Vivimos en un mundo al revés, pervertido. Julian Assange, en su tarea como periodista, desveló crímenes de guerra. Pero ninguno de los criminales ha sido acusado o condenado. Por el contrario, quien reveló los crímenes ha estado encarcelado en condiciones inhumanas durante cuatro años en la prisión de alta seguridad de Belmarsh en Londres. Nils Melzer, el Relator Especial de la ONU sobre la tortura de 2016 a 2022, llegó a la conclusión de que Assange estaba siendo torturado.
Julian Assange no ha sido acusado de ningún delito en el Reino Unido, Europa o en su país de origen, Australia. Está encarcelado únicamente porque Estados Unidos solicita su extradición para acusarlo y encarcelarlo durante el resto de su vida, aplicándole una draconiana ley de espionaje de la Primera Guerra Mundial. Pero Assange no es un espía, sino un periodista y actuó como tal. Si es extraditado y condenado, sentaría un peligroso precedente. Cualquier periodista en la Tierra tendría que temer ser encarcelado de por vida como espía si revela secretos sucios de los gobiernos. Ese sería el fin de la libertad de prensa tal como la conocemos.
Cualquier periodista en la Tierra tendría que temer ser encarcelado de por vida como espía si revela secretos sucios de los gobiernos
Filtraciones y reportajes de valientes periodistas pueden contribuir a poner fin a las guerras ¿Por qué está Julian Assange en prisión? Está en prisión porque ha mostrado la verdad sobre nuestras guerras, en Irak, Afganistán y en otros lugares. La guerra y la mentira están muy estrechamente relacionadas. No se pueden hacer guerras sin mentiras, porque la mayoría de las poblaciones las rechazan una vez que conocen la verdad sobre ellas. Por lo general, los gobiernos no dicen la verdad sobre las guerras, ya que, de hacerlo, perderían el apoyo de la población. Tampoco los periodistas empotrados nos dicen la verdad sobre las guerras. Después del desastre que supuso la Guerra de Vietnam para Estados Unidos, se desarrollaron varios conceptos para permitir que los periodistas solo pudieran estar empotrados en los campos de batalla bajo la escolta del ejército respectivo. Eso es a lo que hemos asistido en Irak, en Afganistán y en otros lugares. Solo unos pocos periodistas tuvieron la oportunidad de mirar detrás de los bastidores. En ese contexto, las filtraciones son aún más importantes, las fuentes confidenciales son aún más importantes, y los periodistas como Julian Assange son aún más importantes.
Informar sobre las verdades sucias de las guerras, sin importar de qué lado se estén llevando a cabo, es crucial para evitar que esas guerras se vuelvan a librar en el futuro. Quiero mencionar algunos ejemplos de la historia para ilustrar esto. Durante la Guerra de Vietnam, los reportajes de valientes periodistas, a menudo apoyados por fuentes anónimas o mediante filtraciones, contribuyeron decisivamente a poner fin a la matanza. Una de las etapas más importantes fue la historia revelada por Seymour Hersh en 1969 sobre los crímenes de guerra en My Lai en Vietnam.
En aquel entonces, las tropas estadounidenses mataron a cientos de civiles, sobre todo mujeres y niños, en una aldea. Esta historia y las imágenes resultantes fueron decisivas para que la opinión pública virara y se situara en contra de la guerra. Otra importante revelación fueron los llamados “Papeles del Pentágono”, publicados por el denunciante Daniel Ellsberg con la ayuda de periodistas. En ellos se mostró que varios gobiernos estadounidenses habían mentido sistemáticamente al pueblo sobre la guerra de Vietnam, sus motivos, alcance y métodos. Se descubrió que no solo Vietnam fue bombardeado, sino también Laos y Camboya. En total, se estima que murieron entre tres y cuatro millones de personas en aquella guerra.
Estos reportajes y las fuentes mayoritariamente anónimas en las que se basaron contribuyeron de forma decisiva a poner fin a la guerra. Más tarde se descubrieron los programas secretos con los que la CIA espiaba ilegalmente a ciudadanos estadounidenses. Esas revelaciones, también a través de Seymour Hersh, llevaron, en 1975, a la creación de la llamada Comisión Church, para controlar los servicios de inteligencia desde el Senado, un paso importante para preservar la democracia. Con el inicio de la llamada “guerra contra el terrorismo” después del 11 de septiembre, experimentamos una nueva fase en las guerras. En 2004, Seymour Hersh reveló las prácticas de tortura de Estados Unidos en la prisión iraquí de Abu Ghraib.
Movilizar a través de información manipulada
Wikileaks y Julian Assange conectan con esta larga tradición. En los años 2010 y 2011, Wikileaks, en buena parte gracias a la información proporcionada por Chelsea Manning, reveló una serie de crímenes de nuestros gobiernos que sacudieron al mundo. Entre ellos se encontraba un documento que mostraba cómo la CIA intentaba movilizar a la opinión pública en Alemania y Francia para apoyar la guerra en Afganistán. Un titular de este documento es significativo: “Por qué no es suficiente contar con la apatía de los alemanes para esta guerra”. Se trataba de movilizar a las personas mediante información manipulada para ampliar la intervención en Afganistán.
El video titulado “Collateral Murder” (asesinato colateral) captó una gran atención pública. Las grabaciones de audio y video desde un helicóptero estadounidense en Irak documentaron cómo los soldados estadounidenses dispararon a civiles, incluidos dos periodistas de Reuters, y cómo hablaban sobre la mejor manera de matar a estas personas. Los supervivientes intentaron rescatar a uno de los periodistas, que estaba gravemente herido, pero los soldados volvieron a disparar al herido hasta que murió. En el automóvil también había dos niños pequeños que resultaron heridos graves. Éste es solo un pequeño detalle de aquella guerra. Pero la indignación mundial al respecto muestra lo que sucede cuando se revelan verdades sucias sobre las guerras. Entonces, el apoyo disminuye, las grandes narrativas bélicas se desmoronan: que son buenas guerras, que son guerras justas, que se lucha en nombre de unos determinados valores.
Más tarde, Wikileaks publicó los archivos titulados “Afghan War Logs” y los “Iraq War Logs”, cientos de miles de datos que documentan crímenes de guerra tanto de las potencias occidentales como de los señores de la guerra locales con quienes trabajaron codo con codo. Por último, los documentos de Guantánamo mostraron al mundo con qué brutalidad se operaba en aquella prisión de tortura. El horror de la llamada “guerra contra el terrorismo” se conoce en gran parte gracias a Wikileaks.
¿Por qué está Julian Assange en prisión? Porque ha quitado la máscara de la hipocresía del discurso sobre los valores occidentales y ha mostrado lo brutal que es la realidad que hay detrás. Por eso fue perseguido, encarcelado y, como dice Nils Melzer, torturado. El coraje de Julian Assange y de fuentes como Chelsea Manning fue crucial para que otros denunciantes y periodistas se atrevieran a revelar más prácticas oscuras de nuestros gobiernos. Por ejemplo, Edward Snowden, quien reveló las prácticas de espionaje de la NSA y otras agencias.
Julian Assange ha quitado la máscara de la hipocresía del discurso sobre los valores occidentales y ha mostrado lo brutal que es la realidad
Después de sus revelaciones, Julian Assange fue atacado no solo por los gobiernos afectados, sino también, de manera contundente, por algunos periodistas. Un presentador del canal de televisión estadounidense Fox pidió en directo su ejecución. El Gobierno de Estados Unidos, con la ayuda de Gran Bretaña y Suecia, hizo todo lo posible para encarcelarlo lo más rápido posible con diversos pretextos.
La liberación de Julian Assange es crucial para el futuro del periodismo, la libertad de expresión, la democracia y mucho más. El periodismo libre es indispensable para evitar futuras guerras. Actualmente nos encontramos en una situación extremadamente peligrosa. Se perfila una nueva guerra fría, así como una guerra caliente entre bloques. La guerra en Ucrania amenaza con una mayor escalada. Estados Unidos y algunos aliados amenazan con una guerra contra China. Estos asuntos son claves para la supervivencia de la humanidad, ya que podrían desembocar en una confrontación nuclear.
La situación es crítica también por otra razón. Nos encontramos en un momento crítico para la Tierra en términos de cambio climático, extinción de especies y otras catástrofes ecológicas. Debemos centrar nuestras fuerzas en iniciar una transformación socioecológica que prevenga la catástrofe climática y nos permita tener una vida digna en este planeta durante las próximas generaciones. Para lograr esto, necesitamos recursos, dinero y cooperación internacional para una transición pacífica, no para la guerra. Actualmente estamos viendo una nueva carrera armamentística que nos acerca a una confrontación nuclear y, al mismo tiempo, nos impide frenar el colapso ecológico.
Una breve retrospectiva: las llamadas guerras contra el terrorismo, en Afganistán, Irak y en otros lugares, han costado al menos cinco billones de dólares. Esa es aproximadamente la misma cantidad que, según Noam Chomsky y el economista estadounidense Robert Pollin, se necesitaría para un Nuevo Pacto Verde Global que permita lograr un cambio ecológico en la agricultura, en el suministro de energía y en el transporte, al mismo tiempo que se crea más justicia social. En los últimos 20 años, este dinero se ha canalizado en dirección a la guerra en lugar de al cambio social que tanto necesitamos.
Necesitamos más que nunca periodistas que nos informen sin tapujos sobre la realidad de la guerra, que miren más allá de las fachadas
Para evitar que esto suceda de nuevo, necesitamos periodismo crítico, necesitamos periodismo libre, necesitamos periodismo valiente. La reciente filtración del Pentágono ha demostrado que, según la evaluación del ejército estadounidense, la guerra en Ucrania no puede ser ganada en un futuro cercano por ninguna de las dos partes. Es una situación de punto muerto. Si esta guerra continúa, miles de personas más morirán sin lograr ganancias significativas para Ucrania. Esto demuestra una vez más que solo las negociaciones pueden poner fin a esta guerra.
En esta situación, necesitamos más que nunca periodistas que nos informen sin tapujos sobre la realidad de la guerra, que miren más allá de las fachadas. En el punto de inflexión de la historia de la humanidad en el que nos encontramos, necesitamos más que nunca una defensa del periodismo libre y sus fuentes.
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