A medida que el cambio climático se intensifica, los expertos en meteorología se ven obligados a adaptarse rápidamente, reinventando el lenguaje y los métodos utilizados para predecir y describir fenómenos climáticos extremos. Hace menos de una década, se realizaron simulaciones en diversos países sobre cómo sería el clima en 2050 para generar conciencia sobre el cambio climático. Sin embargo, los escenarios planteados para 2050 ya se están manifestando en la actualidad.
En 2013, Australia tuvo que introducir un nuevo color en sus gráficos climáticos, el morado brillante, para indicar temperaturas superiores a 50°C. Hoy en día, tales temperaturas son comunes en el verano australiano. Además, el lenguaje ha tenido que adaptarse, con términos como "noches tórridas" e "infernales" describiendo temperaturas nocturnas inusualmente altas.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, mencionó recientemente la idea de un planeta en "ebullición" refiriéndose a la aceleración de fenómenos extremos. Las compañías aseguradoras están reconsiderando su cobertura en áreas de alto riesgo, y nuevos términos climáticos emergen, como "derechos" y "medicanes", ilustrando la rapidez con la que el clima está cambiando.
Expertos en el campo han señalado la urgencia de actualizar los métodos de comunicación y alerta a la población. Marc Neumann, del Basque Centre for Climate Change, destaca que las predicciones climáticas de hace dos décadas ahora se manifiestan en los extremos más alarmantes. En zonas de Europa, las temperaturas ya han superado los 2°C por encima de niveles preindustriales, y eventos extremos, como noches con temperaturas mínimas por encima de los 30°C, ya no son raros.
La comunidad científica insiste en que, ante la rapidez de estos cambios, es crucial adaptarse y prepararse mejor que nunca para los desafíos que presenta el futuro del clima.
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