un problema, pero el tema es que los qatarís esconden los datos y, cuando se los pides, nunca te los dan. En el reportaje de 'The Guardian' apuntaron 6.500 fallecidos, pero ese número (conseguido a través de los datos que han dado a conocer Nepal, Bangladesh, India y Sri Lanka) está incompleto y es mucho más elevado porque faltan países como Filipinas o Kenya", revela McGeehan. Una teoría que respalda el portavoz de Amnistía Internacional, Carlos de las Heras: "No tenemos datos concretos porque las autoridades visten las muertes provocadas por insuficiencia cardiaca y respiratoria de 'causas naturales'; así que no se llega a conocer qué condiciones (las jornadas laborales de 14 horas, el calor abrasador al aire libre...) han causado los fallecimientos".
McGeehan va un paso más allá y narra el procedimiento habitual escogido por el Estado de Qatar para este tipo de casuísticas, donde se rechaza enseñar estadísticas por las repercusiones que podrían tener en su reputación internacional. "El 69% de las muertes están inexplicadas. Dicen que son 'causas naturales', lo que significa que no ha habido autopsia. En la mayoría de los casos, los doctores no pudieron determinar la causa y la marcaron como natural, metieron el cuerpo en un ataud y lo enviaron a su casa sin una investigación pertinente".
Asimismo, McGeehan describe las condiciones de insalubridad en las que se encuentran muchos obreros que trabajan de sol a sol: "El calor mata a los trabajadores en una zona tóxica como Qatar porque los obligan a trabajar jornadas interminables al aire libre y nadie los protege. Si uno va a un campo donde viven, comprobará que están apilados entre porquería, calor infernal y oscuridad; es una negligencia a gran escala". Best, por su lado, expone su propia experiencia, la que le caló hondo: "Cuando estuve allí, las habitaciones eran cajas de zapatos donde vivían ocho personas y no tenían comida en buenas condiciones, solo pan y agua. Eran esclavos".
Entretanto, el autor de frases tan sonrojantes como "Qatar es un gran lugar para criar una familia" o "Es cierto que no hay un régimen democrático en el país, pero la gente es feliz" miraba con otros ojos desde su acaudalada atalaya. Una versión que contrasta con la del investigador experto en derechos humanos del Golfo. "Los qatarís están contentos porque el Estado les da trabajo, pero ¿qué sucede con los inmigrantes en situación de semiesclavitud? Xavi dice lo que quieren escuchar porque por eso le pagan una gran suma de dinero. ¡Fíjate que hasta le tocó la lotería en 2017!".
Las reformas que se quedaron por el camino
El Sistema Kafala articula el marco que regula las relaciones laborales entre los empleadores y los trabajadores inmigrantes en el país (el 90% de la mano de obra en Qatar es extranjera) y amarra el destino del obrero a las distintas empresas de construcción de estadios, red de carreteras e infraestructuras para el Mundial. De este modo, la unión de patrocinio establece una serie de dificultades para rescindir contratos o salir del país. "Aunque es cierto que ha habido algunas reformas importantes a favor de los trabajadores en los últimos tiempos, como la modificación de la ley para permitir la libertad de circulación de los trabajadores, el acceso a la justicia en caso de abuso o las promesas salariales, estas han avanzado muy lentamente y no se han aplicado como deberían, con lo que el trabajador sigue atrapado en un círculo de explotación laboral", destaca De las Heras
Best, asombrado por lo que filmó durante su estancia en el país asiático, crítica una realidad áspera: "En 2019 conocí a muchos trabajadores. Me contaron que no habían recibido su salario en ocho meses y que sus pasaportes fueron confiscados. Luego hubo un enfrentamiento entre la FIFA y el Gobierno de Qatar y los obtuvieron de nuevo, pero salieron del país sin su sueldo al completo". El periodista completa la imagen de desesperación de aquellos operarios que fueron a la búsqueda de un futuro mejor para sus hijos y tuvieron que volver traumatizados: "Estaban tan frustrados que solo querían volver a su casa y poner punto y final a su tiempo allí".
De las Heras tira de evidencias y recalca una investigación que llevó a cabo Amnistía Internacional en 2020, donde la organización descubrió que durante la construcción del estadio Al Bayt en Jor, sede oficial del Mundial, unos 100 trabajadores estuvieron hasta siete meses sin cobrar a pesar de que las autoridades qatarís conocían el problema desde el principio. "Les hicimos llegar la denuncia a la FIFA y a Qatar. Algunos, a día de hoy, aún no han cobrado la totalidad por la inacción de ambos". Un discurso que choca frontalmente con la estrategia de sostenibilidad conjunta de Qatar 2022 en octubre de 2019 y con el compromiso de la FIFA de dejar "un legado de clase mundial para los trabajadores de Qatar".
"Conozco casos de trabajadores que pagaron mucho dinero por ir a trabajar y luego las empresas no les retribuyeron nada. El sistema de justicia creado para resolver estos casos no actuó pese a las denuncias y volvieron a sus países sin sus salarios", desliza McGeehan. La situación llegó a tales extremos que, ante la inmensa decepción que supuso, algunos tomaron la decisión más drástica: "Es una de las principales razones por las que el suicidio ha crecido entre los inmigrantes. Como muchos tenían requisados los pasaportes y no podrían retornar, se mataron. Es el país más rico explotando a los más pobres", cierra el experto.
Los cantos de sirena
"Hace un par de años sacaron una nueva ley dirgida a paliar el trabajo durante periodos de mucho calor, pero luego se encontró que más de 100 compañías violaban esas reglas. Es un buen resumen de cómo funciona: tienen leyes y las empresas no las aplican. Además, hay muchas subcontratas, con lo que es más difícil de controlar", manifiesta Best. Por otro lado, McGeehan suscribe esas palabras: "Las mejoras son insuficientes. La reforma del Sistema Kafala y el Comité de Disputas Legales están bien sobre el papel, pero no han tenido un efecto real. Sigue sin haber garantías en los salarios y aunque hay mecanismos que podrían funcionar no se han implementado. Por eso es muy frustrante cuando sale Xavi Hernández y dice que todo está bien en lugar de meter presión a las autoridades para generar un cambio real".
Desgraciadamente, Qatar sigue haciendo oídos sordos y amenaza con un paso atrás en materia de derechos laborales. Así lo revela De las Heras: "En marzo nos llegaron noticias de que querían dejar las reformas en un segundo plano. Existe un riesgo muy elevado de que les arrebaten esas garantías recién adquiridas: limitar el cambio de trabajo durante su contrato y su estancia en el país, salario y permiso para salir del territorio". Best se muestra muy pesimista: "Hablé con uno de ellos hace una semanas y me dijo que nada cambiará porque no hay un intéres real en realizarlo; Qatar es uno de los países más ricos del mundo y los personajes adinerados están felices".
Las mayoría de las promesas de mejora de las condiciones de los operarios han caído en saco roto. No obstante, la presión internacional sobre Qatar nunca había sido más persistente que en estos momentos, ya que algunos futbolistas como Toni Kroos o Erling Haaland (acompañados de sus selecciones) han decidido reprender duramente al país árabe y criticar la flagrante situación de los trabajadores. No parece que vayan a ser los únicos en utilizar el altavoz que supone el fútbol para llamar la acción.
*El Confidencial trató de ponerse en contacto con Xavi Hernández y con su cuerpo técnico del Al-Sadd, pero todos se negaron a hablar*.
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