Los lugares de recreación acuática representan un refugio para muchos durante el calor del verano. Sin embargo, existe una amenaza poco visible que puede tener consecuencias perjudiciales para la salud: la contaminación del agua. Aunque la mayoría de las áreas de baño en España cumplen con altos estándares de calidad, un porcentaje preocupante no lo hace, exponiendo a los bañistas a diversos peligros para la salud.
Se ha evidenciado que las infecciones gastrointestinales, las irritaciones cutáneas y las alergias son las consecuencias más inmediatas de nadar en aguas contaminadas. El impacto a largo plazo de la exposición constante a estos contaminantes aún no está claro, pero sin duda, quienes viven cerca y utilizan estas áreas con regularidad corren un riesgo mayor.
El organismo Surfrider Foundation Europe ha estado monitoreando la calidad del agua durante tres décadas, y su reciente Manifiesto Europeo para Aguas Saludables demanda una mejor supervisión y tratamiento de todos los tipos de contaminación. No solo debemos preocuparnos por la contaminación bacteriana, sino también por la química, que puede venir en forma de residuos de medicamentos, pesticidas o fertilizantes.
Aunque las estadísticas pueden parecer favorables en la superficie, la realidad es que solo el 38% de las aguas superficiales se consideran en buen estado químico en Europa, según Surfrider Foundation Europe. Además, el 'Informe Banderas Negras', publicado anualmente por la ONG Ecologistas en Acción, destaca las deficiencias en la gestión y monitoreo de la contaminación en las costas españolas.
Este informe señala las áreas más afectadas por la mala gestión ambiental y la contaminación. Es imperativo que se tomen medidas para abordar estos problemas y proteger los recursos naturales que atraen a tantos turistas cada año. La contaminación no solo destruye la flora y fauna marinas, sino que también disuade a los visitantes de regresar, afectando así la economía local.
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