Muelas del Pan, en Zamora, no tiene grandes monumentos de los que presumir. El turismo no pasa por allí ni para hacer parada y en invierno las almas se reducen a 200 personas, la mayoría en la tercera edad. Su gran tradición, la alfarería, con la que un día servían a la mismísima Juana la Loca, ya apenas se practica porque no hay manos que amasen la arcilla.
Este pueblo es uno más de la España vacía, pero se ha ganado su propio lugar en el mapa. Han conseguido que el Tribunal Supremo reconozca una tasa por la que cuatro eléctricas -entre ellas Iberdrola y Red Eléctrica de España- les paguen cada año 70.000 euros por los 20.000 metros de tendido eléctrico que plagan su municipio. La versión rural del David y Goliat del Ibex 35.
“Estamos muy contentos, ha supuesto mucho esfuerzo a nivel político y personal porque podía salir bien o muy mal, pero afortunadamente hemos ganado”, se alegra Luis Alberto Miguel Alonso, alcalde del pueblo zamorano que recibió la sentencia a principios de este mes, tras cinco años de batallar en los tribunales.
En Muelas del Pan muchos no se han enterado todavía de la buena nueva, y quien lo hace la recibe con entusiasmo. “Es una gran noticia, ¡ojalá tuviéramos de estas todos los días!”, exclama Luis, un vecino jubilado. “Ya era hora de queIberdrola dejase algo en este pueblo, nos va venir muy bien porque es un dinero al año con el que podemos contar para siempre”, añade Manolo, otro vecino retirado.
'Cosidos' por los cables
El paisaje de esta comarca, a 20 kilómetros de la capital de Zamora, está salpicado de cables y es difícil no toparse con las torretas de alta, media o baja tensión en cualquiera de las entrada al pueblo. Los paisanos se conocen al dedillo cada una de ellas: “Mira, ¿ves? Esos cables van hasta Madrid, aquellos para Bilbao y esos van a parar a Toledo”, comentan entre ellos.
Su enclave es estratégico. Está al lado de la presa de Ricobayo, en el río Esla, la más importante para Iberdrola de la zona. Además, tiene un parque eólico cerca, por lo que de allí sale la energía que abastece a gran parte del norte y centro de España. “Si se han colocado aquí no es por lástima o casualidad, es porque les compensa y les da beneficios, y eso no se valora de ninguna manera”, explica Constantino Carretero, secretario del ayuntamiento. “Mientras, para nosotros es un perjuicio, el pueblo está completamente cosido por estas instalaciones”.
La mayoría de generaciones de Muelas nacieron ya con los tendidos construidos y han convivido con estos vecinos de hierro y cobre toda la vida. “Cuando salíamos de la escuela íbamos a jugar a subirnos a las torres, a las que no estaban funcionando todavía, ¡claro!” recueda Luis. “Antiguamente los cables se rompían, se encorvaban, y se quemaban los campos”, rememora otra vecina en uno de los dos bares de la aldea. También hay espacio para alguna que otra leyenda: “Dicen que si te acercas con una bombilla, se enciende”.
Cerca de las torres los pelos se erizan y el ruido es palpable. “Y esto no es nada, cuando hay escarcha es mucho mayor, en algunas casas llega a oírse”, señala Luis. Pero los momentos más complicados para los vecinos vienen con los temporales de lluvias, que temen especialmente. “Las tormentas son increíbles, todas las descargas de los rayos vienen a parar aquí”, se queja Manolo, a quien le cayó uno en su finca el año pasado.
Además, como un vecino más, tienen que contar con ellas para acometer cualquier construcción. Hasta han tenido que reconducir las obras del cementerio municipal obligados por las torretas, ya que por ley no puede haber ninguna construcción a 35 metros a cada lado de los tendidos eléctricos. “No pudimos aprovechar un socavón que había para el cementerio porque estaba muy cerca de una torre y tuvimos que cambiar los planos. Aquí para hacer cualquier cosa, cualquier construcción, hay que tener siempre presente los cables, limita mucho el crecimiento del pueblo o las actividades ganaderas y agrícolas, que es de lo que vivimos”, apunta el alcalde del Partido Popular.
Gaspar lo sabe bien; es uno de los vecinos más afectados por los gigantes eléctricos. Con una plantación de cereales por la que pasan varias torres, no puede construir nada alrededor: “Ni hacer una nave, ni plantar árboles... y nunca hemos recibido nunca nada a cambio”. Aunque el dinero de la nueva tasa no incluye el tendido que pasa por propiedades privadas como la suya, se alegra por el pueblo. “Todo lo que sea dinero para Muelas me parece fenomenal”, comenta.
Sin embargo, hasta hace un par de décadas las críticas eran escasas porque la presa, propiedad de Iberdrola, daba muchos puestos de trabajo en el pueblo. La eléctrica creó incluso un barrio para los trabajadores, con escuela e iglesia propia, que ahora está desierto. De 80 familias que llegaron a habitar, sólo quedan cuatro, debido a la mecanización de la industria y al descenso de la mano de obra no cualificada. “Aquí no se queda nada, se habla mucho de la despoblación en las zonas rurales pero lo cierto es que con cosas como esta ves cómo todo es para las grandes ciudades. Eso sí, los cables nos los quedamos nosotros”, se queja Luis. Desde Iberdrola defienden que sí aportan al pueblo en impuestos y el pago del IBI por la presa, y que, aunque en menor medida que antiguamente, siguen contratando mano de obra local.
Una larga batalla en los tribunales
Por eso, cansados de ser sólo perjudicados pasivos, en 2012 emprendieron una lucha particular contra las cuatro empresas que enclavan sus torretas en el pueblo (Iberdrola, Red Eléctrica de España, Energías renovables de Riocayo y Bionor eólica). Se ampararon en una tasa que nadie utilizaba pero que contemplaba que, previa aprobación de una ordenanza municipal, cobrasen cada año a las titulares de las líneas por el terreno que ocupaban en la parte comunal, de dominio público, es decir, “el que no es propiedad del ayuntamiento ni de un propietario”, explican desde Gonzalo Abogados, que ha llevado el caso.
Hasta entonces sólo se cobraba un 1,5% de la facturación que la empresa tuviera en cada municipio por lo que ocupaban dentro del casco urbano. "Pero lo de fuera les había salido siempre gratis”, explican desde el despacho que ha asesorado en casos similares a otros 79 municipios. De todos ellos, sólo 34 han seguido hasta el final, de los cuales 16 han recibido desde diciembre de 2016 el sí definitivo del Tribunal Supremo. Muelas del Pan ha sido uno de los pioneros, junto a otros dos en la misma zona.
Durante esos cinco años, la guerra no fue fácil y no todas las batallas las ganaron. Los problemas vinieron sobre todo cuando los ayuntamientos empezaron apedirles las liquidaciones de las tasas a las compañías. “Las eléctricas se han cabreado porque quieren que el terreno por el que pasan se valore como si fuera rústico, que vale mucho menos, y nosotros dijimos que no”, relata Mercedes Gonzalo, una de las abogadas. Para aprobar la ordenanza hacía falta un informe técnico-económico que valorase la cuantía de la tasa. En el caso de Muelas, el Tribunal Superior de Castilla y León no lo dio por bueno. “Ahí quedó todo en suspenso, porque no había otras sentencias en las que apoyarnos y podíamos perder en costas si recurríamos, podíamos arruinarnos”, señalan desde el consistorio. Sin embargo, el tiempo pasó y otros pueblos empezaron a ganar batallas en los tribunales de cada comunidad. “Estudiamos todos los casos que había para afinar otro informe económico, hasta que dimos con uno que empezó a ganar los juicios”, señala Gonzalo.
Con sentencias favorables en Extremadura y Galicia, Muelas se animó a aprobar otra ordenanza en 2016 con el nuevo informe, basado en el valor catastral del suelo, el de las instalaciones y un coeficiente reductor. Parcela a parcela, se calculó esa fórmula en todo el municipio, excluyendo los terrenos privados o patrimoniales. “Fue un trabajo de chinos, hemos invertido al final 22.000 eurosen todo el proceso”, señala el alcalde.
Pero el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León volvió a echarlo para atrástras la impugnación de Red Eléctrica de España. “Ahí llegamos a un punto decisivo: o lo dejábamos para siempre o seguíamos adelante fueran cuales fueran las consecuencias. Y decidimos arriesgarnos”, añade. El resultado, conocido hace unas dos semanas, fue que el Tribunal Supremo les dio la razón -con una ajustada diferencia- y aprobó que cada año las cuatro eléctricas que cuelgan sus cables sobre las cabezas de estos zamoranos paguen 70.000 euros, repartidos según su presencia, al pueblo. Además tendrán que abonar de manera retroactiva desde 2015, cuando entró en vigor la primera ordenanza.
Con la victoria en la mano y otras 15 a sus espaldas, desde el despacho que abandera la causa de estas tasas esperan que muchos otros pueblos se vayan sumando. “El Tribunal Supremo ya ha dado por buena nuestra fórmula para los informes económicos y simplemente se remite a ellos; ya es como con las preferentes, son todas iguales”, apunta José María Simón, otro de los abogados del bufete.
Las eléctricas estiman que, de unirse todos los pueblos por los que pasan sus redes, las tasas podrían salirles por 50 millones al año, una cifra que los abogados rebajan como mucho a la mitad porque "no compensará a todos meterse en tribunales". En el caso de Red Eléctrica de España, afirman a este periódico que sólo para ellos tendría un coste de 20 millones de euros y que están pidiendo al Ministerio de Hacienda y a la Federación Española de Municipios y Provincias que establezca una tasa unitaria para todo el territorio por el que pasan. Desde Iberdrola aclaran que aún es pronto para hacer valoraciones y estimar el coste que tendrá para ellos, así como para saber si estas tasas tendrán o no una repercusión en la factura de los consumidores.
“Para las eléctricas no es dinero, pero sí para los municipios, es una buena manera de financiación, que puede suponer entre el 10 y el 40% del presupuesto municipal si es pequeño”, afirman los abogados.
En el caso de Muelas del Pan, esos 70.000 euros suponen el 10% de sus partidas anuales. Aún no saben en qué lo invertirán, pero en el pueblo no faltan las ideas: “en una residencia para ancianos”, “en comprar la ermita al obispado para reformarla”, “en mejorar el pavimento”... Sin embargo, desde la alcaldía, señalan más bien en apostar por mejorar los servicios, no emprender obras faraónicas y no subir los impuestos, que ven amenazados con la pérdida de población, como muchos otros pueblos de la zona. Aunque sobre todo, llaman a la cautela: “Hasta que no lo veamos en la caja, nada”.
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