Correos ha vuelto a la palestra. Un hilo publicado esta mañana por la Editorial Cerbero, a esta hora borrado, detallaba el abanico de disfuncionalidades que sus clientes afrontan a diario. La narración ha ganado tracción hasta el punto de convertirse en TT. En uno de los tuits más compartidos, la editorial contaba que muchos libros no llegan a sus destinatarios porque la empresa mensajera, al considerar que no caben en los buzones, desiste de entregarlos. Y de avisar.
El descontento. No sabemos hasta qué punto las acusaciones de la editorial son ciertas. Pero sí sabemos que han tocado una fibra sensible entre buena parte de los usuarios: la compañía funciona mal de un tiempo a esta parte. ¿Es una percepción justa o injusta? A tenor del ajetreo trabajo que afronta Correos Atiende, la cuenta de Twitter destinada a atender al cliente, uno diría que sí. Acusaciones similares, a veces virales, son ya periódicas en Twitter (aquí, aquí y aquí otros ejemplos).
Hay un runrún.
El fondo del asunto. ¿Es justificado? Más allá de eso, lo cierto es que Correos atraviesa una profunda crisis política y económica que ha mermado sus recursos como servicio postal. Empezando por lo más obvio: la compañía declaró más de €264 millones de pérdidas al cierre de 2020, el primer año de la pandemia, contribuyendo al grueso de la hemorragia declarada por el SEPI, la sociedad estatal que cubre a las principales empresas públicas, en ese mismo curso (más de €480 millones de pérdidas).
A peor. El futuro no es más halagüeño. A principios del año pasado, La Información publicaba las previsiones de ingresos y pérdidas manejadas por la compañía para el curso actual y el siguiente. Si nada cambiaba, Correos perdería unos €400 millones en 2021 (las cifras aún no se han publicado) y más de €630 millones en 2023. Números insostenibles para una empresa que factura en torno a los €2.000 millones anuales. La lectura del presidente de Correos, Juan Manuel Serrano, era clara: hay que cambiar.
¿El qué? Es aquí donde aparecen los problemas para el usuario común y corriente. De un tiempo a esta parte es habitual toparse con noticias de recortes y despidos en muchas delegaciones del territorio español: Valladolid, Soria, Pontevedra, Segovia, Alcoy, Cáceres, etcétera. También son frecuentes las protestas de los trabajadores, como esta efectuada en Alcorcón durante el puente de Reyes y recogida por la plataforma Correos en Lucha.
Los sindicatos llevan tiempo denunciando la precarización del servicio. He aquí un dato que resume bien el adelgazamiento al que se ha sometido a Correos: si en 2001 contaba a más de 40.000 trabajadores, hoy quedan 9.000. El 30% tiene un contrato eventual y el 16% de los puestos fijos ofertados entre 2015 y 2019 tuvieron un carácter parcial.
El dinero. La clave reside en la financiación. Correos es un "servicio público universal" que opera en algunos casos a pérdidas, llegando allá donde la libre competencia no encuentra beneficio alguno. Este coste queda financiado por las arcas públicas, pero su cuantía ha sido discutida con regularidad por la Comisión Europea. Entre 2004 y 2010, por ejemplo, la CE acusó al estado de entregarle €167 millones de más por la prestación del "servicio público universal".
Bruselas acusaba a Correos de recibir más dinero del que necesitaba para ofrecer sus servicios "universales". Como se explica aquí, el estado guardaba un "escudo presupuestario" de unos €500 millones para la compañía postal... Que la Comisión instó a liquidar en septiembre de 2020. Atendía así a las quejas del sector (las empresas de mensajería privadas) que entendían que el estado incurría en competencia desleal al favorecer financieramente a Correos más allá de sus servicios no rentables.
La crisis. Aquel "escudo" no era más que una línea de crédito estatal en caso de que Correos afrontara turbulencias financieras en el futuro. La CE, además, recortó el presupuesto anual para el servicio básico universal (de los €250 millones de años previos a los €110 millones). Todo ello en un contexto de pandemia en el que la compañía ingresó un 12% menos. El 65% del negocio de Correos dependía del servicio postal, hundido en 2020 (500 millones de cartas menos). España envió más paquetes que nunca, sí, pero ahí tiene una cuota de mercado menos dominante.
El futuro. Una línea positiva y otra negativa. La positiva: en el primer trimestre de 2021 Correos había regresado a los beneficios (unos €4 millones), en parte por el empuje de los paquetes y por las reestructuraciones que la empresa está llevando a cabo. La negativa: ha tenido que pedir créditos a entidades bancarias (€325 millones a Kutxabank y €108 millones con a CaixaBank) para seguir operando. Ya no debe dinero al estado, aquel "escudo", sino a instituciones privadas.
Una situación volátil y compleja que, comprensiblemente, ha podido afectar al cliente final. Eso sí, las previsiones oficiales para este año rebajan las pérdidas del 2020: no más de €80 millones.
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