21 dic 2012

Un holding sanitario se quedó con 145.000 donados por los catalanes a La Marató de TV3

Se suceden los escándalos en la sanidad pública catalana. La gestión privada de los hospitales está destapando casos de fraude a las arcas públicas llevados a cabo por las empresas gestoras de hospitales públicos y fundaciones sanitarias. El último lo ha revelado esta semana el diario El País. Según publica hoy el rotativo, el grupo privado CRC, una empresa líder en el sector en Cataluña, desvió a sus empresas 145.000 euros procedentes de La Marató de TV3, destinados a un investigador de la fundación Instituto de Alta Tecnología (IAT) para la investigación de enfermedades mentales.

El holding privado CRC sería también responsable de causar un agujero millonario a la fundación IAT, creada en 2001 para gestionar el Parque de Investigación Biomédica de Barcelona. La fundación acabó quebrando, y el informe realizado por el administrador concursal señala a CRC como “culpable del concurso de acreedores”, y le atribuye unas deudas de 5,3 millones con el IAT, 3 de los cuales correspondientes a gastos propios que CRC cargó a la fundación. El grupo privado, que se había hecho con el completo control de la fundación, llegó a vender el principal activo del IAT, el ciclotrón, a una de sus empresas filiales.
El informe de la administración concursal y la auditoría realizada por Faura Casas concluyen también que CRC habría desviado 200.000 euros correspondientes a subvenciones otorgadas por la Universidad Pompeu Fabra y el Instituto de Salud Carlos III de Madrid. Según la investigación del administrador concursal, el grupo privado aprovechó su control sobre la fundación para tramitar las subvenciones, que acabaron por tener “otro destino pues, en definitiva, el dinero ni está [en la fundación] ni se le espera”.
Experiencia fallida de la colaboración público-privada
El administrador concursal ha desvelado que gran parte de las facturas de compras y gastos que CRC cargó a la fundación eran “ajenos completamente a la actividad docente”, por lo que concluye que el IAT fue generando una deuda por desarrollar “no se sabe bien qué actividad”. La fundación pretendía ser un modelo de excelencia en la colaboración público-privada, y su quiebra ha dejado en la calle todos los trabajadores.
El desfalco vuelve a poner en entredicho el papel de los organismos de control y de los tres hospitales que también formaban parte de la fundación: el Hospital Clínic, el Hospital Vall d’Hebrón y el Hospital del Mar. Con la quiebra de la fundación, cada uno de estos centros ha perdido 160.000 del capital que aportaron para su constitución. Según los responsables de La Marató de TV3 -señala El País- es la primera vez que parte del dinero donado por los ciudadanos en esta recaudación benéfica no acaba en manos de los investigadores a los que debería ir destinado.

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