Vivimos tiempos de culto a la personalidad, pero no exactamente como los habíamos conocido. Hoy nuestra admiración no se dirige tanto hacia aquellos líderes políticos que parecían mover el mundo sino a los dirigentes de las grandes empresas. A hombres (mayoritariamente hombres) que construyeron emporios a partir de la nada y que hoy, desde sus fortunas, irradian al común de los mortales con ideas visionarias (no siempre acertadas). Todos queremos parecernos un poco a ellos.
¿Pero cómo? Quizá siendo peores personas.
El estudio. Lo plantea este trabajo elaborado por cuatro investigadores especializados en psicología, ética y negocios. Partieron de una asunción largamente sugerida por la ciencia, esto es, que aspectos "oscuros" de la personalidad humana, como la manipulación, el narcisismo o la psicopatía (una triada con bastante recorrido en la investigación), suelen asegurar mejores posiciones laborales y mejores salarios. Ser mala persona tendría así un interesante rédito profesional.
¿Pero cómo? Los autores querían descubrir cómo operaba este mecanismo. Para ello compararon varios estudios sobre la materia y realizaron tres experimentos sobre el terreno, utilizando a expertos en recursos humanos con experiencia real en la contratación de personal, algo relativamente inédito en el ámbito académico. Ante todo, el trabajo deseaba averiguar si los aspectos "oscuros" de la personalidad simplemente acompañaban a dotes de liderazgo naturales o si eran el motivo principal por el que las empresas tendían a promocionar o a contratar a sus trabajadores.
Malas vibras. En el resultado se toparon con la que quizá sea una clave de la cultura corporativa contemporánea. Las personas "manipuladoras y narcisistas" gozaban del favor de sus superiores por su capacidad para traspasar barreras éticas, muy en especial en el área de contabilidad. Explicado de otro modo: las personalidades oscuras son muy útiles a las empresas cuando necesitan exprimir sus cuenta de resultados y presentar ganancias. En parte porque están dispuestas a llegar allá donde otras quizá no llegarían, aunque estuvieran más preparadas.
En sus palabras:
Los aspectos más oscuros de la personalidad suelen ser explicados como el resultado accidental de elegir a gestores y directivos que se ajustan al estereotipo de un líder fuerte. Sin embargo, nuestra investigación ha descubierto que esto no es un accidente en la mayoría de los casos (...) Mucha gente asume que estos directivos deben ser muy buenos presentándose, tener habilidades para ascender, don de gentes o confianza. Pero nuestros resultados muestran lo contrario.
Gana El Mal. Su valor, así, sería ir más allá de lo éticamente aceptable. En sus experimentos, los investigadores descubrieron que los candidatos oscuros eran preferidos a otros con mejores cualidades organizativas, de gestión o de trato con sus empleados. Simplemente eran más capaces de presentar buenos resultados, del modo que fuere. Otros estudios han ilustrado como CEOs muy narcisistas han construido parte de sus triunfos en base a sus habilidades contables y, muy especialmente, a su capacidad para adherirlas a un relato sobre su talento y éxito.
A menudo, estos CEOs tienen una fijación especial por la contabilidad y las ganancias (suyas y de su empresa), movidos por un interés propio ajeno a las reglas de mercado o a comportamientos honestos.
Como sea. Esto casa bien con la alta correlación de personalidades narcisistas en la comisión de delitos financieros ("de cuello blanco"). No importa, como plantea el estudio, que muchos candidatos oscuros sean peores gestionando equipos, tratando con otros empleados, muestren peores hábitos de trabajo o sean, en general, más difíciles de tratar. En última instancia las empresas (aquellas con menos reparos éticos) recurren a los directivos que hacen el trabajo. Cueste lo que cueste.
Tenemos algunos ejemplos a mano, desde el escándalo de las emisiones de la industria del automóvil hasta el sistemático trampeo de las regulaciones financieras que condujeron a la crisis de 2008. Las empresas priorizan ganar dinero, porque esa es su razón de ser. Es difícil culparles por contratar en el camino a las personas que le permiten hacerlo. Por más que esas personas, tus jefes, puedan ser moralmente cuestionables.
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