La crisis económica ha disparado la aversión de los españoles ante muchas grandes empresas y multinacionales. Un 25% de los ciudadanos siente rechazo por las grandes corporaciones a raíz de la crisis económica, pero muy especialmente aquellos que se han empobrecido, o que consideran que han bajado en su clase social desde 2008. Por ejemplo, entre las personas de clase alta o media-alta sólo un 18% muestra rechazo a las compañías, mientras que un 43% de las personas que se encuentran "en situación muy delicada" rechaza a las multinacionales.
Este es uno de los resultados más interesantes del estudio Mikroscopia 2015, un análisis de la compañía demoscópica MyWord que dirige la expresidenta del CIS Belén Barreiro. Experimentada socióloga, Barreiro considera que "el rechazo a las grandes empresas es incipiente porque es nuevo, pero nace como algo grande y detrás de él no hay cuatro radicales o antisistema. El 'consumidor rebelde' es el fenómeno de Podemos aplicado al mercado".
El consumidor rebelde no es necesariamente un radical. Su mayor incidencia se produce en el centro del espectro político
Consumidor rebelde... ¿qué es eso? Según Barreiro, puede ser rebelde por dos motivos. "Por necesidad, es aquel se rebela porque la crisis le ha puesto en una situación muy dura; y por ética, el que no se ha visto azotado por la crisis pero se solidariza con los ciudadanos o se rebela por la situación que vive el país". El consumidor rebelde es especialmente sensible ante las buenas o malas prácticas. No juzga tanto a las empresas por la calidad de sus productos y servicios sino por cómo se comportan en sociedad, el compromiso que mantienen con ella. Y "amenazan con abandonar a las marcas legendarias que no sepan reaccionar a tiempo".
Aunque los hay más a la izquierda, el consumidor rebelde no es un fenómeno de radicales. Más bien al contrario, "hay un porcentaje por encima de la media en el centro, entre los ciudadanos moderados. Es transversal en términos ideológicos". Lo realmente importante es su situación económica.
Contra el capitalismo
Esta tendencia creciente a un mayor enfrentamiento a las empresas grandes y multinacionales se encuadra dentro de otro fenómeno sociológico curioso que la crisis ha provocado en España. "Nuestro país ha pasado de ser uno de los más favorables a la economía de mercado en 2007 a convertirse en 2012 y 2014 en uno de los países con más sentimiento de rechazo hacia la economía de mercado. El panorama es tan dramático que sólo México y Argentina son más contrarios a la economía de mercado. Es un dato alarmante que señala que la crisis no sólo afecta a la política sino que afecta al ámbito del mercado", asegura Barreiro.
Estos datos, del Pew Research Center, muestran cómo los españoles tienen aparantemente un criterio muy cambiante sobre las bondades o no del capitalismo. De ser de los más favorables a este sistema económico en 2007 a convertirse en uno de los países más anticapitalistas apenas siete años después, siguiendo una tendencia en la que los países más desarrollados eran menos optimistas que los emergentes (el estudio es de octubre de 2014, antes de los efectos de la caída del crudo en los emergentes. Tal vez ahora haya cambiado de nuevo).
Los bancos, rechazados por el 37%
No sorprende saber que el sector financiero (banca y seguros, con mayor importancia de la primera) es el más rechazado por los ciudadanos encuestados. Un 37% la ven con malos ojos, consecuencia implacable de años de rescates financieros, de sueldos astronómicos, de indemnizaciones autoimpuestas y de muchas tropelías más en entidades como CAM, Caja Madrid, Bancaja, Banco de Valencia, Caixa Catalunya, Caixa Galicia y Caixa Nova... "En términos generales -aunque no es matemático- puedo decir que hay una división entre las empresas analógicas que están mal vistas y las de la sociedad digital, porque se adaptan mejor en términos de comunicación a las exigencias de esta sociedad, que son muy elevadas". Las empresas nuevas (el estudio no nos señala quienes son aunque lo podemos intuir: Google, Facebook, Amazon...) se mueven mejor y se protegen mejor.
Pero el estudio, que se ha hecho con 8.400 y 1.700 atributos sobre el individuo, no mide la relación entre los ciudadanos y todo tipo de empresas del Ibex. Más bien, habla preferentemente de las sociedades "que tienen que ver directamente con la vida del ciudadano". Aquí ya estamos hablando de "belleza, alimentación y bebidas, hogar, ocio, financiero, telefonía y telecos... las que tienen que ver con compra y consumo". Se ha preguntado a los ciudadanos por la imagen que tienen de cada una de ellas, aunque este dato no se aporta para fomentar la compra del estudio.
En definitiva, lo que Barreiro quiere construir con este estudio es una base de datos que sirva a las compañías para entender la percepción que los consumidores tienen de ellas y también para poder adelantarse a futuros cambios en los hábitos de consumo. "Lo mismo que los grandes acontecimientos de nuestras vidas cambian nuestros hábitos de consumo, la idea es que los grandes cambios sociales, como la crisis o la revolución tecnológica, también. Todos somos más bien rutinarios y tendemos a mantener intercias hasta que sucede algo que nos hace revisarlo todo". En este video de la empresa demoscópica se refleja esta idea.
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