Desde mayo de 2011, miles de personas exigimos una democracia real. La respuesta a esa demanda sensata, colectiva, generalizada, ha sido el silencio, los guiños más o menos cosméticos o una respuesta represiva cada vez más acusada. Cada vez está más claro que a partir de las lógicas de la representación tradicional no hay mucho margen real para la expresión de las demandas ciudadanas. Los partidos saben que un avance de la capacidad expresiva y organizativa de la ciudadanía supone una crisis sin posibilidad de retorno a sus lógicas de funcionamiento.
Por eso se niegan a obedecer las exigencias básicas en materia de sanidad, educación, justicia, protección social o pensiones con las que mucho más de la mayoría de la población está de acuerdo. Tampoco son capaces de luchar en Europa por otro modelo de financiación, redistribución, fiscalidad y toma de decisiones.
La “democracia” actual, el régimen electoral bipartidista en que vivimos, no nos sirve. Solo nos lleva a más pobreza para el 99% y más poder al 1%. Esa situación ha llevado al actual bloqueo institucional del que solo saldremos apostando más alto, poniendo la mirada en un nuevo proceso constituyente en el que se redefina radicalmente qué significa un modelo democrático de vida en común. Como aprendimos en Tahrir y la Primavera Árabe: Una revolución democrática.
Democratizar la democracia no es sencillo, pero en este año y medio hemos avanzado enormemente. Primero, en las plazas, nos conocimos y reconocimos, nos escuchamos y comprobamos que queríamos cosas parecidas: democracia política y económica. En los barrios, hemos parado desahucios y abierto centros sociales. En las redes, hemos generado formas de comunicación y conexión que nos permiten saltar el cuello de botella mediático y auto-convocarnos con agilidad. El 25S y el 23O señalamos el centro del problema: el Parlamento secuestrado; y a pesar de la criminalización y el miedo, miles de personas señalamos la necesidad de iniciar un proceso constituyente, que cambie las normas del juego. Las Mareas Verde y Blanca han visibilizado el apoyo masivo a los servicios públicos, no solo de los profesionales, sino de padres, madres y alumnos así como de pacientes; al ir a perderlo, hemos reflexionado sobre su enorme importancia y nos hemos vuelto a conocer y reconocer como parte de una misma sociedad, que debe defender su capacidad para reproducirse y su bienestar por encima de las deudas ilegítimas.
Algunos desafíos abiertos de cara a 2013:
- Vivienda, Desahucios, Iniciativa Legislativa Popular
Con más del medio millón de firmas exigidas para sacar adelante una Iniciativa Legislativa Popular, la recogida de las últimas firmas (cerca del millón) y su presentación en el Parlamento será un momento fundamental. La ILP recoge la dación en pago, la condonación de las deudas y el alquiler social de forma retroactiva para todos los estafados de la burbuja inmobiliaria, de la sobretasación y las trampas contables. La excusa de las transferencias de vivienda al “banco malo” o las ridículas medidas puestas en marcha (moratorias de desahucios que siguen aumentando los intereses de la deuda o alquiler social solo para casos extremos) no servirán. En el Parlamento se verá si los partidos defienden los intereses de la población o de la banca nacional e internacional. Esto abre, además, una nueva coyuntura para las PAHs de todo el Estado: el movimiento por la vivienda lanzará sus nuevos desafíos en 2013
- Tsunami de mareas. Destitución de los gobiernos autonómicos
La Marea Blanca se ha desplegado con enorme inteligencia; por mucho que logren privatizar una parte del sistema de salud, cosa que todavía está por ver, los cientos de centros de salud y los hospitales pueden seguir en pie de guerra para revocar los presupuestos. Sin jefes de servicio ni coordinadores de centro de salud, González tiene un problema. Sin “normalidad” en la atención sanitaria, no hay gobierno que pueda gobernar.
Si la Marea Verde, la Marea Roja, la Marea Naranja, el sector de la Justicia y otros empleados públicos se unen a las movilizaciones en marcha y dejan de obedecer las normativas impuestas, el gobierno de la Comunidad de Madrid tendrá que dimitir. Es el poder de cada uno y de todos para exigir que la población sea obedecida. El ataque destituyente a las autoridades autonómicas que gestionan los recortes y las medidas de austeridad puede replicarse con facilidad en otros lugares.
- Afianzar el proceso constituyente y la organización en el movimiento
El desafío constituyente consiste en construir procesos democráticos amplios, ataques institucionales de nuevo tipo, consultas ciudadanas inéditas. El proceso constituyente no es una entelequia por venir, sino que ya está siendo: se produce en la materialidad concreta de los conflictos y los movimientos en la medida en que ya estamos redefiniendo en qué consiste, y en qué no consiste, la democracia.
En 2013 abordamos el desafío de darle mayor densidad, capacidad organizativa y de intervención al propio movimiento. Salir de la dinámica de la suma de eventos e incorporar mecanismos organizativos escalables y de proceso, superar dinámicas organizativas planas para incorporar a más y más gente y abordar la creación de nuevas instituciones comunes.
- La dimensión europea
El 14 de noviembre vivimos la primera Huelga General a escala euromediterránea. La crisis empieza a pasar factura a las economías centrales del norte de Europa y el propio proyecto de construcción de Europa como potencia económica está completamente desarticulado. Tenemos la posibilidad de federar y componer luchas comunes en el territorio PIIGS que resuenen en los países centrales, especialmente en Alemania. Digamos claro que no hay proceso europeo posible si no es partir de la propia redefinición de la democracia política y económica en el territorio y de un reconocimiento de los vínculos políticos y materiales entre los países de la UE que nos lleve más allá del internacionalismo.
Estos son los retos que trae el 2013. Sabemos que pueden parecer dificiles porque cada vez estamos más cerca del corazón del sistema. Sabemos que el gobierno va a seguir jugando a la estrategia de desgaste, pero aceptar el desgaste es no reconocer la propia debilidad de un gobierno sin capacidad de maniobra y un sistema en fase zombie que reina pero no gobierna. Sigamos desbordando la representación, sigamos construyendo movimiento, sigamos destituyendo y sigamos constituyéndonos. Juguemos a todo o nada.
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