El desarrollo de sistemas de producción sostenibles y protectores del medio ambiente, la planificación de una dieta saludable, el consumo responsable o la reducción del despilfarro alimentario son algunas de las medidas que deben hacer cambiar la manera en la que nos relacionamos con los alimentos. Así lo defiende el Instituto Silestone bajo la premisa de que la salud humana y la sanidad animal son interdependientes y están estrechamente vinculadas a los ecosistemas en los que conviven.
“Para proteger nuestra salud debemos preservar también la salud de los animales y del planeta donde vivimos”, afirma esta una plataforma internacional de investigación y divulgación de conocimiento sobre alimentos.
Según apunta, el consumidor actual demanda cada día con mayor intensidad, alimentos saludables y seguros además de naturales. Además, en las últimas décadas, se ha producido una gran revolución en todos los campos, incluido el de la alimentación, con un “espectacular incremento de los niveles de seguridad alimentaria avalada por nuevas herramientas tecnológicas”.
Sin embargo, detalla que todas estas mejoras no sirven de nada si no tenemos en cuenta los grandes retos a los que nos enfrentamos. Habla así de nuevos -y antiguos- problemas que influyen directamente en nuestra alimentación y comprometen nuestra seguridad alimentaria: cambio climático, despilfarro de alimentos, sobreexplotación de recursos, contaminantes como los microplásticos y las superbacterias. “La mayoría de ellos vinculados con nuestra forma de consumo”.
Por eso considera que la situación actual debe abordarse con un nuevo concepto global de la alimentación en el que intervienen múltiples factores que deben tenerse en cuenta a la hora de conseguir un alimento seguro.
De la producción sostenible al consumo responsable
Para ello, apuesta por trabajar en tres direcciones: desarrollo de sistemas de producción sostenibles y protectores del medio ambiente; planificación de una dieta saludable acompañada de unas buenas prácticas de fabricación y manipulación; y consumo responsable (local, de temporada, de proximidad) junto con reducción del despilfarro alimentario.
De hecho, recuerda que existen factores que incrementan las situaciones de propagación de enfermedades de animales a humanos y que en la situación actual de pandemia por el SARS-Cov-2 y partiendo de que, hasta el momento, no hay ningún indicio que apunte a que este nuevo coronavirus sea de transmisión alimentaria, “podemos reflexionar acerca de los factores que aumentan el riesgo de propagación de enfermedades de animales a humanos”.
Maite Pelayo, microbióloga especialista en Seguridad Alimentaria y portavoz técnico del Instituto Silestone explica: “Es, sin duda, una tarea global, transversal y personal como consumidores. La manera de relacionarnos con los alimentos y nuestra actitud frente a ellos debe cambiar drásticamente si queremos conseguir unos niveles satisfactorios de seguridad en el futuro. La era del ‘egocentrismo alimentario’ ha terminado: no pensemos más qué puede hacer la alimentación por mí sino qué puedo hacer yo por la alimentación”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario