Este mes, un tribunal del Reino Unido ha rechazado una apelación del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, contra una orden de extradición a los Estados Unidos, donde enfrenta cargos bajo la Ley de Espionaje. A pesar de los desafíos crecientes para Assange, su figura sigue siendo crucial para revelar verdades incómodas y abusos del poder, como la ambigüedad en torno al reciente ataque de un dron al Kremlin.
La importancia de la transparencia que personajes como Assange representan es evidente en la asimetría en la cobertura mediática de conflictos, centrada en Europa y a menudo ignorando tragedias similares fuera de sus fronteras. La guerra en Ucrania, por ejemplo, ha puesto en relieve la necesidad de considerar y entender las realidades más allá de nuestras geografías y esferas de interés.
Aunque Assange ha sido criticado por centrarse en el Occidente, su trabajo ha arrojado luz sobre la hipocresía de la doble moral presente en la política occidental. El activismo de Assange incita a observar no sólo las injusticias propias sino también su relación con las injusticias ajenas.
Por último, se destaca el creciente problema de la intolerancia y la autoindulgencia en la política occidental, reflejado en el conflicto entre la derecha populista y la izquierda woke. Esta polarización está eclipsando otros problemas significativos, lo que representa una amenaza mayor para las democracias occidentales que la transparencia que Assange simboliza.
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