La obsolescencia programada es una práctica comercial que se utiliza en la producción de bienes, con el fin de acortar su duración. Esta táctica se implementa tanto en dispositivos electrónicos como en productos del hogar, vehículos y hasta en ropa de uso cotidiano.
El razonamiento detrás de la obsolescencia programada consiste en diseñar los productos para que, después de un determinado tiempo o cantidad de uso, dejen de funcionar correctamente, motivando al consumidor a reemplazarlos. De este modo, los fabricantes consiguen un constante flujo de ventas y garantizan la supervivencia de sus negocios.
Las maneras más comunes de implementar esta estrategia son: utilizar componentes de mala calidad, materiales que se degradan rápidamente, dificultar el acceso a repuestos o actualizaciones y crear incompatibilidades con versiones anteriores. Muchas veces, esta estrategia está en desacuerdo con el objetivo de fabricar productos duraderos y respetuosos con el medio ambiente.
Ha sido tema de discusión debido a su impacto económico y ambiental. Mientras algunos sostienen que promueve el progreso tecnológico y la innovación, otros critican su contribución negativa en la generación de desechos y en la sostenibilidad del planeta.
Existen múltiples formas de obsolescencia programada, siendo las más destacadas: obsolescencia planificada, indirecta, por función obsoleta, por incompatibilidad, psicológica, estética, por obsolescencia programada y ecológica. Cada una de ellas representa diferentes métodos para hacer que un producto se vuelva obsoleto y sea reemplazado.
Esta práctica tiene serias implicaciones en el medio ambiente. Genera grandes cantidades de residuos electrónicos, conocidos como e-waste. La producción constante de nuevos productos y la rápida obsolescencia de los antiguos conlleva un consumo intensivo de recursos naturales como materiales, energía y agua. Esto genera emisiones de gases de efecto invernadero, deforestación y degradación de ecosistemas, contribuyendo al cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
Además, la obsolescencia programada puede tener un impacto negativo en la economía circular. Este modelo económico busca que los productos se diseñen para ser reutilizados, reparados y reciclados, minimizando la cantidad de residuos generados y reduciendo la demanda de nuevos recursos. Sin embargo, la práctica de la "obsolescencia programada" contradice estos principios, ya que promueve un modelo de "usar y desechar", en lugar de alargar la vida útil de los productos.
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