“Las mujeres son superiores a los hombres”,“Niñata de 14 años enseña las tetas con excusas” o “Todo está bien si lo dice una mujer”. Son solo algunos de los títulos que Dalas, un joven youtuber, está acostumbrado a realizar para engatusar a sus más de tres millones de seguidores. Su obsesión contra todo aquello que tenga relación con la defensa del colectivo femenino parece no tener fin, algo que demuestra con cada crítica que lanza. Aunque se refugia bajo la aparente objetividad de los datos [como ocurre con otros youtubers o el caso de Jorge Cremades] juega con las cifras y hace malabares con las palabras para convertir sus demagógicos argumentos en todo un espectáculo. El vídeo que nos ocupa, y que está cerca de alcanzar el millón de visitas, adolece de prácticamente todos los elementos propios de cualquier contenido sensacionalista. En primer lugar, su mensaje es transgresor, por eso consigue llamar la atención de los espectadores. Una vez captadas todas las miradas, juega con las expectativas de sus videntes. Es importante mantener la tensión; forma parte del espectáculo. Sabe, además, que si no cumple con los deseos de sus invitados, puede convertirse en el plato principal, pero es algo que parece no preocuparle; trae consigo los suficientes datos tergiversados como para quitarle el hambre a su rebaño.
DESINFORMACIÓN
Varias son las supuestas noticias a las que el video-blogger recurre para dar peso a sus hipótesis. Según él, la actual Ley de Violencia de Género convierte a los hombres en víctimas y, para defender su teoría, menciona una supuesta denuncia por violencia de género en la que “condenaron a un hombre a seis meses de prisión por tirarse un pedo delante de su mujer”. Tras haber estado buscando la sentencia judicial que confirmase este hecho, no la hemos localizado. Aunque carecemos de la supuesta fuente primaria, sí hemos visto que esta información nace en Alerta Digital y que, cuatro meses después de su publicación, la copia El Diario de Tenerife. A partir de ahí, no hemos encontrado la información en ningún otro medio de comunicación. El resto de espacios que recogen esta información son redes sociales, blogs personales y foros. Nos hallamos, por tanto, en un espacio de desinformación que no termina de confirmar la veracidad de los hechos. Además, durante el proceso de contraste, nos hemos encontrado con un error que podría ser clave para determinar la credibilidad del contenido. Y es que, supuestamente, el caso fue instruido por el Juzgado de Violencia de Género Nº1 de Valencia, pero la imagen que acompaña a la noticia se corresponde con los juzgados de Valladolid.
Aun suponiendo que fuera un error y que la noticia fuera real, Dalas no acierta contando los hechos. En su vídeo, explica que el acusado fue condenado a seis meses de prisión, pero en la noticia leemos que la condena fue de un mes. Algo similar ocurre cuando expone, literalmente, “un caso que salió por las noticias y todo”. Según él, un hombre cumplió dos años de prisión después de que su pareja le pusiera una denuncia por malos tratos cuando, en realidad, era ella quien se estaba autolesionando con un cúter. Para, supuestamente, haber salido en “las noticias y todo”, no hemos encontrado nada en la red.
FUENTES INCORRECTAS
El youtuber, en su intento por encontrar información que le respalde, pone sobre la mesa algunos datos extraídos de diferentes organismos oficiales. Sin embargo, termina poniendo en evidencia su escasa capacidad de análisis, o incluso podríamos pensar que demuestra su verdadera intención de tergiversar los datos para dar peso a sus argumentaciones. En concreto, habla de un informe donde se afirma que el porcentaje de mujeres que maltratan es muy superior al de hombres. Los datos que vemos en pantalla son reales, pero la interpretación que hace de ellos es incorrecta. El informe al que recurre procede del Observatorio de la Infancia del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Este organismo no estudia la Violencia de Género, sino que analiza y propone todo tipo de políticas sociales que tienen relación con la infancia y la adolescencia. Entre sus trabajos, se encuentra también el de medir los índices de violencia doméstica, un fenómeno distinto al de la violencia de género.
Para entender esto, tenemos que conocer cuál es la diferencia. Según el Ministerio de Igualdad, violencia de género son todos aquellos actos de agresión, físicos o psicológicos, que se ejercen hacia la mujer por parte de sus cónyuges o quienes hayan estado ligados a ellas por relaciones de afectividad, aun sin convivencia. En cambio, la violencia doméstica, se refiere a todos aquellos actos de agresión que se ejercen en un marco de convivencia y que afecta a ambos géneros y a todas las edades Es cierto que el porcentaje de madres que ejercen violencia sobre los menores (64,81%) es mayor al de hombres (35,19%), pero faltan datos de contexto que no se explican en el vídeo y que aportan una visión más clara de la situación.
Según el Observatorio, son los padres los principales agresores en los casos de maltrato físico, psicológico y abuso sexual, mientras que las madres lo son en los casos de negligencia. Aun así, el hecho de que sean las mujeres las principales agresoras, viene dado, según esta misma institución, porque son quienes pasan más tiempo con los hijos y se encargan de su cuidado.
INTERPRETACIONES ERRÓNEAS
Las cifras del Observatorio no son las únicas que tergiversa. También lo hace con un informe del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) cuando destripa por completo el significado de algunos términos. Según Dalas, de todas las denuncias por violencia de género, el 80% terminan en absoluciones, o lo que es lo mismo para él: son falsas. Dalas confunde el tocino con la velocidad. No hace falta irse muy lejos para comprobar que sus palabras no son ciertas. El mismo CGPJ ha asegurado, en más de una ocasión, que las denuncias falsas son un caso aislado y que tan solo representan el 0,4%. En lo que respecta a las absoluciones, el CGPJ explica que están motivadas por “la falta de prueba bastante por constar solo la declaración incriminatoria de la víctima, sin corroboraciones periféricas”, así como el acogimiento de la víctima a su derecho de no declarar, algo que se considera “fundamental en un alto porcentaje de los casos”. Esto no significa que la denuncia carezca de contenido y, por ende, sea falsa.
En el mismo informe, los expertos afirman que “el menoscabo psíquico o la lesión que no requiera tratamiento médico o quirúrgico o el maltrato de obra sin causar lesión”, es una de las principales causas de denuncia y, también, la consecuencia del 46,4% de las absoluciones. Esto denota, al contrario de lo que afirma el autor del vídeo, que la acusación oral de la víctima no es la única prueba necesaria para inculpar al supuesto agresor, aunque, ante la presencia de otras pruebas, a veces se considere fundamental.
Otra de sus afirmaciones tiene que ver con el aumento en el número de denuncias. Según el, tras la aplicación de la Ley de Violencia de Género se han triplicado el número de demandas. Aquí hay algo de verdad y algo de mentira. Es cierto que el número de denuncias ha ido creciendo, pero no se están teniendo en cuenta los factores que influyen en esta tendencia. Por un lado, la Ley de Violencia de Género ha hecho que las mujeres se sientan más protegidas y, en consecuencia, se animen a denunciar. Por otro lado, habría que valorar la aplicación de un mayor número de campañas sociales de concienciación, la visibilización del problema desde el ámbito educativo o el acceso a nuevas herramientas de denuncia. Lo que sí sabemos con seguridad es que Ángeles Carmona, presidenta del Observatorio de la Mujer, valora la Ley de Violencia de Género como algo positivo porque, según ella, “la mujer víctima ya no se resigna al silencio de otras épocas y decide poner los hechos en conocimiento”.
DESCONTEXTUALIZACIÓN
Arrastrado por la exaltación que le provoca hablar sobre feminismo, el youtuber se mantiene en el apogeo de su monólogo y sigue defendiendo su postura explicando que cualquier mujer, con solo una denuncia y sin prueba alguna, puede encerrar dos días en la cárcel a un hombre. La detención preventiva, algo común en la mayoría de Estados de Derecho, se lleva a cabo antes de poner al acusado a disposición judicial y tiene como objetivo esclarecer los hechos de los que se le acusa. Esto se toma como medida cautelar siempre que haya evidencias de haberse cometido dicho delito, si existe riesgo de fuga o si se puede dar una posible destrucción de pruebas. Su error es dar por hecho que la detención preventiva se produce, única y exclusivamente, en el ámbito de la violencia de género.
Otro tema que parece quitarle el sueño es el de los antecedentes. Primero, asegura que con un historial por delitos no se puede salir del país, hecho que no es cierto, al menos, dentro de la Unión Europea. Generalmente, son los países extranjeros los que, junto con el visado, pueden solicitar un historial de antecedentes. Tampoco es cierto que no se pueda estudiar ninguna carrera universitaria, como asegura, u optar a un puesto de trabajo. Lo que sí permite la Ley, y eso parece ignorarlo, es que un inculpado, tras cumplir sus penas y haber trascurrido un determinado período de tiempo, puede solicitar a la justicia la retirada de sus antecedentes. También se equivoca cuando asegura que, en España, es delito conducir bajo los efectos del alcohol. Según el Código Penal, en su artículo 379 del Capítulo IV, se considerará delito a aquel “que condujere con una tasa de alcohol en aire espirado superior a 0,60 miligramos por litro o con una tasa de alcohol en sangre superior a 1,2 gramos por litro. “Todo aquello que se encuentre por debajo a la tasa mencionada, será considerado una falta, al contrario de lo que Dalas afirma.
Aun así y poniéndonos en el peor de los casos, las explicaciones que ofrece en este aspecto arrojan más incógnitas que respuestas. Dalas plantea una situación en la que, tras una fuerte discusión, una pareja llega a juicio y él pierde el caso, lo que conlleva, a su vez, que al acusado le queden antecedentes. El problema para Dalas está en que si a esa persona la detienen conduciendo bajo los efectos del alcohol va a la cárcel porque ha cometido un delito teniendo antecedentes previos. La cuestión es, ¿cuál es el problema? ¿Está dando a entender que esa persona no debe pagar por sus delitos?
A medida que el vídeo avanza, también lo hace Dalas en su propio campo de minas, aunque hasta ahora no ha sabido sortear ninguna de ellas. En esta ocasión, habla de suicidios y explica que el 77% de las muertes corresponden a hombres. Vemos en el Instituto Nacional de Estadística que la cifra que aporta es correcta: año tras año, el 75% de los suicidios se dan en los hombres. Sin embargo, es un dato cuantitativo que, por sí solo, no significa nada. En una entrevista en La Vanguardia, Carmen Tejedor, psiquiatra del Hospital Sant Pau y directora durante varios años del programa de prevención del suicidio L’Eixample, afirma que, a pesar de haber una tasa de suicidios mayor entre los hombres, son las mujeres las que lo intentan más veces. La diferencia, según ella, es que “el hombre tiene una mayor impulsividad y agresividad y cuando lo intenta utiliza métodos más radicales”. También es importante hablar del perfil que suele cometer este tipo de actos. Según esta misma experta, quienes se suicidan suelen ser varones mayores de 65 años que viven solos y padecen alguna enfermedad crónica o trastornos depresivos. También lo son los jóvenes que consumen drogas o tienen alguna disfunción mental, entre otras causas. Como podemos observar, el contexto muestra que este fenómeno tiene poco o nada que ver con la violencia de género.
Cuando nos acercamos a la mitad del vídeo y pensamos que hemos visto todo, Dalas hace una afirmación que deja, de manera implícita, dos posibles respuestas que nos sirven para desarticular su propio argumento. Él explica que al maltratador “de verdad” le da igual que le encierren en prisión preventiva o le encarcelen porque, cuando salga, si quiere matar a la mujer, la mata igualmente. La primera cuestión en la que tenemos que pensar es si le da igual a la víctima, no al agresor: es ella quien se tiene que sentir protegida. La segunda cuestión que nos ocupa, está, como hemos dicho, implícita en la crítica. Si, según Dalas, al maltratador le da igual que le encierren porque al salir va a matar igualmente a la mujer: ¿Significa eso que hay que endurecer las penas contra este tipo de delitos o, por el contrario, hay que suavizarlas? En todo caso, ninguna de las dos respuestas le deja a él en buen lugar.
Solo unos segundos después, el youtuber critica una publicación del partido político Podemos en la que, según él, “no hay ninguna referencia” respecto a los datos que mencionan. Sin embargo, no hace falta irse muy lejos para ver que sí hay datos al respecto. En ese mismo tuit, vemos que hay un hipervínculo que redirige a 20 Minutos. En la noticia del medio, publicada el 30 de agosto de 2014, el diario afirma que, en lo que va de año, han muerto 40 mujeres. Para comprobar la información, recurrimos a la fuente primaria, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y vemos que, efectivamente, entre enero de ese mismo año y agosto, fueron asesinadas 40 mujeres. Por si ese conjunto de datos mal interpretados no resultase lo suficientemente convincente, Dalas aporta una serie de supuestas experiencias personales como si de pruebas empíricas se tratase. En una de ellas, afirma escandalizado que el hermano de un excompañero del colegio se suicidó en prisión tras haber sido condenado sin prueba alguna. En España, la justicia considera inocente a toda persona hasta que se demuestre lo contrario, y no al revés. Así que, a no ser que esa persona haya sido juzgada en un país que no sepa ni lo que es la Declaración de los Derechos Humanos, o esa afirmación es falsa, o a Dalas se le ha olvidado contarnos algo.
EL CALDO DE CULTIVO PERFECTO
Las redes sociales son uno de los principales canales de comunicación entre la población joven, y no tan joven. Sin embargo, utilizar estas herramientas requiere una serie de conocimientos previos que permitan a los usuarios salvaguardarse entre tanta desinformación. A diferencia de los medios tradicionales, Internet convierte a cualquier persona en creadora de contenidos. La diferencia es que esa información no pasa por unos filtros que permitan depurar tanto el contenido como la forma en la que se presenta. En la mayoría de casos no sabemos, ni siquiera, quién puede estar detrás, ni cuáles son sus intenciones. Un ejemplo de ello lo vemos en el fenómeno del clickbait. Cientos de noticias de dudosa reputación con titulares que enganchan rápidamente a los lectores. ¿Su objetivo? Generar ingresos por publicidad con cada impacto generado, independientemente de que el contenido ofrecido sea verídico o no. Pero hay otros peligros que se mantienen al acecho y que pasan desapercibidos. Peligros que, camuflados bajo la apariencia del entretenimiento y la popularidad de lo viral, entrañan un riesgo mucho mayor.
Internet funciona, cada vez más, como una vía propagandística. Es el caldo de cultivo perfecto para quienes quieran hacer llegar su mensaje sin tener que sortear las barreras que, de otro modo, imposibilitarían que su mensaje llegase al público. Es algo que vemos con este vídeo. Material de primera para quien quiera utilizarlo como arma arrojadiza contra los que no piensen como él. Para su autor, es más fácil dedicar 20 minutos a criticar una ley que emplear cinco en aportar alguna solución al supuesto problema. En su canal de YouTube, que supera los 3 millones de seguidores, critica diferentes aspectos de la mujer haciendo uso, siempre, de experiencias personales y vagas interpretaciones de datos.
Sergio V. Díaz Arroyo es estudiante de Periodismo en la Universidad del País Vasco.
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