Reino de España: 5.896.300 parados según la EPA del último trimestre de 2013, es decir, un 26 por ciento de tasa de paro. Una tasa que se más que duplica entre las personas jóvenes menores de 25 años: 55,6 por ciento. Casi tres millones de personas están oficialmente en el paro desde hace más de un año, mientras que 1’8 millones de hogares tiene a todos sus componentes en el paro. Aunque conocidas, pocas cifras pueden describir más breve y tajantemente una realidad social.
La crisis y las políticas económicas puestas en acción por el gobierno del Reino de España para combatirla (sic) han comportado, entre otras muchas consecuencias, un incremento impresionante de las desigualdades sociales. Más concretamente, desde 2008 a 2012, el índice de Gini ha pasado de 0,319 a 0,35, lo que representa un aumento de casi el 12 por ciento. Este índice, cabe recordar, va de 0 (distribución de la renta perfectamente equitativa) a 1 (uno se lo lleva todo y los demás nada), por lo que cuanto más se acerca a 0 menos desigualmente está repartida la renta y cuanto más cerca de 1, mayor desigualdad. Un incremento de este índice del 12 por ciento en solamente 4 años, es mucho. Para hacernos una rápida idea comparativa, ningún otro Estado de la UE ha experimentado en el mismo período un aumento tan grande de este indicador. Algunas comparaciones: Grecia lo ha aumentado un 3,3 por ciento, Francia un 2,3. Y otros Estados aún lo han disminuido: ¡Portugal! en un 3,6 por ciento, Alemania en un 5,9. La media de la zona euro de los 18 ha sido de un aumento pequeño del 0,8 por ciento.
Podemos idear divertimentos académicos y hacernos preguntas sobre si “es moral que los especuladores de los mercados financieros puedan obligar a Estados enteros y a sus ciudadanos a recortes drásticos” [1]. Sí, como divertimentos, se pueden idear estas preguntas u otras similares, realizar tesis doctorales y publicar en revistas de mayor o menor prestigio académico. Pero, tomando las cosas en serio, y para quienes somos partidarios de la libertad republicana, las grandes desigualdades económicas no precisan de aparentemente sofisticadas preguntas morales. Estas desigualdades son un impedimento a la libertad de la gran mayoría. Y con los datos oficiales, una conclusión se impone: la crisis económica y las medidas de política económica que se han puesto en acción para supuestamente hacerle frente han aumentado las desigualdades. La gran mayoría no estrictamente rica ha visto aún más amenazada su libertad de lo que podía ya tenerla menguada a principios de la crisis.
Otros pocos datos adicionales para seguir constatando el aumento de las desigualdades. De 2008 a 2011, último año de este tipo de datos publicados por el Banco de España, las cifras sobre la renta mediana disponible de los hogares del Reino son muy significativas. En el 2011 la renta mediana disminuyó respecto al 2008 en un 8,5 por ciento. Pero, como se corresponde con el aumento del índice de Gini antes comentado, esta disminución mediana no ha sido igual para los distintos grupos de renta: todos han perdido excepto el grupo más rico, el 10 por ciento de la población situado arriba con la mayor renta. Este grupo incluso ha mejorado su renta media en este período de crisis. Todos los demás grupos han perdido en mayor o menor proporción.
Otra realidad. La economía sumergida es muy grande. Según distintas fuentes que no discrepan significativamente en los porcentajes, la economía sumergida en el año 2011 representaba alrededor de un 26 por ciento del PIB en el Reino de España. Tan sólo Grecia, con más del 30 por ciento supera esta gran proporción. El porcentaje de fraude fiscal que esta economía sumergida representa es del orden del 22,5 por ciento del conjunto de la recaudación fiscal (año 2010) más de 70.000 millones. Y quien más fraude fiscal practica son los ricos. Un pequeño pero muy significativo ejemplo. En un estudio [2] sobre la financiación de una renta básica para Cataluña realizado a partir de más de 200.000 declaraciones de IRPF del año 2010, resultó que la afirmación anterior afloraba de forma insultante. Se partía de tres perfiles de ingresos, pertenecientes a funcionarios docentes, como son el caso de maestros de primaria, profesores de instituto y catedráticos de universidad, con una antigüedad en los tres casos de 12 años, cuyas retribuciones son públicas. En el mencionado estudio nos encontramos con que el primer perfil citado tuvo en 2010 una retribución bruta anual de 32.500 euros lo que lo sitúa en la octava decila de población ordenada por los rendimientos del IRPF de Cataluña, es decir, entre el 20 por ciento más rico de la población que tributa en el IRPF. El segundo caso, los profesores de instituto, con unos ingresos en 2010 de 37.000 euros anuales brutos se sitúa ya dentro del 10% más rico. Finalmente, un catedrático de universidad con una retribución anual bruta en 2010 de 54.000 euros formaría parte del 5 por ciento más rico. ¿Es preciso llamar la atención sobre la magnitud distorsionadora de la realidad que estos datos representan? Se trata solamente de un ejemplo del tremendo fraude fiscal que realizan los ricos, pero es muy revelador.
La libertad de muchos está amenazada por la riqueza de unos pocos [3]. La crisis y las medidas de política económica que en el caso del Reino de España empezaron a ponerse en práctica en mayo del 2010 [4] han debilitado más aún si cabe la libertad de la mayoría no rica.
Notas: [1] Markus Christen (2014): “Entre el ser y el deber ser (neurofisiología de las emociones y la moral)”, Mente y cerebro, núm. 65, p. 70. [2] Jordi Arcarons, Daniel Raventós y Lluís Torrens (2013): “Un modelo de financiación de la Renta Básica técnicamente factible y políticamente no inerte”, SinPermiso. [3] Daniel Raventós (2014): “La libertad de todos amenazada por la gran riqueza de 2.170”,Público. [4] Antoni Domènech, Alejandro Nadal, Gustavo Búster y Daniel Raventós (2010): “La UE y Zapatero se superan, o cuando los locos son los lazarillos de los ciegos”, SinPermiso.
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