"Esta revisión indica que las copas menstruales son una opción segura a la hora de gestionar la menstruación y se están utilizando internacionalmente". La primera revisión sistemática de estudios sobre el uso de las copas menstruales a nivel internacional, publicada hoy en la revista The Lancet Public Health, muestra que estos productos son seguros y producen fugas similares o incluso menores que las compresas o los tampones desechables.
A nivel global, se estima que en torno a 1.900 millones de mujeres, cerca del 26% de la población mundial, estaban en edad de menstruar en 2017 y que pasaban un promedio de 65 días al año con el flujo de la regla. Sin embargo, los investigadores aseguran que "existen pocos estudios de buena calidad que comparen los productos sanitarios" destinados a tratar la regla y que "la ignorancia, los prejuicios, los costes y los temores sobre su seguridad pueden impedir que niñas y mujeres tengan acceso a toda la gama de productos disponibles".
"Nos propusimos abordar este problema resumiendo los conocimientos actuales sobre las pérdidas, la seguridad y la aceptabilidad de las copas menstruales, comparándolas con otros productos siempre que fuera posible", asegura la autora principal del estudio, la profesora de la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool, Penelope Phillips-Howard.
Un método seguro, pero desconocido
La copa menstrual es un receptáculo utilizado para recolectar el flujo sanguíneo de la regla, en lugar de absorberlo como ocurre con las compresas y los tampones, y que debe ser vaciado en un periodo de entre 4 y 12 horas. Los materiales utilizados para su fabricación son silicona, caucho, látex o elastómero y pueden durar hasta 10 años.
Este método ha tenido poca aceptación, dado que, aunque hay 199 marcas de copas menstruales y las copas están disponibles en 99 países, el conocimiento sobre ellas es bajo, según los resultados de este nuevo análisis, que incluye 43 estudios y datos de más de 3.300 mujeres y niñas en todo el mundo.
Tres de los estudios analizados, realizados en países de altos ingresos, revelaron que solo entre el 11 y el 33 por ciento de las mujeres son conscientes de su existencia y de los 69 sitios web que contienen material educativo sobre la pubertad en 27 países, solo el 30% mencionó las copas menstruales, mientras que las compresas y los tampones fueron mencionados en el 77% y el 65% de los sitios respectivamente.
Esta falta de aceptación, según los investigadores, podría reflejar cierto rechazo a los productos que se insertan en la vagina, debido a cuestiones culturales o a las alertas sanitarias asociadas con los tampones, como la del síndrome del shock séptico. Sin embargo, según los resultados de este nuevo análisis, "no se encontró un mayor riesgo de infección asociado con el uso de una copa menstrual entre mujeres y niñas de Europa, Norteamérica y África, en comparación con otros productos menstruales".
Aunque se detectaron cinco casos de síndrome de shock tóxico después del uso de la copa, los investigadores aseguran que no es posible hacer comparaciones entre las copas menstruales y otros productos, pero, en cualquier caso, este tipo de síndrome es extremadamente raro. Los estudios analizados tampoco mostraron efectos adversos sobre la flora vaginal, ni se identificaron daños en los tejidos internos de la vagina asociados al uso de la copa.
Con respecto a la utilización simultánea con dispositivos intrauterinos (DIU), los investigadores afirman que hacen falta estudios adicionales para determinar si su uso puede generar algún tipo de problema, dado que se identificaron 13 casos en los que la extracción de la copa se asoció con el desprendimiento del DIU.
Tan eficaz como otros métodos
Sobre la eficacia a la hora de evitar el manchado, cuatro estudios compararon las copas con otros productos sanitarios y encontraron que los niveles de eficacia eran similares entre todos los productos, aunque uno de ellos mostró que las pérdidas eran significativamente menores con las copas.
En los casos en los que se producía manchado, por lo general la fuga se asoció con un sangrado anormalmente abundante, la necesidad de un tamaño de copa más grande, la colocación incorrecta de la copa o con el llenado de la misma.
La elevada eficacia de la copas se reflejó en la confianza de la usuarias, ya que alrededor del 70% afirmaron estar dispuestas a seguir usándolas una vez que se familiarizaron con su uso. Sin embargo, todos los estudios cualitativos mostraron como la adopción de la copa menstrual requirió una fase de familiarización de varios ciclos menstruales, aunque el apoyo de otras mujeres mejoró la adaptación.
Mayor ahorro y menor generación de residuos
Los autores de esta nueva revisión también recopilaron información sobre los costes de las copas menstruales y realizaron estimaciones sobre el ahorro y los desechos generados. Según sus resultados, una sola copa menstrual con un uso promedio de unos 10 años podría costar mucho menos que las compresas o los tampones.
Los autores identificaron una amplia gama de precios para las copas en los distintos países estudiados, que van desde los 60 céntimos de euro, hasta los 40 euros. A partir de estos datos, los investigadores estimaron que el coste de una copa podría ser aproximadamente entre el 5% y el 7% del costo de usar 12 compresas o tampones por cada periodo.
Respecto a los desechos generados, en 10 años, se estima que una copa genera el 0,4% de los residuos plásticos del uso de compresas o el 6% de los producidos por el uso de tampones. Los autores señalan que las estimaciones de costos y desechos son solo ilustrativas, ya que no tienen en cuenta el uso combinado de otros productos menstruales, la inflación o los costes de producción.
A pesar de ser la primera revisión global sobre este tipo de productos, los investigadores aseguran que la calidad de los estudios incluidos fue baja, por lo que piden más investigaciones de calidad en esta área, especialmente sobre la relación coste-efectividad y el efecto ambiental de diferentes productos menstruales.
A nivel global, se estima que en torno a 1.900 millones de mujeres, cerca del 26% de la población mundial, estaban en edad de menstruar en 2017 y que pasaban un promedio de 65 días al año con el flujo de la regla. Sin embargo, los investigadores aseguran que "existen pocos estudios de buena calidad que comparen los productos sanitarios" destinados a tratar la regla y que "la ignorancia, los prejuicios, los costes y los temores sobre su seguridad pueden impedir que niñas y mujeres tengan acceso a toda la gama de productos disponibles".
"Nos propusimos abordar este problema resumiendo los conocimientos actuales sobre las pérdidas, la seguridad y la aceptabilidad de las copas menstruales, comparándolas con otros productos siempre que fuera posible", asegura la autora principal del estudio, la profesora de la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool, Penelope Phillips-Howard.
Un método seguro, pero desconocido
La copa menstrual es un receptáculo utilizado para recolectar el flujo sanguíneo de la regla, en lugar de absorberlo como ocurre con las compresas y los tampones, y que debe ser vaciado en un periodo de entre 4 y 12 horas. Los materiales utilizados para su fabricación son silicona, caucho, látex o elastómero y pueden durar hasta 10 años.
Este método ha tenido poca aceptación, dado que, aunque hay 199 marcas de copas menstruales y las copas están disponibles en 99 países, el conocimiento sobre ellas es bajo, según los resultados de este nuevo análisis, que incluye 43 estudios y datos de más de 3.300 mujeres y niñas en todo el mundo.
Tres de los estudios analizados, realizados en países de altos ingresos, revelaron que solo entre el 11 y el 33 por ciento de las mujeres son conscientes de su existencia y de los 69 sitios web que contienen material educativo sobre la pubertad en 27 países, solo el 30% mencionó las copas menstruales, mientras que las compresas y los tampones fueron mencionados en el 77% y el 65% de los sitios respectivamente.
Esta falta de aceptación, según los investigadores, podría reflejar cierto rechazo a los productos que se insertan en la vagina, debido a cuestiones culturales o a las alertas sanitarias asociadas con los tampones, como la del síndrome del shock séptico. Sin embargo, según los resultados de este nuevo análisis, "no se encontró un mayor riesgo de infección asociado con el uso de una copa menstrual entre mujeres y niñas de Europa, Norteamérica y África, en comparación con otros productos menstruales".
Aunque se detectaron cinco casos de síndrome de shock tóxico después del uso de la copa, los investigadores aseguran que no es posible hacer comparaciones entre las copas menstruales y otros productos, pero, en cualquier caso, este tipo de síndrome es extremadamente raro. Los estudios analizados tampoco mostraron efectos adversos sobre la flora vaginal, ni se identificaron daños en los tejidos internos de la vagina asociados al uso de la copa.
Con respecto a la utilización simultánea con dispositivos intrauterinos (DIU), los investigadores afirman que hacen falta estudios adicionales para determinar si su uso puede generar algún tipo de problema, dado que se identificaron 13 casos en los que la extracción de la copa se asoció con el desprendimiento del DIU.
Tan eficaz como otros métodos
Sobre la eficacia a la hora de evitar el manchado, cuatro estudios compararon las copas con otros productos sanitarios y encontraron que los niveles de eficacia eran similares entre todos los productos, aunque uno de ellos mostró que las pérdidas eran significativamente menores con las copas.
En los casos en los que se producía manchado, por lo general la fuga se asoció con un sangrado anormalmente abundante, la necesidad de un tamaño de copa más grande, la colocación incorrecta de la copa o con el llenado de la misma.
La elevada eficacia de la copas se reflejó en la confianza de la usuarias, ya que alrededor del 70% afirmaron estar dispuestas a seguir usándolas una vez que se familiarizaron con su uso. Sin embargo, todos los estudios cualitativos mostraron como la adopción de la copa menstrual requirió una fase de familiarización de varios ciclos menstruales, aunque el apoyo de otras mujeres mejoró la adaptación.
Mayor ahorro y menor generación de residuos
Los autores de esta nueva revisión también recopilaron información sobre los costes de las copas menstruales y realizaron estimaciones sobre el ahorro y los desechos generados. Según sus resultados, una sola copa menstrual con un uso promedio de unos 10 años podría costar mucho menos que las compresas o los tampones.
Los autores identificaron una amplia gama de precios para las copas en los distintos países estudiados, que van desde los 60 céntimos de euro, hasta los 40 euros. A partir de estos datos, los investigadores estimaron que el coste de una copa podría ser aproximadamente entre el 5% y el 7% del costo de usar 12 compresas o tampones por cada periodo.
Respecto a los desechos generados, en 10 años, se estima que una copa genera el 0,4% de los residuos plásticos del uso de compresas o el 6% de los producidos por el uso de tampones. Los autores señalan que las estimaciones de costos y desechos son solo ilustrativas, ya que no tienen en cuenta el uso combinado de otros productos menstruales, la inflación o los costes de producción.
A pesar de ser la primera revisión global sobre este tipo de productos, los investigadores aseguran que la calidad de los estudios incluidos fue baja, por lo que piden más investigaciones de calidad en esta área, especialmente sobre la relación coste-efectividad y el efecto ambiental de diferentes productos menstruales.
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