Entusiasmada por la idea de construir casas reciclando materiales, la abogada Ingrid Vaca Diez decidió aprovechar las botellas de plástico usadas (hechas con un material conocido como PET) y llenas con arena para construir paredes sólidas y resistentes. Al tratarse de una tarea no relacionada con su profesión, le requirió un esfuerzo mayor. Sin embargo, no le llevó mucho tiempo hallar la mezcla perfecta para levantar viviendas firmes y funcionales.
Autodidacta. La abogada Ingrid Vaca Diez en uno de los proyectos que creó reutilizando botellas usadas de plástico.
De manera intuitiva, la abogada comenzó a realizar pruebas con diferentes mezclas hasta que encontró la fórmula perfecta: llenar las botellas de plástico con arena y atar unas con otras con alambre para asegurar una estructura firme. Luego, unirlas con una mezcla de barro que al secarse produce una masa resistente y fuerte. Además, logra un aislamiento térmico perfecto.
Posteriormente al primer secado, la abogada le aplica una nueva capa de barro a la pared, lo cual aumenta considerablemente la resistencia y el grosor de los 'tabiques'.
El resto de estas originales casas se fabrica de manera convencional, ya que las botellas solo sirven de armazón, revestimiento y distribución de la vivienda. Los caños, la electricidad, las ventanas, los pisos y los demás acabados se realizan de manera tradicional, similar a los de otras viviendas.
Sistema. Se llenan las botellas de plástico con arena y atar unas con otras para asegurar una estructura enderezada.
La inversión que requiere este tipo de viviendas es menor porque los materiales principales que se usan responden a recursos naturales: agua y tierra. Lo más complicado pasa por encontrar las 8.000 botellas de plástico necesarias para levantar una casa estándar de unos 38 metros cuadrados, tarea que insume sólo 20 días.
Hasta el momento, Vaca Diez han construido 300 Casas de Botellas y un aula multifuncional en un colegio de Pico del Monte, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Por ahora, estos trabajos suelen estar enfocados, principalmente, a acciones humanitarias. La autora los organiza en función de las necesidades de quien solicita su colaboración y, aunque no ha sido fácil sacar el proyecto adelante, Ingrid ha sido condecorada con la medalla de oro al mérito medioambiental en Santa Cruz de la Sierra y por su iniciativa solidaria.
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