Ana, lectora y socia de eldiario.es, nos escribe el siguiente texto en el cuerpo de un correo electrónico: "Acabo de leer vuestro artículo sobre los ambientadores y me he quedado de piedra cuando citáis a las barritas y conos de incienso como potencialmente peligrosas, ya que las he estado usando desde que tengo uso de razón en casa porque me relaja. Quisiera que por favor fueseis más precisos en cuanto a los componentes tóxicos y los posibles daños que pueden causar".
Ana se refiere a un artículo en el que además de explicar cómo hacer un ambientador casero totalmente seguro desde el punto de vista de la salud, citábamos un estudio de la OCU de 2013 en el que la organización de consumidores explicaba que había analizado 22 ambientadores, desde velas a aceites e inciensos, y había encontrado numerosas sustancias tóxicas, rebasando los límites permitidos de contaminación de aire, especialmente en aceites e inciensos.
Cuatro razones de peso para no encender incienso
En concreto la OCU señalaba que en algunas marcas de barritas de incienso se habían detectado en el humo que desprenden hasta 490 µg/m³ de benzeno, una sustancia decididamente tóxica y presente en las colas industriales y algunas pinturas. El benzeno se reconoce como una sustancia carcinogénica. Por establecer una comparación, en el humo de un cigarrillo se detecta, según la OCU, unos 60 µg/m³. Esta es la primera razón.
A este respecto, el National Health Service (NHS) británico se refería en una publicación de agosto de 2015 al humo del incienso como "sospechoso de poder causar problemas pulmonares y cancerígenos", a raíz de un estudio de la Universidad China de Cantón donde se destacaba que el humo del incienso podría ser tan peligroso como el del tabaco para los fumadores pasivos, cuyos riesgos analizábamos en Fumadores pasivos: este es el riesgo de morir por causa del humo de los otros.
El NHS pedía, de todos modos, cautela porque los investigadores habían trabajado en la industria del tabaco y porque las marcas analizadas eran unas pocas. Pero por otro lado, anteriormente en 2011 otro estudio de la Universidad China de Hong Kong ya había detectado una correlación entre el humo del incienso y el riesgo de cáncer de pulmón, revelando un aumento sustancial del mismo en individuos que además eran fumadores, especialmente los activos.
La segunda razón es que, además, la OCU llegó a detectar en estos mismos inciensos hasta 3000 µg/m³ de partículas finas 2.5 PM, las mismas que emite un coche diésel y que pueden tener efectos obturadores de los bronquios, propiciando obstrucciones pulmonares crónicas. De nuevo, para entender la magnitud de las emisiones, cabe destacar que el límite fijado como saludable está en los 12 µg/m³.
La tercera razón es la presencia de auramina O en conos y barritas de incienso. Este compuesto es un colorante que se utiliza para tinción de cultivos bacterianos que se desea observar al microscopio, y está considerado por la International Agency of Research on Cancer (IARC) como probablemente cancerígeno, si bien se le otorga una baja probabilidad (grupo 2B).
Dada su resistencia a las altas temperaturas, la auramina se utiliza como colorante también de las barras y conos, con lo que pasa al aire que respiramos sin verse alterada por la combustión. Tal como puso en evidencia un meta-análisis de la China Medical University, en Taichung, Taiwan, en 2017, la auramina O, a pesar de que ejerce más bien poca influencia en la aparición del cáncer de pulmón, sí aumenta la agresividad de las células cancerígenas cuando el tumor se está desarrollando, haciendo que su crecimiento se acelere.
La cuarta razón es la presencia de acetaldehído en el humo de algunos inciensos, según el análisis de la OCU. El acetaldehído es una sustancia volátil e irritante de las mucosas respiratorias, considerada 20 veces más tóxica que el alchol. Por legislación, no debería superar los 200 µg/m³, pero lo hace en al menos un incienso.
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