La tarde del domingo 9 de marzo se celebró, como estaba previsto, la merendola popular organizada por la Plataforma Chamberí Se Mueve para protestar por la demolición, prevista en principio para el día 10, de la única cancha de baloncesto pública del distrito madrileño, de 150.000 habitantes. La excusa dada por el Ayuntamiento para esta demolición es que la cancha no cumple las medidas reglamentarias, a pesar de que el Club Baloncesto Chamberí disputa en ella partidos oficiales desde hace más de cuatro años y la Federación Madrileña de Baloncesto nunca ha puesto ningún problema.
Alrededor de 60 personas pasaron la tarde en la cancha de baloncesto recordando los momentos vividos en la pista, jugando al baloncesto y debatiendo sobre la privatización del deporte en el barrio y sobre el Plan General Urbanístico llamado Corazón Verde, que la plataforma vecinal defiende para el barrio.
Llegó la noche y un grupo de nueve jóvenes, entre ellos varios vecinos de Chamberí y usuarios habituales de la cancha, decidieron hacer un último intento de mantener con vida el espacio o al menos protestar por esta demolición de una forma que levantase la conciencia del barrio. Fue entonces cuando la portavoz del grupo habló con la responsable de la seguridad de las instalaciones y le comunicó la intención de los activistas de pasar la noche ahí. Ante esta situación, la seguridad avisó a la policía, que llegó poco después a la cancha e identificó a los integrantes del grupo. La unidad policial habló posteriormente por teléfono con un superior y comunicó a los jóvenes que estaban equivocados, que la pista no se iba a demoler al día siguiente y seguramente tampoco esta semana. Finalmente se acordó que se permitiría el encierro, pero los encerrados no podrían hacer uso de ninguna de las instalaciones que se encuentran fuera de la cancha, incluidos los baños, así como tampoco pasar mantas o sacos de dormir desde fuera, y además serían los responsables de cualquier deterioro que sufrieran las instalaciones durante la noche.
Los jóvenes, a pesar de estas condiciones y del frío, decidieron proseguir el encierro al menos hasta la mañana siguiente y avisar a varios medios de comunicación para que vinieran por la mañana a difundir la acción. Poco antes de la ocho de la mañana algunos trabajadores de las instalaciones se acercaron a la cancha a dar ánimos a los activistas y a transmitirles su apoyo. Sin embargo, poco después llegó la directora la de las instalaciones deportivas, quien advirtió a los encerrados de que a las 16h la pista estaba reservada para jugar y que por la mañana tendrían que entrar las encargadas de la limpieza del recinto. Uno de los jóvenes expresó su sorpresa por este hecho: “Al Club de Baloncesto no nos han permitido reservar la pista para los entrenamientos de esta semana y ninguna persona podía hasta ayer reservar la cancha para esta semana, está claro que han cambiado de táctica y quieren aplazar las obras sin darnos una fecha y así evitar que nos encerremos”.
El Instituto Madrileño del Deporte, la Recreación y el Esparcimiento (IMDER) llegó hace unos días a un acuerdo con el Club de Baloncesto por el cual éste pasará a entrenar y jugar los partidos en el polideportivo Vallehermoso y unas pistas cercanas a Puerta de Hierro. Sin embargo, esta solución no satisface a algunos jugadores, que ayer mostraron su indignación porque sólo les han dado esta solución hasta final de temporada y porque las pistas de Puerta de Hierro están a una distancia considerable, lo que puede impedir a muchos pequeños desplazarse a las mismas. Además –afirman– las canchas son usadas por mucha gente del barrio. “Las canchas no las usa sólo el Club, también las utilizan muchos niños, un equipo de filipinos y otro de dominicanos y ello es debido al bajo precio de las instalaciones (14 euros). Incluso muchas veces se puede entrar gratis porque la puerta está abierta. En cambio, la otra pista de baloncesto que queda es privada y vale 104 euros la hora”, se quejaban los jóvenes encerrados.
Este caso de demolición de una pista de baloncesto pública para construir la que será la séptima pista de pádel privada en el barrio madrileño parece que no es algo nuevo en Chamberí y detrás de ello hay una estrategia bien definida, según denuncia la portavoz del grupo de encerrados: “Están vendiendo las instalaciones públicas que pertenecían al Canal de Isabel II poco a poco para así no tener que revelar a qué empresa las venden y por qué cantidad. Sospechamos que lo están vendiendo por muy poco dinero y que las empresas adjudicatarias podrían estar relacionadas con algunos políticos de la Comunidad de Madrid”. Por otra parte, habla de un proceso continuado de elitización del barrio: “Cambian una cancha de baloncesto que es un deporte popular y muy barato de practicar y que además es pública por una cacha privada de un deporte como el pádel, que es más caro de practicar y cuya demanda en el barrio ya está más que satisfecha con las otras seis pistas que hay. Es muy parecido a lo que sucedió con la construcción del campo de golf de Chamberí en vez del parque público que se prometió o la venta del polideportivo Vallehermoso”.
Poco después del mediodía los jóvenes abandonaron el encierro con ojeras y cansancio, pero también con la satisfacción de haber frenado la demolición al menos durante una semana. Los activistas piden a los vecinos del barrio que estén atentos ante cualquier señal de demolición para movilizarse rápidamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario