Los expertos indican que las economías fuertes necesitarán implementar una reducción del 20% en el consumo de energía para cumplir con los compromisos globales de cambio climático. Este cambio implicará una redistribución del consumo, limitando a los mayores consumidores y permitiendo a los individuos con bajos ingresos y uso de energía limitado incrementar su consumo para mejorar su calidad de vida.
El equipo de investigación liderado por la profesora Milena Büchs, de la Universidad de Leeds, modeló varios escenarios buscando la estrategia más justa y equitativa para los gobiernos a la hora de reducir la demanda de energía. Propusieron un esquema de limitación al 20% de los usuarios que más energía consumen, ajustándose al uso energético del percentil 80, lo cual resultó en una notable disminución en las emisiones de gases de efecto invernadero.
De igual manera, propusieron incrementar el consumo de aquellos en situación de pobreza energética, lo cual tendría un impacto mínimo en la reducción de emisiones pero contribuiría enormemente a mejorar la calidad de vida de estos individuos.
El Profesor Büchs enfatizó la necesidad de apoyo público para implementar estos esquemas de reducción, haciendo hincapié en la justicia climática y la equidad de las medidas propuestas. Se exploró la respuesta del público a varias intervenciones políticas, y se encontró que mientras algunas personas resisten las restricciones, muchas reconocen la urgencia de la crisis climática y están dispuestas a aceptar medidas razonables.
La investigación, publicada en la revista Nature Energy, ofrece una visión pionera sobre cómo podríamos abordar la reducción de la demanda de energía en el futuro, de una manera equitativa y eficaz.
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