Los periodistas, junto a los jueces, son los profesionales peor valorados por los españoles, según una encuesta del CIS algo chapucera, para ser sinceros. Y digo que es chapucera porque los encuestados sólo podían elegir entre 16 profesiones y no podían votar ni por banqueros ni por políticos (es cierto que la política no debería considerada una profesión, pero tampoco la de sindicalista, que sí está en la lista de 16).
Sea como fuere, que las ramas no nos impidan ver el bosque: El periodismo agoniza en medio de la desconfianza de quien debería concederle crédito: los lectores. Un desprestigio que sólo puede ser una causa lógica de la mala praxis no tanto de los profesionales como de las empresas editoras. Y es que los medios de comunicación (me centro aquí en la prensa escrita porque es el ámbito que más domino) potencian día sí día también esta desconfianza del ciudadano hacia ellos. Veamos tres portadas recientes que nos servirán de ejemplo de esta afirmación.
Portada de El Periódico de Catalunya del 6 de marzo, día después de la muerte del presidente venezolano, Hugo Chávez. Titular elegido: “El caudillo se calla”. Titular irrespetuoso, ofensivo, insensible. Por varios motivos:
- Hugo Chávez es el presidente, elegido por las urnas, de un país.
- La muerte de Hugo Chávez deja a Venezuela, y a una población de 29 millones de personas, presa de la incertidumbre.
- Pero, por encima de todo: Hugo Chávez ha muerto víctima de un cáncer, una cruel enfermedad que mata a miles de personas cada año y deja a miles de familias diezmadas para siempre. Sólo por respeto a los enfermos de cáncer y sus familias, la bromita de El Periódico me parece de muy mal gusto.
Pero el diario del grupo Zeta no es el único que ha actuado mal a cuenta de Chávez. Hace un mes y medio, El País quiso sentar cátedra ofreciendo una exclusiva mundial pero olvidó aquello tan simple que todavía se debe enseñar en las facultades de que las noticias hay que contrastarlas. Su portada del pasado 24 de enero (un presunto Chávez que resultó no ser Chávez agonizando) es un monumento al mal periodismo y al mal gusto.
Publicar una foto en portada de un hombre intubado asegurando que es Chávez cuando en realidad se trataba de un hombre que simplemente se le parecía es un error demasiado grave para el que presume de ser el diario más leído de España. Por mucho que pensemos que el diario gestionó bien la crisis y que el reconocimiento del error ayudó, en algún sentido y para según quién, a limpiar la maltrecha credibilidad del diario de Prisa.
Pero hay más: Martes 19 de febrero. La industria del cine español acaba de entregar sus premios Goya y la gala, como es habitual, ha transcurrido en medio de fuertes críticas a la labor del Gobierno. “Me gustaría dedicar este Goya a toda esa gente en este país que ha perdido sus casas, sus ilusiones, sus esperanzas, su futuro, e incluso sus vidas, por culpa de un sistema quebrado, injusto, obsoleto que permite robar a los pobres para dárselo a los ricos”, dijo la actriz Maribel Verdú al recoger su Goya.
A La Razón las palabras de la actriz le provocaron un sarpudillo que trató de calmar con esta portada:
¿Hay que vivir bajo un Puente para ser crítico con el sistema que en España está destruyendo a la clase media? Los de Francisco Marhuenda creen que sí.
Y mientras, portada a portada, inoculado por el sensacionalismo, el poco rigor y el partidismo, el periodismo languidece, huérfano de lo único sin lo cual no podrá sobrevivir: la credibilidad.
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